«Ningún sitio web, ninguna página de Wikipedia puede describir cómo es realmente la vida aquí arriba», afirma Essi Kohtanen.
Essi vive en Nuorgam, la ciudad más septentrional de Finlandia y de la UE, a unos 70 grados latitud norte. Su marido y ella se mudaron allí en otoño de 2016.
Essi Kohtanen lleva ya dos años trabajando en la escuela local junto con otros dos profesores. Uno de ellos enseña en sami del norte, una de las lenguas del pueblo indígena sami, cuyo territorio está dividido en cuatro partes por las fronteras de Finlandia, Suecia, Noruega y Rusia.
Essi enseña finés a los cursos de cuarto a sexto grado (de diez a trece años), una clase que, por el momento, cuenta solamente con dos alumnos. «En una clase tan reducida no se hace demasiado trabajo en grupo», dice. «Una profesora tiene que echar mano de la imaginación, en estas circunstancias».
[Nota del editor: No deje de leer nuestros artículos sobre la vida en los pueblos más orientales y occidentales de Finlandia, así como nuestro artículo sobre el centro de población.]
La llegada al pueblo
Nuorgam se encuentra en el municipio de Utsjoki, donde la lengua materna de casi la mitad de los residentes es el sami. (Las lenguas sami tienen el estatus de lengua oficial en el norte de Finlandia. Si deseas saber más, aquí puedes leer un artículo de ThisisFINLAND sobre el tema).
La población de Nuorgam es de menos de 200 habitantes y está situada en la orilla sur del río Tenojoki. Noruega se encuentra en la orilla norte, y el océano Ártico está a un tiro de piedra, a unas pocas decenas de kilómetros. Un factor importante para la economía local es que, debido a los altos precios en Noruega y a que Finlandia les resulta un país muy asequible, los noruegos suelen acudir a Nuorgam para hacer compras transfronterizas.
Essi Kohtanen cuenta que cuando se mudó a Nuorgam, sentía mariposas en el estómago.
«Recuerdo que íbamos conduciendo por la carretera hacia Nuorgam, en medio del paisaje otoñal», dice. «Yo estaba muy nerviosa. Todo el pueblo se había enterado ya de que una pareja joven del sur iba a llegar de un momento a otro».
Una experiencia transformadora
Pero su pareja y ella no tardaron en darse cuenta de que los lugareños los recibían con los brazos abiertos. La gente se acercaba a los recién llegados para charlar e invitarlos a todo tipo de eventos. Incluso les pidieron que echasen una mano en el arreo anual de los renos, durante el cual los pastores marcan a sus terneros y separan los animales destinados a la producción de carne.
«También ha venido bien el que ambos tengamos personalidades abiertas y extrovertidas», dice Kohtanen. «Cuando alguien nos invitaba a lo que fuera, siempre respondíamos: “¡Vale!’”».
Según Essi, la palabra que mejor describe la vida en Nuorgam es “calma”. Las prisas innecesarias brillan por su ausencia.
«Tras nuestro primer año aquí fuimos al sur para las vacaciones de verano, y me di cuenta de lo ocupada que parecía la gente allí abajo», dice. «La vida en Nuorgam me ha transformado. Me he vuelto más tranquila, y duermo mucho mejor».
Aunque su contrato en la escuela es temporal —en el momento de publicar este artículo está llegando a su fin—, Essi y su marido han decidido quedarse en el norte.
Noche polar y sol de medianoche
Para Essi Kohtanen el mayor reto ha sido acostumbrarse al largo período de noche polar, dos meses durante los cuales el sol no se levanta en ningún momento sobre el horizonte Nuorgam, aunque la oscuridad no es tanta como se podría pensar. La blancura de la nieve refleja la escasa luz, y cuando hay luna llena se puede incluso esquiar sin necesidad de una linterna frontal.
«Si te mantienes activo y disfrutas del aire libre, la noche polar no es un problema para nada», afirma. «Hay nieve blanca y pura en abundancia y, prácticamente cada noche, se ve la aurora boreal».
