Elegir el campo como lugar de retiro no solo se asocia a la idea de disfrutar de unas merecidas vacaciones, sino también a la necesidad de mantener el equilibrio entre la esfera personal y la profesional, además de favorecer el descanso, la recuperación y el reencuentro con la naturaleza. Es el llamado zen nórdico.
“Los finlandeses se desplazan al campo para descansar, disfrutar de la sauna, nadar y compartir un tiempo de ocio de calidad con la familia o con los amigos”, afirma Lana Lavonen, una profesora de yoga de origen ruso y finlandés que también es asesora de medicina ayurveda. Lavonen pasó su infancia en la ciudad rusa de Petrozavodsk, pero se trasladó a Finlandia hace ya 28 años, recién cumplida la mayoría de edad.
“Algunos van al campo a pescar y otros van con los amigos a tomar algo y a divertirse, pero la mayoría de finlandeses huyen del ritmo trepidante de la ciudad en busca de descanso”, añade Lavonen.
Ella es una más entre los numerosos finlandeses que veranea en su casita de campo, un fenómeno conocido como mökkielämä; o vida rural. Su casa está en Hämeenkoski, a unos 100 kilómetros de Helsinki.
Un país con miles de cabañas
Según el Instituto Nacional de Estadística finlandés, en diciembre de 2017 había oficialmente cerca de medio millón de casas de campo en todo el país. Las estadísticas oficiales solo contabilizan las cabañas básicas tradicionales, cuyo tamaño medio no supera los 40 metros cuadrados. Dado que no se tienen en cuenta las segundas residencias más grandes, probablemente el número real de casas en Finlandia supera con creces las 507.000 (se estima que, como mínimo, puede ser el doble o el triple de esta cifra).
De acuerdo con las estadísticas, la ciudad de Kuopio, situada al este de Finlandia, lidera el ránking de los destinos preferidos para casas de campo, con 10.789 casas. La siguen Mikkeli, Parainen, Lohja, Savonlinna y Hämeenlinna (cerca de la salida de Hämeenkoski, donde se encuentra la casa de Lavonen), con 8. 043 casas.
Para Lavonen, desplazarse al campo implica dejar atrás el estrés de la ciudad, incluido el trabajo.“Disfruto de la naturaleza, los paseos por el bosque, el silencio y la soledad”, comenta. “Cuando estoy en el campo, mi vida no es tan atareada ni tan frenética como en la ciudad, y además duermo mejor.”
Y la naturaleza no solo es una fuente de alimentación en todos los sentidos, sino que a Lavonen le sirve para cargar las pilas. “La vida en el campo me da fuerzas y energía”, añade.
El spa en la naturaleza
Un antiguo proverbio finlandés sostiene que la sauna –el templo finlandés de la relajación, el calor y el vapor– es la farmacia de los pobres “sauna on köyhän apteekki”, un remedio natural para todo lo que produce malestar en los hombres, las mujeres o los niños.
Pero, sin lugar a dudas, lo más destacado de la experiencia que supone vivir en las casas de campo finlandesas es la sauna situada a orillas de un lago. “Yo tomo una sauna dos veces al día, por la mañana y por la noche”, explica Lavonen. “Te calienta el cuerpo y te permite liberar toxinas a través del sudor. Después, me doy un baño en un lago de agua helada y regreso a una sauna caliente. Resulta refrescante, divertido y me sienta fenomenal”.
Pese a que, tradicionalmente, no todas las casas de campo finlandesas están preparadas para vivir durante el invierno, ni disponen de todas las comodidades de la vida moderna, la cabaña de Lavonen posee electricidad y agua corriente, puesto que también suele ir allí durante los meses más fríos del invierno.
Lavonen aporta su toque personal a la experiencia de la vida tradicional en el campo mediante la práctica del yoga en su casita de Hämeenkoski. “La naturaleza me ayuda a relajarme y a conectar con mi mente. Y unida al yoga, me proporciona mayor felicidad y paz interior”, comenta. “Cuando regreso del campo, me siento feliz y relajada, con las pilas cargadas y lista para enfrentarme al ritmo vertiginoso de la ciudad y poder combatir el estrés.”
Por Katja Pantzar, julio de 2013, actualizado en julio de 2018