En busca de la auténtica sauna

Si Finlandia tuviese una sauna oficial, sería ésta: Visita con nosotros la modesta -a la vez que exclusiva- Sociedad Finlandesa de la Sauna de Helsinki.

La Sociedad de la Sauna Finlandesa lleva años desempañando el papel de prolongadora y fiel sustentadora de esta tradición que tanto aman los finlandeses: la sauna. Echemos un vistazo al interior de este exclusivo y al mismo tiempo sencillo club, situado a las afueras de Helsinki.

La Sociedad de la Sauna Finlandesa es la autoproclamada representante de la tradición más respetada de Finlandia. Promueve todos los aspectos de la herencia cultural de la sauna, tanto para finlandeses como para extranjeros. Si en Finlandia hubiese una «sauna oficial», tendría que ser la de esta sociedad, mantenida con meticuloso respeto.

Situadas al oeste de Helsinki, en una aislada bahía de la isla de Lauttasaari, las instalaciones del club cuentan con tres saunas tradicionales de humo – de las que luego hablaremos con más detalle-, dos saunas convencionales de estufa de leña, otra, más «urbana», de estufa eléctrica y una biblioteca, en la cual se conserva una gran colección literaria sobre temas relacionados con la sauna, desde tratados sobre los efectos beneficiosos de ésta, hasta estudios sobre innovaciones técnicas en su diseño.

Para poder visitar la sociedad se necesita ser invitado por algún miembro, pero a veces se organizan sesiones especiales para grupos limitados. «No nos gusta que los visitantes extranjeros que están interesados en la sauna finlandesa se vayan del país pensando que la sauna eléctrica de un hotel es lo auténtico», comenta entre risas la antigua gerente de la Sociedad, Hilkka Heimonen.

El club tiene alrededor de 3.800 afiliados, pero sigue manteniendo su exclusividad, ya que los recién llegados tienen que ser recomendados por 2 miembros que lleven ya varios años dentro de la comunidad. Hay turnos diferentes para hombres y mujeres -éstas son casi un tercio de los miembros-, dependiendo del día.

Un sano pasatiempo finlandés

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Miembros del club se relajan en la cafetería de la Sociedad de la Sauna.Foto: Seppo Pukkila/Sociedad de la Sauna

Existen evidencias arqueológicas que lo confirman: sudar estoicamente -hasta el sofoco- entre las cuatro paredes ardientes de una cabaña, ha sido y es parte esencial de la cultura finlandesa desde épocas milenarias. Y para demostrar sus raíces finlandesas, aún diremos algo más: «sauna» es la única palabra finlandesa que se ha incorporado prácticamente a todos los idiomas del mundo. Los 5,3 millones de habitantes de Finlandia tienen motivos más que suficientes para presumir de sus dos millones de saunas…

Hilkka Heimonen nos cuenta que la «sauna auténtica» es una cabaña bien ventilada, con paredes de madera, calentada con una estufa de leña hasta alcanzar entre 80° y 95° C, con un espacio adyacente donde se uno pueda ducharse y, preferiblemente, con vistas a un lago o al mar.

Entre los accesorios opcionales, se encuentran los haces de ramas de abedul, que los más valientes usan para azotarse y mejorar así la circulación de la sangre.

La Sociedad insiste en que la sauna no es dañina para la salud. «El hecho de que casi todos los finlandeses vayan a la sauna con regularidad debería convencer a la gente», explica Hilkka Heimonen. Bueno, parece que mi teoría de que los finlandeses se han vuelto genéticamente inmunes a las temperaturas extremas – los cobardes son eliminados por selección natural- no tiene base científica alguna…

«En caso de tener gripe o fiebre, no se debe ir a la sauna, y la gente que padece del corazón no debería pasar directamente de una sauna caliente a sumergirse en un lago de aguas frías. Sin embargo, recientes estudios han demostrado que la sauna puede ser beneficiosa para ciertos tipos de enfermedades cardiovasculares», agrega.

El centro de las actividades

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La sauna perfecta debería incluir vistas como ésta.Foto: Seppo Pukkila/Sociedad de la Sauna

«Antes la sauna era el centro de la vida de cada finlandés», asegura Hilkka Heimonen. «Para las generaciones anteriores, la sauna era el único lugar donde asearse. También era el lugar donde se ahumaba la carne y el pescado y donde se lavaba y secaba la ropa». En la sauna comenzaba y terminaba la vida: era el sitio más higiénico para dar a luz y también era allí donde se lavaban los cuerpos de los difuntos.

«Hoy en día la sauna representa un espacio para relajarse, tanto física como mentalmente», indica.

En Finlandia, casi todo el mundo tiene acceso a una sauna. En las zonas rurales, la mayoría de las casas todavía tienen saunas con estufas de leña. Generalmente los edificios residenciales tienen saunas con estufas eléctricas y cada familia tiene su propio turno de uso. Los vecinos tienen oportunidad de charlar en los turnos semanales de sauna común para mujeres u hombres. Estar apiñados y revueltos puede animar a los más evasivos a revelar lo más profundo de su ser y a abrirse hacia el exterior.

Hilkka Heimonen explica que, a pesar de la dudosa reputación que tiene la sauna en algunas ciudades del mundo, en Finlandia la sauna no tiene ninguna connotación sexual. Los finlandeses, tengan la edad que tengan, no pueden entender porqué tanta gente asocia la sauna o la desnudez con el sexo.

¿Que por qué la Sociedad de la Sauna Finlandesa tiene tantas saunas? Pues, simplemente, porque sobre gustos en temperaturas no hay nada escrito y cada sauna es diferente, llegando a alcanzar la más «infernal» de ellas los 130º C.

El retorno de la sauna de humo

Para muchos puristas, la única y verdadera sauna es la de humo, que se calienta durante varias horas usando humo negro. Antes de entrar, se tiene que ventilar y limpiar a fondo, para asegurarse de que nadie se asfixie o se envenene a causa del dióxido de carbono, o que se manche de hollín. Parece que todo el mundo en Finlandia está de acuerdo en que los vapores de la sauna de humo son los más suaves y tonificantes.

Preferidas por los puristas y de nuevo en auge, las antaño casi desaparecidas saunas de humo, son las más difíciles de mantener. Foto: Seppo Pukkila/Sociedad de la Sauna 

El fogonero oficial de la Sociedad, Seppo Pukkila, acababa de quitarse la ropa cuando entré a hablar con él. Estaba deseando darse un relajante baño, una vez cumplida su ardua tarea de preparar todas las saunas antes de las dos de la tarde, hora de apertura del club.

En pleno trabajo, una de las paredes de la sauna casi se prendió, pero afortunadamente, él supo ver a tiempo el hilo de humo delator, y con una manguera logró apagar la juntura de los leños. «Las ensambladuras de las saunas de madera pueden incendiarse fácilmente, ya que el humo se escapa a través de las pequeñas grietas, así que uno tiene que estar muy alerta», explica Hilkka Heimonen.

Hacia finales del siglo XX, las saunas de humo fueron desapareciendo, ya que el proceso de calentamiento era demasiado laborioso y complicado, pero en la actualidad éstas han resurgido y ahora incluso son parte del programa de ocio que se ofrece tanto a turistas, como a participantes en congresos.

Por Fran Weaver, septiembre 2009