Aunque las especies de peces del mar Báltico lleven miles de años adaptándose para hacer frente a la formación de hielo en invierno, desde hace tiempo el cambio climático está alterando estos patrones.
El Báltico se extiende hacia el norte, formando el golfo de Botnia entre Finlandia y Suecia, y hacia el este hasta San Petersburgo (Rusia), formando el golfo de Finlandia. Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Alemania y Dinamarca también tienen costas en el Báltico.
El agua del mar Báltico es agua salobre, es decir, más salada que el agua dulce pero menos salada que la del océano Atlántico, al otro lado de Dinamarca. Esto hace que su ecosistema sea único y que contenga tanto especies marinas como de agua dulce.
¿Qué pasa bajo el hielo?
Dependiendo de las condiciones meteorológicas y de la latitud, la capa de hielo del Báltico puede empezar a formarse ya en octubre, y puede durar hasta el mes de abril. Por término medio, esta capa suele cubrir el 44% del Mar Báltico.
Para hacer frente al hielo y a las condiciones climáticas invernales, los peces del Báltico buscan a veces nuevos emplazamientos, o su propio metabolismo puede sufrir cambios.
Jari Raitaniemi, científico superior del Instituto de Recursos Naturales de Finlandia, explica que durante el invierno “la parte más fría de la columna de agua es la que está justo debajo del hielo”, mientras que las temperaturas del fondo marino son más altas, entre tres y cinco grados centígrados.
Aguas profundas
«Cuando el agua se enfría, a finales de otoño o principios de invierno, varias especies de peces se desplazan de las zonas poco profundas a las aguas más profundas, donde permanecen durante el periodo más frío y oscuro», añade Raitaniemi.
Especies como la perca, el espadín y la lucioperca se desplazan a las capas de agua más profundas y cálidas durante los meses de invierno, mientras que algunos peces de agua fría, como el myoxocephalus quadricornis, prefieren temperaturas más bajas y pueden acercarse a la capa de hielo.
Otra técnica de adaptación es la ralentización del metabolismo. En invierno el metabolismo de los peces se vuelve más lento, se mueven menos y son capaces de sobrevivir periodos de tiempo más largos sin alimentarse.
Un mar que está cambiando
El cambio climático ha provocado un aumento de las temperaturas medias de las aguas, y durante las últimas décadas la temperatura del agua superficial del mar Báltico ha aumentado con más rapidez que la media oceánica mundial. Algunas especies se adaptan bien a este medio cambiante y es probable que las especies de aguas cálidas acaben poblando el Báltico en mayor cantidad que antes, a causa del cambio climático,
“En las zonas costeras del Báltico se está dando un cambio y las especies de agua fría están siendo reemplazadas por especies de agua cálida”, dice Raitaniemi.
Los cambios en el Báltico también afectarán a la pesca comercial. “El bacalao, el arenque, el salmón, el corégono, no se verían favorecidos y su abundancia disminuiría”, afirma Jens Olsson, investigador de Ecología Marina y Dinámica de poblaciones de peces costeros en la Universidad Sueca de Ciencias de la Agricultura.
Cabe esperar que en un futuro las especies marinas serán menos comunes en el Báltico y, por tanto, menos accesibles para los consumidores. Las condiciones cambiantes pueden afectar a su alimentación, reproducción y crecimiento.
Las especies invasoras aparecen en el Báltico
Las especies exóticas (también llamadas invasoras o alóctonas) son aquellas que el ser humano ha transportado de un lugar a otro, ya sea intencionada o accidentalmente. Suelen llegar en el agua de lastre vertida por los barcos. En la zona finlandesa del mar Báltico viven actualmente unas diez especies de peces exóticos.
Según la Comisión de Protección del Medio Marino del Báltico, con sede en Helsinki, entre 2011 y 2016, se introdujeron en el Báltico una docena de especies marinas, como algas, crustáceos, caracoles y gusanos. Uno de los aspectos de un ecosistema rápidamente cambiante son las especies invasoras, un ejemplo más de cómo el cambio climático está afectando a los ciclos de vida, los patrones de migración y la supervivencia de los peces en todo el mundo.
Debido a que los inviernos son más suaves, el número de especies exóticas capaces de prosperar en el Báltico es cada vez mayor. Esto ha causado trastornos en las especies de peces autóctonas que llevan miles de años poblando el hábitat Báltico.
El gobio redondo (Neogobius melanostomus) es uno de los ejemplos de especie invasora que se ha beneficiado del calentamiento del agua. Originario de las zonas del mar Negro y el mar Caspio, las condiciones del Báltico le han resultado favorables y es capaz de sobrevivir a los inviernos. En 1990 fue detectado por primera vez en el Báltico y posteriormente se ha multiplicado exponencialmente.
Hay que pensar en el futuro
Durante el invierno de 2019-2020, la capa de hielo del Báltico fue solo de 37 000 kilómetros cuadrados, el nivel más bajo registrado hasta el momento. La obtención de datos por satélite se inició en 1979, mientras que otros métodos de observación se remontan al siglo XVIII. Desde 1991, la capa media de hielo es de 141 000 kilómetros cuadrados, mientras que la superficie total del Báltico es de 420 000 kilómetros cuadrados. Cabe esperar que, en el futuro, la temporada de hielo sea más corta y la capa de hielo más fina.
Además de los peces, hay otras especies silvestres que se están viendo afectadas por los cambios. La capa de hielo estacional es una parte fundamental del ciclo de vida de la foca anillada del Báltico. “Para poder respirar, estas focas mantienen orificios abiertos en el hielo durante el invierno”, dice Raitaniemi. Las focas hacen sus guaridas en ventisqueros sobre la superficie helada del mar. “Necesitan el hielo y la nieve para dar a luz”. (La foca anillada de Saimaa, una especie afín de agua dulce que está en grave peligro de extinción, vive exclusivamente en el lago Saimaa, en el sureste de Finlandia, y su supervivencia también depende del hielo y la nieve).
Tanto el medio acuático como la red de alimentación, son complejos. Sin embargo, a largo plazo cabe esperar que los efectos del calentamiento del Báltico resulten gravemente perjudiciales para los animales que viven en el mar o dependen de él.
Además del cambio climático, otros factores de estrés para los peces del Báltico son la eutrofización (la presencia excesiva de nutrientes en el agua, a menudo procedentes de la escorrentía de los fertilizantes agrícolas), la exposición a productos químicos peligrosos y la sobrepesca ocasional.
“Para evitar que en el futuro se produzcan cambios sustanciales, tenemos que continuar trabajando en la reducción de la eutrofización y detener el cambio climático, por muy difícil que sea”, dice Olsson. “Y, por supuesto, algo muy importante es influir en los políticos”.
Por Emma De Carvalho, marzo de 2022