Iceye es una ambiciosa empresa emergente finlandesa que por medio de sus microsatélites con radar quiere romper con la observación tradicional de la tierra. Las imágenes que el radar transmite desde el espacio se pueden recibir en minutos u horas, en lugar de días.
lgunas veces un acontecimiento puede cambiar la vida de una persona. Esto es lo que le ocurrió en 2010 a Pekka Laurila, un estudiante de ingeniería de la Universidad Aalto que acababa de cumplir 20 años. Navegando por internet, se fijó en una notificación del Departamento de Ciencias de Radio e Ingeniería de la Universidad Aalto que anunciaba un nuevo tipo de curso de satélites cuyo objetivo era la construcción del primer satélite finlandés.
En aquel momento no tenía ni idea de que se convertiría en director financiero y cofundador de Iceye, una empresa emergente con más de 20 empleados.
El objetivo de Iceye es desarrollar servicios de imágenes por radar en tiempo real, enviadas directamente desde el espacio a través de microsatélites puestos en órbita en un cohete transportador.
Tecnología espacial innovadora
Sí, se puede decir que es ingeniería aeroespacial. Y desde una perspectiva más amplia, la tecnología espacial comercial e innovadora podría cambiar la forma en que las navieras controlan el hielo y la ubicación de los icebergs en los mares del Ártico, o el modo en el que los equipos de rescate obtienen información en tiempo real sobre inundaciones, daños de las tormentas y fugas de petróleo. En última instancia, la tecnología de imágenes por radar basadas en satélites podría incluso ayudarnos a localizar recursos en otros planetas.
Pero no nos adelantemos a los acontecimientos. Volvamos a los días en los que Pekka Laurila asistía a un curso sobre satélites en la universidad. ¿Cómo es que en 2012 acabó estableciendo su propia empresa con otros dos estudiantes?
“A raíz del proyecto de satélite que llevamos a cabo durante el curso, nos dimos cuenta de que no se necesitaba ni mucha gente ni demasiado dinero para construir uno. Después, empezamos a buscar formas de utilizar esta nueva tecnología a nivel comercial, y se nos ocurrieron algunas ideas. Había una gran demanda de servicios para los que nuestros conocimientos de observación de la tierra podían resultar muy útiles”, dice Pekka Laurila.
“En particular, una zona de aplicación—los mares del Ártico y el control de la situación del hielo— destacaba sobre el resto. Había una fuerte demanda proveniente de clientes potenciales”.
Una vez completado el curso de negocios, Laurila y sus compañeros se embarcaron en un proyecto de validación de dos años. El propósito del mismo era la construcción de un prototipo para demostrar qué tecnología era necesaria para proporcionar el servicio de imágenes por radar que habían diseñado.
“Iceye es una escisión de este proyecto de prototipo. Puesto que el prototipo original lo hicimos en la Universidad Aalto, esta era una de las propietarias de nuestra empresa. La Universidad Aalto tiene unas normas de transferencia de la tecnología muy claras y transparentes, y todo funcionó realmente bien”, dice.
Las oficinas de Iceye se encuentran en el campus de la Universidad Aalto, lo que permite al personal de Iceye trabajar en estrecha colaboración con el grupo de Tecnología Espacial de esta Universidad.
Todo se basa en la velocidad de actualización
Los mares árticos forman enormes zonas en las que hay pocas infraestructuras y de las que se dispone de muy poca información sobre el medio ambiente en tiempo real.
Si una plataforma petrolera está perforando para extraer petróleo, los propietarios necesitan saber en tiempo real cómo se mueve el hielo en el mar. Si las navieras y las petroleras quieren ver la ubicación del hielo y de las grietas en tiempo real, tienen que enviar un helicóptero o un avión, algo que resulta muy costoso. Pero el riesgo que implica que un buque y su carga se queden atrapados es tan grande, que los propietarios están dispuestos a invertir para obtener información rápida sobre el hielo.
Existen algunos satélites con radar públicos, pero su velocidad de actualización de la información del hielo es lenta.
En operaciones de esta envergadura, una imagen al día no es suficiente. Los satélites pequeños son la respuesta, porque están fabricados de componentes disponibles para la venta, cosa que los hace hasta cien veces más baratos que los satélites meteorológicos públicos. Con un coste menor por unidad, se pueden hacer funcionar en enjambre, de modo que ofrezcan imágenes de buena calidad con más frecuencia.
El crecimiento es la única opción
Cuando la tecnología y el plan de negocio empezaron a tomar forma, resultó que el sistema podía servir para mucho más que simplemente controlar los mares del Ártico. Había llegado el momento de cambiar el enfoque del negocio a uno más global.
“Todavía era el principio. Hasta el momento hemos hecho un satélite como prueba de concepto, y en 2017 esperamos poder ensayarlo en órbita”, dice Pekka Laurila.
“La mayor ventaja que ofrecemos es la velocidad. Cuando se necesitan imágenes de una zona inundada, la información ha de llegar rápido. Nosotros las conseguimos en un plazo de horas, en lugar de días”, nos dice.
Para conseguir esa velocidad de actualización se necesitan varios satélites. Para cubrir las zonas del Océano Ártico es necesario un enjambre de aproximadamente seis.
Iceye fabrica los satélites y se los entrega a una empresa comercial de lanzamientos, la cual los carga en un cohete transportador que los pone en órbita.
“Nuestra empresa no para de crecer, porque para nosotros el negocio a escala global es la única opción. Dentro de cinco años, tendremos que tener al menos 20 satélites en el cielo. Es un objetivo razonable”.
Por Leena Koskenlaakso, ThisisFINLAND Magazine 2017