Estén donde estén en el espectro ideológico, los políticos extranjeros suelen poner a Finlandia y a los demás países nórdicos como el mejor ejemplo de lo que debe o no debe hacerse.
Estos mismos políticos suelen mencionar los impuestos, pero, probablemente, quienes escuchan sus discursos jamás han tenido la oportunidad de visitar Finlandia, o de hablar sobre el tema con un finlandés.
Pero lo mejor es empezar por las cifras. Supongamos que una residente de Helsinki —llamémosla Annika—, de 30 años, tiene un salario mensual de 3 000 euros, lo que es más o menos habitual. Annika paga un 17 % de impuesto sobre la renta, un 7,15 % al sistema de pensiones y un 1,25 % al seguro de desempleo. Al final, le quedarán 2 238 euros. (Las cifras de este artículo han sido revisadas por la Agencia Tributaria de Finlandia y encontrarás los enlaces a las fuentes de datos al final del artículo).
Al tratarse de un sistema progresivo, el nivel de ingresos determinará la tasa de impuestos. Si Annika ganara un 66 % más, es decir, 5 000 euros al mes, su impuesto sobre la renta aumentaría en 8,5 puntos porcentuales, hasta el 25,5 %. Otros factores, como el municipio de residencia o sus gastos de desplazamiento, podrían influir en su tasa impositiva o darle derecho a deducciones.
Actitudes hacia los impuestos
Además, sobre su salario de 3 000 euros al mes, el empleador de Annika pagará unos 600 euros en concepto de cotizaciones a la seguridad social, las cuales incluyen cotizaciones al sistema de pensiones, al de salud y al de seguro de desempleo, así como un seguro específico de accidentes laborales.
Muchas de las cosas que Annika compra llevan incluido el IVA (impuesto sobre el valor añadido), que puede ser del 10, del 14 o del 24 %. De este modo, ella contribuye también a la recaudación fiscal total de Finlandia, que en 2019 ascendió a casi 70 mil millones de euros (la población de Finlandia es de 5,5 millones).
Pero, ¿qué opinan Annika y sus compatriotas sobre todo esto?
No hay que dar por hecho que a los finlandeses les encante pagar impuestos —después de todo son humanos—, pero, ante la pregunta, tienen la costumbre frecuente —y muy filosófica— de hacer que uno se fije en la amplia gama de servicios públicos que los impuestos hacen posible.
La atención sanitaria, por ejemplo, es universal y ha sido considerada por el estudio Global Burden of Disease (Estudio sobre la carga mundial de morbilidad) como una de las mejores y más igualitarias del mundo. En 2017, la asistencia sanitaria le costó al gobierno finlandés 20 600 millones de euros, y el gasto anual por habitante fue de 3 742 euros. (En el momento de publicarse este artículo, el informe oficial de 2017 es el más reciente que el Instituto Finlandés para la Salud y el Bienestar ha publicado). En comparación, el Reino Unido gastó el equivalente a 3 366 euros por habitante ese mismo año, mientras que Japón gastó 3 486 euros, Canadá 4 136 euros, Alemania 4 459 euros, Suecia 5 096 euros y EE. UU. 8 519 euros.
Los impuestos también ayudan a la educación en todos los niveles, así como a las prestaciones para las personas desempleadas o con discapacidades, y a una amplia gama de instituciones culturales, como la ópera, el ballet o el sistema de bibliotecas, en el cual, solo en 2018, Finlandia gastó cerca de 58 euros por habitante.
Beneficiar a las familias
El sistema finlandés podría considerarse también como una póliza nacional de seguros para los períodos más vulnerables de la vida de las personas, lo que se pone de manifiesto especialmente en el momento de nacer los hijos y durante su crianza.
Si decide formar una familia, Annika acudirá a regularmente una clínica de maternidad unas 12 o 15 veces durante su embarazo, sin costo alguno. Las primeras clínicas de maternidad se fundaron en 1922, y el sistema fue integrado en la legislación nacional en la década de los 40 del pasado siglo.
Tras dar a luz, Annika y su familia visitarán un centro de salud infantil a intervalos programados (normalmente en el mismo lugar que la clínica de maternidad), para revisar el estado de salud y el crecimiento de su hijo: ocho veces durante el primer año, cuatro veces durante el segundo y tercer año, y más tarde una vez al año, hasta que el niño comience a asistir a la escuela.
La cobertura integral para las madres y los bebés es el factor determinante de las baja tasa de mortalidad infantil de Finlandia. En 2018 esta fue de 2,1 muertes (niños menores de un año) por cada 1 000 nacimientos.
Todas las futuras madres reciben un lote de maternidad con suficiente antelación a la fecha de parto. Se trata de una caja de gran tamaño que contiene numerosos artículos, necesarios para que la familia comience su nueva rutina diaria con el bebé: ropa de cama, pequeñas tijeras para uñas y ropita para todo tipo de temperaturas, incluso las más bajas durante el invierno.
