Los nanosatélites como los Aalto-1 y Aalto-2, construidos en la Universidad Aalto, están logrando acabar con las ideas preconcebidas que la gente tiene sobre lo que es un satélite y para qué sirve.
“Mientras que un satélite de gran tamaño puede llegar a pesar hasta 500 kilos, un nanosatélite solo pesa cinco”, nos explica Jaan Praks, catedrático de Observación de la Tierra y Tecnología Aeroespacial de la Universidad Aalto. “El precio de un nanosatélite estándar no es más que una fracción del de uno grande”.
Cuando los satélites son pequeños y ligeros, el cohete lanzador que los transporta puede llevar una considerable cantidad de ellos al espacio.
– A pesar de su reducido tamaño, la carga útil de un nanosatélite puede tener casi la misma capacidad que la de un instrumento mayor, gracias a la tecnología avanzada. La tecnología se ha miniaturizado: dispositivos cada vez más pequeños son capaces de llevar a cabo tareas cada vez más exigentes.
Jaan Praks nos cuenta que, por ejemplo, el Aalto-1 llevará consigo una cámara hiperespectral construida por el centro de investigación tecnológica VTT para ser utilizada en la observación de la Tierra.
– Mientras que los aparatos equivalentes pesaban antes cien kilos, la cámara de nuestro satélite solo pesa 600 gramos.
Varios ojos ven mejor que dos
El reducido tamaño de los nanosatélites hace posible que puedan lanzarse docenas de ellos simultáneamente. El 18 de abril de 2017, el Aalto-2, de tan solo dos kilos de peso, se convirtió el primer satélite fabricado en Finlandia en ser lanzado al espacio, como parte del lanzamiento del Atlas V que se efectuó desde Cabo Cañaveral, Florida. El 23 de junio de 2017, el Aalto-1 logró llegar al espacio transportado por el Polar Satellite Launch Vehicle (PSLV), de la Indian Space Research Organisation (India).
Los estudiantes a cargo de la construcción del satélite Aalto-2 desarrollan en la actualidad una empresa emergente llamada Space Lab, la cual proyecta, fabrica y pone a prueba satélites de pequeño tamaño.
Juha-Matti Liukkonen, responsable del programa espacial en Reaktor, está convencido de que los nanosatélites van a tener un papel preeminente en el Internet de las Cosas.
– Por su parte, los nanosatélites contribuirán con las empresas proporcionándoles datos esenciales. Además, van a acercar la red informática y la infraestructura de la información a zonas geográfica donde antes no existían, como por ejemplo el Océano Ártico.
– Aquí lo fundamental es que cuatro ojos ven más que dos. Si hay muchos nanosatélites, estos pasarán sobre el objetivo más a menudo, facilitando así más imágenes de la situación, y mucho más actualizadas.
Con la mirada puesta en el Ártico
En la estrategia de las actividades espaciales de Finlandia, el que las aplicaciones espaciales respondan a la creciente demanda de la región ártica va a suponer una prioridad central. El objetivo es también fortalecer la competitividad de los servicios por medio de datos espaciales abiertos.
Combinada con la tecnología espacial, la experiencia adquirida en el Ártico puede traducirse en la práctica, por ejemplo, en proveer a los buques que transitan por el Ártico con datos de navegación precisos, o de información sobre los cambios que se hayan podido producir en las condiciones naturales de la zona. El conocimiento y la experiencia del espacio ártico también podría servir, por ejemplo, para producir información precisa sobre las auroras boreales, con fines turísticos.
La tecnología espacial ya está contribuyendo a solucionar problemas que son cruciales para toda la humanidad. Los satélites ayudan, sobre todo, a entender y medir el cambio climático.
– La solución a los problemas globales requiere un conocimiento de la situación global. Por ejemplo, entendemos mejor los fenómenos meteorológicos cuando, gracias a los datos proporcionados por los satélites, podemos obtener de manera simultánea la imagen de la situación climática a escala global.
– Gracias a los satélites disponemos de información precisa de la cantidad de gases existente en la atmósfera, de la nubosidad, del derretimiento de los glaciares, de los cambios en los límites de los bosques, del derretimiento del permafrost, de la situación de las inundaciones y de muchos otros fenómenos.
Hay visiones más osadas, según las cuales la tecnología espacial podría proporcionar herramientas para la mitigación del cambio climático. Se habla, por ejemplo, de espejos y paneles fotovoltaicos que se podrían situar en el espacio para que reflejasen los rayos del sol, desviándolos, y cuya energía libre de emisiones sería dirigida a la tierra por medio de microondas.
Y no faltarán las sorpresas
¿Qué traerá el futuro consigo?
– Van a suceder muchas cosas, también inesperadas. Tal vez sucedan más lentamente de lo esperado. Pero la infraestructura que haya en el espacio será una parte clave de la infraestructura global, nos dice Jaan Praks.
– Por ejemplo, gracias a las cámaras espectrales de los satélites una gran empresa agrícola de Australia ya puede saber con exactitud lo que está sucediendo en un campo situado en una zona remota, o si hace falta mandar una cosechadora.
Los pequeños satélites actualizan los datos en tiempo real: por ejemplo, gracias a ellos podemos obtener imágenes del tráfico y la logística en tiempo real.
– El segmento satelital será parte de la digitalización. Una parte importante de la red mundial de sensores estará en el espacio, afirma Praks.
Por Matti Välimäki, julio de 2017