De igual forma se puede disfrutar del sol de medianoche en verano. El período de “noches sin noche”, cuando el sol nunca se pone, abarca desde mediados de mayo hasta finales de julio.
En definitiva, la vida en Nuorgam está muy definida por la naturaleza. Las carreteras pueden estar cerradas todo el día cuando hay una fuerte tormenta de nieve, y no se puede ir a ningún lado en coche.
«Aquí arriba la naturaleza va primero, antes que los humanos», concluye Essi.
Una cierta disposición
A unos 1200 kilómetros al sur de Nuorgam, aproximadamente, encontramos la isla de Utö, el lugar más meridional de Finlandia con residentes todo el año. Al igual que Nuorgam, Utö es uno de esos lugares donde la gente rara vez tiene prisa.
«Aquí solo hay dos horarios importantes: el de la tienda local y el del transbordador», nos dice Jorma Tenovuo, catedrático de Odontología, ya jubilado.
Tenovuo es una de las 40 personas que residen todo el año en Utö, adonde se mudó con su pareja en 2006. Ya conocía muy bien la vida de la isla, porque su padre, catedrático de Zoología, se dedicaba a investigar las aves del archipiélago de Finlandia y la familia al completo se reunía con él en las excursiones de verano por las islas periféricas.
«Hay que tener una cierta disposición para saber disfrutar de un lugar como este», nos dice. «La superficie de Utö es de menos de un kilómetro cuadrado, y en un espacio tan reducido todo el mundo tiene que llevarse bien con todo el mundo. Hay que ser sociable, pero también hay que saber respetar la intimidad de los demás».
Algo importante
«Este no es un lugar para cualquiera», asevera. «Para mudarse a Utö uno necesita estar en paz consigo mismo y disponer de algo que sea importante para ti, que te mantenga ocupado. Hay quien trabaja a distancia y quien escribe libros. Hay a quien le gusta la fotografía y hay quien se pasa el tiempo pescando».
Al profesor no le falta actividad. Cada mañana al amanecer sale con sus prismáticos y su cámara. Es un apasionado de la ornitología, y Utö es uno de los mejores lugares de Finlandia para la observación de las aves.
«La cantidad de aves que emigran a Europa continental y a África a través de Utö es enorme. En diciembre de 2012 tuvimos un caso notable, porque apareció un gorrión rascador. Se trata de un pájaro nativo de América del Norte, y más de 800 observadores de aves de diferentes países viajaron hasta aquí para observarlo».
Tenovuo y su esposa también tienen una “casa de verano”. Se trata de un piso en la ciudad de Turku, en el suroeste de Finlandia, que visitan una o dos veces al mes. Hay un trasbordador gratuito que conecta Utö con el continente y que funciona todo el año, pero el trayecto lleva su tiempo. El barco tarda unas cuatro o cinco horas desde Utö hasta el puerto de Pärnäinen, y desde allí son otras dos horas en coche hasta Turku.
Una isla muy animada
Jorma Tenovuo está encantado con el excelente trabajo que la comunidad local lleva cabo para que Utö se mantenga animado y activo. La gente está rehabilitando los viejos edificios, y se le da un gran valor a la cultura tradicional de la isla.
«Mientras que en muchas partes de Finlandia las zonas rurales más remotas están languideciendo y quedándose sin apenas población, hay más gente a la que le gustaría mudarse a Utö de la que la isla puede albergar», afirma.
A pesar de su remota ubicación, Utö también atrae a los turistas, especialmente en verano. En la isla hay incluso un hotel, albergado en un antiguo cuartel militar. El turismo aporta ingresos a Utö, pero como amante de la naturaleza, a Jorma Tenovuo también le preocupa cómo gestionar la capacidad de recibir visitantes para que ello no afecte a la conservación de la naturaleza y el medio ambiente de la isla.
Por Juha Mäkinen, junio de 2020