Organizaciones gubernamentales y empresas del sector privado de Finlandia han elaborado una serie de hojas de ruta -otra forma de denominar las estrategias- en las que se trazan posibles vías para cumplir con el audaz objetivo que el gobierno se ha propuesto para 2035.
«Cuando se incluye a todas las partes interesadas, las hojas de ruta pueden tener un efecto catalizador», afirma Oras Tynkkynen, asesor principal sobre sostenibilidad del Fondo Finlandés de Innovación Sitra. Una vez fijados el objetivo y un calendario, el gobierno, la comunidad empresarial y los ciudadanos pueden trabajar hombro con hombro para alcanzarlo. «Todo se logra gracias a los millones de decisiones que se toman cada día, a todos los niveles».
Tynkkynen esta convencido de que la neutralidad en carbono puede lograrse antes de lo esperado, y su entusiasmo va en aumento a medida que nuestra charla avanza. «Un ejemplo es la ley que obliga a eliminar el uso del carbón en la producción de energía para 2029», dice. «La mayoría de las empresas energéticas lo habrán eliminado mucho antes».
En Finlandia hay dos tipos básicos de hojas de ruta para la neutralidad en carbono. El primero está auspiciado por el gobierno y va dirigido desde arriba a los numerosos sectores y ciudadanos de la sociedad. Existe el peligro -observa Tynkkynen- de que estas hojas de ruta a largo plazo sobrevivan al ciclo político a corto plazo sin que lleguen a tomarse ciertas decisiones que, aunque difíciles, serían necesarias.
Reproducible en todo el mundo
«Pero una hoja de ruta, como tal, no vale mucho», opina. «Tiene que suceder algo. Cuando los votantes exigen que se actúe, los políticos pueden utilizar el argumento de que han hecho una hoja de ruta, como si se tratara de la carta “salga de la cárcel gratis” del Monopoly».
El segundo tipo de hoja de ruta iría de abajo a arriba, y vendría determinado por los propios sectores empresariales, que tomarían la iniciativa. Las industrias mantienen el control de sus objetivos y elaboran un plan. A partir de entonces pueden invitar al gobierno a que les ayude a resolver los problemas que les impiden avanzar. Este tipo de hojas de ruta para la neutralidad de carbono, específicas del sector y con el respaldo del gobierno, son un fenómeno poco común a nivel internacional, pero Tynkkynen tiene la esperanza de que puedan reproducirse en otras partes del mundo.
«Se ha producido un cambio drástico en el tono», afirma Tynkkynen, que fue miembro del Parlamento de 2004 a 2015. Parte de aquella época fue también especialista en política climática en el gabinete del primer ministro. «Cuando les decía a las industrias lo que tenían que hacer, su respuesta era que me olvidara, pero ahora que están al mando dicen, “¡Sí, y así es como hay que hacerlo!”».
En camino de superar las expectativas
Helena Soimakallio es la directora ejecutiva de desarrollo sostenible de Technology Industries of Finland (Industrias Tecnológicas de Finlandia), una asociación que representa al mayor sector económico de exportación de Finlandia. Hemos charlado con ella acerca de lo que la industria tecnológica está haciendo con respecto a la neutralidad de carbono.
Soimakallio ha sido la encargada de la evaluación tecnológica y el calendario de viabilidad para alcanzar el objetivo de neutralidad de carbono del gobierno. Todas las grandes industrias de Finlandia han elaborado hojas de ruta similares, que muestran que los sectores industriales combinados podrían superar los objetivos de reducción que les han sido asignados en lo que equivaldría a entre dos y cuatro millones de toneladas de CO2, y en el plazo estipulado.
«Puede hacerse», afirma Soimakallio, «pero, para que la industria se interese, le pedimos al gobierno un entorno empresarial favorable, y que apoye la I+D y ayude a mantener una perspectiva empresarial global competitiva».
La industria tiene una ventaja que podría tener efecto, no sólo en cuanto a la neutralidad del carbono, sino también en mejorar la economía, si a las innovaciones se les diese un empujón en poco tiempo y estas se exportasen al resto del mundo. Existe una nueva ley que concede a las empresas una deducción fiscal del 150% para los proyectos conjuntos de investigación y desarrollo que se lleven a cabo entre 2021 y 2025. Dicha ley forma parte del objetivo político del Gobierno de elevar la cuota de I+D al 4% del PIB para 2030.
Huella positiva o huella a secas
En la práctica, una de las cosas que el sector tecnológico está examinando es su huella positiva de carbono, o carbon handprint. A diferencia de la huella de carbono a secas (carbon footprint) -relacionada con las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por un producto-, el término “huella positiva de carbono” se refiere al impacto medioambiental positivo de un producto a lo largo de su ciclo de vida.
La idea de la huella positiva de carbono se originó en Finlandia, y fue desarrollada por el Centro de Investigación Técnica VTT y la Universidad de Lappeenranta, con el apoyo de la Climate Leadership Coalition (Coalición de Liderazgo Climático).
Por ejemplo, hacer productos tecnológicos que sean entre un 10 y un 15 por ciento más eficientes supone una enorme disminución de las emisiones de carbono a nivel mundial, y también una enorme oportunidad de negocio. Mientras la tecnología finlandesa dedica sus esfuerzos a convertirse en sinónimo de calidad, este tipo de medidas de sostenibilidad ayudan al sector tecnológico del país a mantener un papel relevante en el mapa mundial.
Quizá el efecto más importante del objetivo de neutralidad de carbono de Finlandia para 2035 y de las múltiples hojas de ruta, es que proporcionan una orientación común. Si los principales interesados se adhieren en su totalidad a la idea y trabajan juntos para lograrla, podrían suceder cosas mucho antes de lo esperado.
El objetivo está en marcha y las hojas de ruta muestran por dónde hay que ir. Lo que la situación exige ahora es una actuación ambiciosa y continuada, una cooperación entusiasta y una puesta en común de soluciones a nivel mundial.
Por Eric Bergman, abril de 2021