Los colegiales de toda Finlandia se han declarado varias veces en huelga desde principios de 2019. Inspirándose en Greta Thumberg, la jovencísima activista sueca, se reúnen en docenas de ciudades y pueblos para exigir que se tomen medidas contra el cambio climático.
«Nuestros escolares de séptimo grado quisieron asistir, e incluso hicieron pancartas», nos cuenta Lauri Aho, profesor de Geografía en la Escuela de Sakarinmäki, en el este de Helsinki. «Es bueno que quieran estar ahí. Pero, aunque ya saben mucho sobre el tema, no estoy seguro de que entiendan aún el alcance de los problemas».
Lo que puede hacerse
Parte de la labor de Lauri Aho es asegurarse de que sus alumnos entienden los efectos del cambio climático, cómo y por qué está teniendo lugar, y lo que se puede hacer al respecto. Aunque parte de esta educación se hace de manera tradicional, utilizando libros de texto especializados, los críos finlandeses reciben, además, más enseñanza práctica.
«Aquí todos el mundo recicla», nos explica Aho señalando varios cubos que hay en su clase. «Los chavales de noveno grado han hecho una excursión de estudios a una central de energía, para entender cómo se crea. También hemos realizado un congreso en el que diferentes equipos representaban a diferentes naciones. Tenían que investigar previamente las políticas medioambientales de sus países, para luego debatir hasta lograr un tratado internacional, como el Acuerdo de París».
El cambio climático, presente en cada asignatura
La enseñanza sobre el cambio climático ya era importante en el sistema educativo finlandés, y el nuevo programa de estudios sobre el clima está siendo desarrollado con la idea de que el cambio climático debe formar parte de cada asignatura. Algunas ONG han desarrollado materiales sobre el cambio climático y la economía circular, y los han puesto a disposición de los profesores, para que los usen libremente.
Esto es lo que se hace en todas las escuelas finlandesas, pero los estudiantes de Sakarinmäki disfrutan de una ventaja adicional, ya que el edificio posee su propio suministro de energía renovable, y ellos pueden estudiarlo de cerca.
«Cerca del 80% de nuestro consumo energético proviene de renovables», nos cuenta el subdirector del centro, Antti Kervinen. «Tenemos paneles solares y calefacción geotérmica. También usamos bioaceite, pero solo es necesario durante los inviernos. Como ayer hizo sol, el 100% de la energía que utilizamos fue solar».
Ver la energía en la vida real
A través de las pantallas que hay instaladas en los pasillos, los estudiantes y el personal pueden seguir la producción de energía en tiempo real. Se muestra de la manera habitual, en kilovatios, pero también en su equivalente en número de duchas calientes, para que se entienda mejor. Esta información se incluye en el plan de estudios de la escuela.
«Los alumnos aprenden cómo calcular porcentajes utilizando las estadísticas energéticas de la escuela como, por ejemplo, el porcentaje de energía según las diferentes fuentes», nos cuenta Heikki Hölttä, profesor de Matemáticas. «También se puede utilizar en Física y Química».
Responsabilidad individual
A los alumnos les interesa el cambio climático y las acciones que pueden llevarse a cabo para remediarlo. A través de un estudio reciente, se ha sabido que este fenómeno es la mayor preocupación de los niños y adolescentes finlandeses.
«Hubiera acudido a las protestas si me hubiese enterado, pero estaba aquí, haciendo un examen de mates», nos dice Olivia, una chica de noveno grado. «Greta Thumberg es muy valiente, y es importante compartir la información».
Olivia elogia la educación medioambiental recibida en Sakarinmäki, y añade que la escuela es su principal fuente de información sobre el cambio climático.
«Yo probablemente he aprendido más en Internet», rebate Laura, también alumna de noveno. «Veo un montón de documentales sobre el medio ambiente».
Los profesores les animan a ser independientes a la hora de aprender, y de hecho algunos de los proyectos lo requieren. Lauri Aho explica que también se toman tiempo para enseñarles sobre las diferentes fuentes de información y su fiabilidad, ya que los bulos, o “fake news”, abundan en la red.
«Algunos estudiantes son muy activos en cuanto al cambio climático, pero otros son más pasivos», dice Iisa, de noveno grado. «Yo hago lo que puedo, como reciclar, apagar siempre las luces cuando no me hacen falta, y comer más comida vegetariana en casa y en la escuela, pero solo soy una persona. Cuando nos fijamos en los países grandes, nos preguntamos por qué no están haciendo más».
Por David J. Cord, agosto de 2019