Los tramos septentrionales de la bahía de Botnia —la zona del Báltico que se extiende entre Finlandia y Suecia— son especialmente propensos a quedar bloqueados por el hielo, pero esto también sucede con frecuencia en los corredores de transporte situados más al sur. El «hielo fijo» —el hielo que se produce cerca de la costa— puede llegar a medir 70 u 80 centímetros (28 o 32 pulgadas) de espesor en el norte, mientras que el hielo fragmentado por los vendavales puede convertirse en formidables crestas de presión que llegan a alcanzar los 25 metros (82 pies) de altura.
Desde Kotka y Helsinki, en el sur, hasta Raahe, Oulu y Kemi, más al norte, en cualquier puerto finlandés se necesita asistencia para los buques de carga, cruciales en el mantenimiento de los importantísimos vínculos de importación y exportación que hacen posible el funcionamiento de la economía finlandesa durante el invierno.
La tarea de despejar de hielo los canales navegables o las rutas marítimas es responsabilidad de la empresa estatal Arctia y sus ocho rompehielos, entre los que se encuentra el más reciente de ellos, el Polaris, una nave de última generación. Sacar a los buques de su cárcel de hielo es algo que no se logra solamente a base de potencia, ya que la tarea puede exigir sutiles maniobras de gran habilidad y un gran saber hacer.
En la galería fotográfica que encontrarán más abajo zarparemos en el rompehielos Otso (Oso) y lo acompañaremos en su turno de diez días con sus noches, trabajando para mantener abiertas las rutas de navegación de los puertos de Oulu, Kemi y Tornio.
Sus otros seis compañeros de fatigas se llaman Voima (Fuerza), Urho (Valor), Sisu (Tesón), Kontio (Oso), Nordica y Fennica. Si desean verlos, solo tiene que darse una vuelta por el muelle de mantenimiento del distrito de Katajanokka, en Helsinki, donde permanecen amarrados todo el verano.
De misión con los rompehielos
1. El rompehielos Otso (Oso) se prepara para una travesía de servicio, zarpando del puerto de Oulu en el septentrional mar Báltico. Foto: Tim Bird
2. Una vista desde el puente del Otso al emprender este su turno de diez días para mantener abiertos los canales de navegación a través del hielo de la costa. Foto: Tim Bird
3. En la Bahía de Botnia las temperaturas suelen situarse por debajo de -30 °C ( -22 °F), aunque no hace falta tanto frío para que las salobres aguas del Báltico se cubran de una capa de hielo. Foto: Tim Bird
4. Arvo Kovanen, segundo de a bordo, y el capitán del Otso, Teemu Alstela, planean su siguiente misión de asistencia en el puente de mando. Foto: Tim Bird
5. Los buques de carga salen de los puertos finlandeses cargados de papel y otros productos forestales. Sea cual sea su tamaño, en ocasiones los cargueros necesitan liberarse de la trampa del hielo. Foto: Tim Bird
6. Parte de la sala de máquinas del Otso. El buque dispone de cuatro motores diesel fabricados por la empresa finlandesa Wärtsilä, e incorpora en su proa un sistema de burbujas de aire. Foto: Tim Bird
7. El Polaris en su primer viaje de asistencia, guiando un buque de carga en el puerto de Tornio. El rompehielos cuenta con la mejor tecnología de vanguardia a nivel mundial. Foto: Tim Bird
8. Un carguero se adentra hacia mar abierto atravesando la fantasmagórica niebla que se acumula sobre la superficie helada de este. Foto: Tim Bird
9. Cuando el Otso se aproxima a un carguero en plena ventisca y se prepara para remolcarlo, se encuentra con una inmensa presión acumulada en el hielo fragmentado. Foto: Tim Bird
10. Un carguero holandés, listo para ser remolcado por el canal de navegación, se acerca al canal en forma de V que el Otso ha ido dejando a popa. Foto: Tim Bird
11. Tras escoltar a un carguero hasta el mar abierto, el Otso gira de manera espectacular hacia las profundas crestas que el viento ha ido formando con las sucesivas capas de hielo. Foto: Tim Bird
12. Cuando los barcos se hallan a proximidad del puerto, los prácticos suben a bordo desde sus potentes lanchas y se encargan de guiar su entrada o su salida del mismo. Foto: Tim Bird
13. Aunque los rompehielos son inmensamente poderosos, el Otso logra reducir su marcha a tan sólo cuatro nudos al acercarse a este carguero. Sacar a un buque de su cárcel de hielo no es algo que se logre solamente a base de potencia, sino que son necesarias sutiles maniobras de gran habilidad y un gran saber hacer. Foto: Tim Bird
14. El Polaris es el actual orgullo de la flota de rompehielos de Finlandia, aunque su barco más antiguo, el Voima, botado en 1952, sigue siendo un buque cuyo funcionamiento resulta vital. Foto: Tim Bird
Por Tim Bird, febrero de 2017