Heinävesi, un pintoresco y tranquilo municipio cercano a la ciudad oriental de Joensuu, constituye un centro religioso y cultural para los cristianos ortodoxos de Finlandia, los cuales representan cerca del uno por ciento de la población total, según los datos estadísticos oficiales de pertenencia religiosa.
El Monasterio de Valamo, el único monasterio ortodoxo masculino de Finlandia, fue fundado en Heinävesi en 1940. Ese año, a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, 200 monjes tuvieron que ser evacuados del antiquísimo monasterio de la isla de Valamo, en el lago de Ládoga, que estaba situado en el territorio oriental que Finlandia tuvo que ceder a la Unión Soviética.
Para muchos de sus visitantes, entre los que se encuentran numerosos artistas y personajes de la cultura finlandesa, así como turistas provenientes de Rusia, Japón y de toda Europa, Valamo es un lugar para la oración, la soledad y la creatividad. Una visita al monasterio es una oportunidad para la introspección y la reflexión sobre los valores fundamentales de la vida.
Un periplo milagroso
«Me prometí a mí misma que si algún día iba a Finlandia, acudiría a besar el icono milagroso de la Madre de Dios de Valamo», afirma Vera Gagarina, de 32 años y originaria de Rusia. «Por eso he venido hasta aquí».
Para los cristianos ortodoxos, este icono puede obrar verdaderos milagros, y la gente acude a visitarlo desde todas las partes del mundo. Fue transportado desde el primitivo Monasterio de Valamo durante su evacuación, junto con otro antiguo icono de la Madre de Dios de Konevitsa —traído, según la tradición, desde el Monte Athos en 1393—, así como reliquias, antiguos iconostasios, numerosos objetos litúrgicos, miles de libros de la biblioteca, e incluso campanas.
Los monjes fueron evacuados a través del lago helado en camiones del ejército finlandés. Tras su llegada a Heinävesi, la hermandad adquirió una propiedad del s. XIX llamada Papinniemi (Península del Cura), donde casualmente encontraron un pequeño icono de San Sergio y San Germán de Valamo en el edificio principal, hecho que influyó en parte en su decisión de comprarla.
En 1977, para conmemorar el octavo centenario de la Iglesia Cristiana Ortodoxa en Finlandia, se inauguró la Catedral de la Transfiguración de Cristo, edificada en piedra en los terrenos de Valamo, en Heinävesi. En ella se celebran a diario los servicios religiosos. En la actualidad, unos 20 monjes residen en el monasterio de forma permanente.
El refugio favorito de muchas personalidades
Para la élite cultural finlandesa, Valamo lleva siendo lugar de peregrinación desde los años 60.
Entre las personas más destacadas de aquella época, se encontraban el escritor y pensador Tito Colliander y su mujer, la artista Ina Colliander, que se centró en los motivos ortodoxos y en la pintura de iconos. En 1970 llevó a cabo los mosaicos que decoran el interior de la Catedral de la Transfiguración. Al famoso director de cine Kalle Holmberg y a su esposa, la dramaturga y guionista Ritva Holmberg, también les gustaba pasar temporadas en Valamo. Pentti Saarikoski, el famoso poeta rebelde, está enterrado en el cementerio del monasterio, tal como fue su deseo. Los amantes de la poesía visitan su tumba y depositan en ella bolígrafos en señal de su paso.
«Son muchos los actores conocidos, pintores, músicos, escritores y figuras públicas que siguen visitando el monasterio», nos cuenta Michael, uno de los hieromonjes que viven en Valamo.
Un ambiente hospitalario
Continuando con la tradición de hospitalidad que comenzó en el primitivo Monasterio del Ládoga, existe una pequeña casa de huéspedes a disposición de aquellos artistas que lo soliciten.
«La naturaleza que rodea Valamo dejó en mí una de las huellas más profundas de mi viaje», dice Vera Gagarina. «Estuve en mitad del invierno y todo estaba cubierto de nieve blanca y pura, bajo mis pies, en las ramas de los árboles, sobre los tejados y hasta en mis pestañas. La sensación de absoluta soledad era palpable, algo de lo que yo carecía totalmente en la ruidosa y abarrotada Moscú. Aquí he logrado la tranquilidad de espíritu que necesitaba».
Por Anna Liukko, abril de 2019