Situado en Inari, en el extremo norte de Finlandia, Siida, el Museo y Centro de la Naturaleza Sami, volvió a abrir sus puertas en 2022, tras una serie de reformas y con la instalación de Enâmeh láá mii párnááh (Estas tierras son nuestros hijos),la nueva exposición permanente que ya ha batido todos los récords de asistencia registrados hasta ahora.
Los sami son el único pueblo indígena de la UE reconocido como tal. Sápmi, su tierra natal septentrional, está dividida en cuatro partes por las fronteras de los estados-nación de Finlandia, Suecia, Noruega y Rusia.
Además del museo, el edificio del Siida alberga una tienda, un restaurante, la oficina de Información Turística de Inari y el Centro de la Naturaleza de Laponia Septentrional, gestionado por Metsähallitus, la entidad de propiedad estatal que gestiona los parques nacionales de Finlandia. Metsähallitus también colaboró con el museo en el diseño de Estas tierras son nuestros hijos.
Ahora estás en el norte
Siida, que toma su nombre del término del sami septentrional que hace referencia a la aldea o comunidad natal, expone la cultura sami junto con la naturaleza ártica. Los visitantes del museo no tardan en percibir los claros vínculos entre ambas.
Llegar a Siida no es complicado, pero la distancia es un esfuerzo que merece la pena: Inari está a 1000 kilómetros al norte de Helsinki, en una latitud que coincide con la del norte de Alaska. Durante mi visita, en una típica semana de verano, observé que en el aparcamiento había coches con matrícula de Finlandia, Noruega, Suecia, Estonia, Dinamarca, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Francia, España, Italia, Eslovenia, Suiza y Polonia.
Un paisaje lleno de lugares emblemáticos
Las galerías del museo se encuentran en la segunda planta. Antes de entrar en la sala principal, las exposiciones introductorias brindan una orientación histórica, cultural, lingüística y geológica sobre Sápmi y los sami.
Sobre las paredes de una amplia sala cuadrada se despliegan 12 enormes fotografías, tres a cada lado, iluminadas desde atrás. Cada imagen está tomada en un mes diferente del año y todas ellas muestran alguno de los paisajes emblemáticos de Sápmi, muchos de ellos situados en parques nacionales o en zonas naturales protegidas: El cañón Kevo en abril, los ríos Tenojoki y Lemmenjoki (en junio y julio), el lago Inari (octubre), los picos de Paistunturi y Hammastunturi (diciembre y enero).
En los paneles adyacentes, más pequeños, hay una pantalla táctil en la que puedes ampliar la información sobre lo que estás viendo, con detalles sobre la fauna, la vegetación, la geología y la historia. También se puede acceder a mapas, tablas de temperatura mensuales y gráficos que muestran la duración de las horas de luz (aquí, en el extremo norte, varía drásticamente, pasando de cero horas en invierno a 24 horas en verano).
La información está disponible en seis idiomas. Entre ellos están las tres lenguas sami que se hablan en Finlandia (sami de Inari, sami septentrional y sami kolt), que son lenguas oficiales en la zona de Finlandia que coincide con Sápmi. Las otras tres son el finés y el sueco, lenguas oficiales en toda Finlandia, y el inglés.
Una mirada más cercana
En cualquier museo, cada visitante extrae cosas distintas de las exposiciones. Esto es especialmente aplicable a Siida, que presenta una compleja combinación de naturaleza y cultura y que atrae a un público cercano y también lejano.
Quién eres y desde dónde vienes condicionará tu experiencia de la exposición. Muchos visitantes han recorrido un largo camino hacia el norte, pasando por bosques, pantanos, lagos y numerosas cadenas de montañas que parecen llenar el horizonte con sus cumbres redondeadas. Puede que algunos acaben de atravesar un parque nacional haciendo senderismo o esquiando, mientras que otros viajeros experimentan una cierta sorpresa aturdida por encontrarse tan al norte.
Siida representa una forma más de entender todo lo que estás viendo, como si de una lupa sobre el paisaje infinito se tratara. Es otra forma de detenerse a contemplarlo todo, más de cerca, como cuando uno hace senderismo.
Ocho estaciones
Si esta va a ser tu única visita al extremo norte, el museo te mostrará cómo es la región durante el resto del año. Fuera, puede ser verano, cuando los días son “sin noche”, debido al sol de medianoche, pero dentro podrás ver fotos de la noche polar del periodo de pleno invierno, cuando la única luz que se ve en el firmamento es la de la luna o la aurora boreal.
También tendrás oportunidad de familiarizarte con otras estaciones: los sami dividen el año en ocho estaciones, con “primavera-verano” entre primavera y verano, “otoño-verano” entre verano y otoño, y así sucesivamente.
Por supuesto, nada de esto sorprenderá a los visitantes sami del museo. Para ellos, Siida es un buque insignia y un recurso cultural que contribuye a mantener la memoria compartida y el patrimonio del pueblo sami.
