“¿Qué hará la gente si se le da dinero sin condiciones?”, pregunta Olli Kangas. “¿Trabajarán más, al no tener estrés económico? ¿Se tomarán días libres para cuidar a sus padres ancianos? ¿O acaso se volverán perezosos y acabarán pasando el día en los bares?
“Para ser sinceros, no lo sabemos, pero a partir de ahora obtendremos al menos algunos datos”.
Olli Kangas es el director de relaciones comunitarias y gubernamentales del Instituto Nacional de la Seguridad Social de Finlandia, conocido por sus siglas en finés como Kela. Kangas está dirigiendo un experimento único, ya que Finlandia está poniendo a prueba la renta básica universal, una forma revolucionaria de seguridad social. El objetivo es determinar si la RBU sirve de incentivo para que los desempleados busquen empleo, reducir la pobreza y simplificar la tradicional maquinaria burocrática de la seguridad social.
En su definición clásica, la renta básica universal es un pago periódico en efectivo no condicionado, que se le da a todos los ciudadanos, sin requisitos de nivel de renta, ni de empleo. El experimento de Finlandia no cumple con algunos de estos puntos. Por ejemplo, la RBU solo se le ha dado a desempleados. La suma neta es de 560 euros al mes, una cifra que está muy por debajo del índice oficial de pobreza de Finlandia, que es de 1190 euros. Además, los participantes pueden recibir beneficios de otros programas.
Los nuevos incentivos pueden conllevar nuevos comportamientos
“Hay que recordar que esto es un experimento”, nos dice Aleksi Neuvonen, del gabinete estratégico Demos Helsinki. “Y no, no encaja en la teoría, pero sigue tratándose de una renta básica. Estoy entusiasmado y orgulloso de que Finlandia sea el primer país en ponerla a prueba. El experimento puede fallar, pero al menos habremos tenido la valentía de intentarlo”.
El primer ministro, Juha Sipilä, había prometido realizar un experimento de RBU, pero el plan estaba plagado de problemas. La idea estaba enormemente politizada y técnicamente era difícil aplicarla con los sistemas existentes. Además, los tribunales finlandeses estuvieron a punto de impedir que se llevara a cabo al considerar que podía tratarse de una violación de la Constitución finlandesa, la cual garantiza un trato igualitario a todos los ciudadanos. Aún así, el experimento logró finalmente superar todos los obstáculos.
Las autoridades decidieron centrarse en los desempleados, con el fin de comprobar si una renta básica serviría de incentivo para que buscaran trabajo. En algunos casos, los actuales beneficiarios se hallaban metidos en lo que se denomina la “trampa del bienestar”: si aceptaban los trabajos a los que podían optar con mayor facilidad —en su mayoría a tiempo parcial—, tras los impuestos les quedaba un sueldo menor que la prestación por desempleo. Es decir, que mientras que con anterioridad tenían un incentivo para no trabajar, con la RBU no perderán sus prestaciones, trabajen o no.
“Esto nos proporcionará una visión más realista de cómo cambia la conducta al cambiar la estructura de incentivos”, nos explica Aleksi Neuvonen. “Especialmente los jóvenes parecen ser los que más se adaptan cuando estos cambian”.
Un rumbo innovador, basado en la evidencia
El programa actual es solo una pequeña prueba, pero las autoridades quisieran ampliarlo en un futuro.
“Podría hacerse extensivo a otros grupos, como los profesionales independientes y los autónomos”, dice Olli Kangas. “Además habría que experimentar con un modelo de impuestos que cubriera los costes. El presente experimento se basa en el sistema tributario actual, y para que el modelo no repercuta en los costes, necesitaríamos impuestos más altos. Tal vez en 2019 podamos llevarlo a cabo, y también podríamos incluir un impuesto negativo sobre la renta. Las decisiones están en manos de los políticos”.
Aunque habrán de pasar dos años antes de que sepamos si el impacto de la RBU puede ser positivo, el simple hecho de gestionar este experimento ha abierto nuevos horizontes.
“Esta es una forma nueva de desarrollar la política”, afirma Aleksi Neuvonen. “No se trata sólo de ideas o argumentos ideológicos, sino que se basa en la evidencia y podría cambiar en gran medida la manera en que se toman las decisiones”.
El programa actual es solo una pequeña prueba, pero las autoridades quisieran ampliarlo en un futuro.
“Podría hacerse extensivo a otros grupos, como los profesionales independientes y los autónomos”, dice Olli Kangas. “Además habría que experimentar con un modelo de impuestos que cubriera los costes. El presente experimento se basa en el sistema tributario actual, y para que el modelo no repercuta en los costes, necesitaríamos impuestos más altos. Tal vez en 2019 podamos llevarlo a cabo, y también podríamos incluir un impuesto negativo sobre la renta. Las decisiones están en manos de los políticos”.
Aunque habrán de pasar dos años antes de que sepamos si el impacto de la RBU puede ser positivo, el simple hecho de gestionar este experimento ha abierto nuevos horizontes.
“Esta es una forma nueva de desarrollar la política”, afirma Aleksi Neuvonen. “No se trata sólo de ideas o argumentos ideológicos, sino que se basa en la evidencia y podría cambiar en gran medida la manera en que se toman las decisiones”.
Datos sobre el experimento de renta básica universal (RBU) en Finlandia
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Por David J. Cord, enero de 2017