Contribuyentes felices
Por extraño que parezca, los impuestos pueden ser parte de la razón por la que Finlandia ocupó el primer lugar en el World Happiness Report (Informe sobre la felicidad mundial) en 2018 y 2019. El citado índice define la felicidad en términos de satisfacción general en la vida, en lo cual influyen mucho la seguridad y la cohesión social.
«Yo diría que en realidad los finlandeses son unos contribuyentes bastante felices», afirma Frank Martela, experto en Investigación sobre el Bienestar de la Universidad Aalto.
Según la encuesta de actitud encargada por la Agencia Tributaria en 2019, el 80 % de los finlandeses están contentos de pagar sus impuestos, el 96% cree que se trata de un deber cívico importante y el 98 % cree que los impuestos son importantes para el mantenimiento del estado de bienestar de Finlandia.
«Los finlandeses aprecian lo que reciben de la sociedad y reconocen que los impuestos son la manera de financiar la sociedad», dice Martela. «Por eso la mayoría de la gente está sorprendentemente contenta de pagar impuestos». Y añade: «En lugar de ser una fuente de frustración, los impuestos pueden ser una fuente de orgullo para muchos».
Sólo el 31% de los encuestados dijeron sentirse decepcionados con la cantidad de impuestos que tenían que pagar. En una encuesta similar a sujetos pasivos del impuesto de Sociedades, el 86% dijo que sus empresas guardaban una actitud positiva hacia los impuestos, mientras que el 95% opinaba que hacer lo correcto valía la pena.
Flexibilidad en la vida
Incluso el papeleo para pagar los impuestos es menos engorroso en Finlandia que en otros muchos países. En primavera todo el mundo recibe una declaración precumplimentada, y si uno está de acuerdo con ella y no tiene nada que añadir, ya no hay que preocuparse. No hace falta enviar o o presentar nada más. Si hubiera que modificar algo, se puede hacer cómodamente de manera virtual.
Finlandia acude cada cuatro años a las urnas para elegir un nuevo parlamento, siendo la relación entre los impuestos y los servicios públicos uno de los temas que los votantes siempre tienen en mente. Sea cual sea el programa del gobierno, este trabajará dentro de la tradición nórdica de igualitarismo y pragmatismo altamente organizado, lo que indica que también en el futuro seguirá dándose el deseo de disfrutar de muchos de estos servicios públicos.
Volviendo a Annika y su familia: En el hospital, tras el parto, Annika, su pareja y su bebé disfrutarán de unas condiciones casi al nivel de las de un hotel. Tanto las madres como los padres tienen derecho a un permiso parental remunerado: cierta cantidad de días se reservan para la madre o el padre, mientras que cualquiera de ellos podrá utilizar el resto.
Annika podrá optar por quedarse en casa con su hijo hasta que este cumpla tres años, y mientras recibirá una prestación. Si así lo desean, el padre del bebé podrá quedarse en casa durante gran parte de ese tiempo. Si la relación de Annika se viera afectada por el estrés, ella y su pareja podrán recibir asesoramiento.
Cuidarnos unos a otros
Más tarde, el niño asistirá a la guardería y luego a la escuela, donde tendrá derecho a una comida diaria, estilo casero. La escuela es gratuita, y por la guardería los padres pagan una cuota mensual muy razonable, ajustada a su nivel de ingresos y al número de hermanos que acudan a esta. (En el momento de publicarse este artículo, la cuota mensual máxima en Helsinki para las familias con los ingresos más altos es de 289 euros por el niño más pequeño y de 145 euros por el hermanito que le antecede en edad. Para las familias con el nivel de ingresos más bajo, la guardería es gratuita).
Las escuelas finlandesas son motivo de orgullo nacional y reflejan el espíritu del país: en las clases impera el nivel mixto, es decir, que los alumnos más aventajados ayudan a los compañeros con dificultades, en lugar de estudiar separados. Eso aumenta y garantiza la igualdad en el aprendizaje.
Las universidades y otras instituciones educativas, como los institutos de formación técnica, también son gratuitas, y los estudiantes reciben una prestación mensual de subsistencia. Si más adelante Annika desea cambiar de carrera de una manera flexible, encontrará el apoyo y la educación que se lo permita.
Además, Annika es consciente de que al pagar sus impuestos lo que hace es ayudar a cuidar de los demás: cuando la sociedad cuida de todos sus ciudadanos, todos nos beneficiamos.
Como estos mecanismos son visibles en la vida diaria, los impuestos adquieren un significado tangible, y lo que uno opine de ellos carece de importancia.
Por Eric Bergman, marzo de 2020