Como afirma la directora del museo, Taina Pieski, en un comunicado de prensa, Estas tierras son nuestros hijos contiene “la historia de la cultura sami contada por ellos mismos” y “habla con toda claridad, tanto a los visitantes forasteros como a la comunidad sami”.
Una cultura que pervive
En el centro de la sala de exposiciones, varios vídeos ilustran la vida cotidiana de los sami, y en las vitrinas se exponen objetos y artefactos del pasado reciente y lejano. Entre ellos, duodji (artesanía sami), ládjogahpir (un gorro ornamentado que llevan las mujeres sami) y camisetas del Ijahis Idja (Noche sin noche), un festival de música indígena que se celebra en Inari cada verano.
Uno de los vídeos acompaña a un equipo que está restituyendo un río a su estado anterior a 1960 con el fin de mejorar el entorno para los peces, en un proyecto basado en los conocimientos tradicionales sami.
Otro muestra detalles de “la antigua y fluida relación entre el reno y los humanos”. Los sami son una “cultura basada en el reno”, este animal tiene “un gran significado comunitario y cultural para todos los grupos sami”, dice el texto que lo acompaña.
Acontecimientos anuales como la recogida y reunión de los renos en invierno, reúnen a familias y comunidades. Trabajar con los renos es también un elemento importante de las lenguas sami, que contienen “un amplio vocabulario relacionado con la cría de los renos y la naturaleza”.
Las reformas efectuadas en Siida han habilitado un nuevo espacio para los numerosos objetos de la colección del museo que no se exhiben en las exposiciones. Con más de 10 000 piezas, es la mayor colección de objetos sami del mundo. Además, incluye miles de fotos. Y no ha parado de crecer: el Museo Nacional de Finlandia repatrió más de 2000 objetos sami a Siida en 2021, y el Museo de Ostrobotnia del Norte repatrió otros 400 en 2024. La devolución de estos objetos reviste “un profundo significado para la comunidad sami”, afirma Pieski.
Poesía en las paredes
Una rampa conduce desde el vestíbulo hasta los espacios de exposición, pero si estás demasiado entusiasmado por llegar arriba, podrías dejarte algo importante por el camino.
Escrito en la pared, en sami de Inari, finés e inglés, hay un poema del escritor y profesor sami de Inari Matti Morottaja (nacido en 1942). Trata de la importancia de los nombres de los lugares y accidentes del paisaje, de “cada bahía y promontorio”, en sus propias palabras.
“Estos nombres son como las paredes de una casa”, dice Morottaja. Forman un “mapa”, son portadores y transmisores de relatos, historia y signos de vida. La forma en que “alguien nombró la bahía y sus arenosas orillas” no es muy distinta de la forma en que los padres nombran a sus hijos.
Los lugares del territorio que han sido bautizados por los antepasados, “son más antiguos que cualquier persona”, dice el poema. Y termina con el verso que da título a la exposición: “Estas tierras son nuestros hijos”.
Generaciones pasadas y futuras
¿Cómo pueden los lugares ser viejos y sin embargo seguir siendo niños? Aunque uno no sea capaz de leer el poema en el idioma original, puede adivinar que Morottaja y los comisarios han pretendido dirigir la atención de los visitantes hacia las ideas que encontrarán en la exposición que hay arriba.
El paisaje es más antiguo que las personas que hace tiempo pusieron nombre a sus rasgos en lengua sami o en otros idiomas. Pero si estas tierras son “hijos”, merecen respeto y cuidados. O quizá “estas tierras son nuestros hijos” signifique que, en un sentido profundo, las generaciones futuras dependerán de la tierra para su sustento, igual que nosotros. Es su herencia.
Los nombres y el lenguaje pueden ayudar a conectar a la gente con la naturaleza y la cultura. Toda la información de Siida, todas las palabras y las imágenes, contribuyen en gran medida a profundizar esa conexión, vengas de donde vengas.
Un sendero por la historia
En la parte trasera del Siida hay un vasto museo al aire libre por el que discurre un sendero que conduce a unas 50 casas, refugios y otras estructuras. Se trata de edificios históricos trasladados desde regiones cercanas, o de reconstrucciones basadas en hallazgos arqueológicos o en los conocimientos de la comunidad. Incluso hay varios artefactos que se utilizaban para cazar lobos, osos, urogallos y otros animales.
En 1960 se trasladó desde el pueblo de Tirro una vivienda del siglo XIX. Hay otros edificios, como una cabaña que hasta 1905 sirvió de juzgado en una región remota, o una morada sami kolt completa, con su cabaña de troncos, establos para ovejas y renos y una estructura de almacenamiento construida en un árbol, que servía para mantener la comida fuera del alcance de los animales. Uno de los edificios exhibe diferentes embarcaciones y trineos, dos importantes medios de transporte para los sami.
El museo al aire libre se inauguró en 1963 con el nombre de Museo Sami y fue el primer museo sami independiente de los países nórdicos. En cuanto al museo Siida, este abrió sus puertas en 1998.
Por Peter Marten, febrero de 2024