Los voluntarios finlandeses luchan contra el plástico

A orillas del Báltico, los voluntarios que limpian las playas de Hanko están logrando sensibilizar a sus conciudadanos sobre los peligros del plástico y otros residuos en la costa de Finlandia y sus alrededores.

«La playa es mi sala de estar, el mar mi televisión». Con este eslogan informal, Inkeri Pekkanen describe su encomiable manera de pasar el tiempo libre, nada menos que limpiando las playas de su ciudad natal, Hanko, en el extremo sur del territorio continental de Finlandia.

Situada en la punta de una península de arena sobre la que se levantan magníficas villas de madera, Hanko posee algunas de las playas más bonitas del país. La misión de Inkeri Pekkanen, tal como ella proclama, es mantener su limpieza, difundiendo al mismo tiempo la vulnerabilidad del mar Báltico y el daño que los residuos del plástico y demás basuras causan al medio ambiente.

Despertar las conciencias

Dos mujeres posan acuclilladas detrás de varias cajas y recipientes repletos de basura plástica.

Inkeri Pekkanen (izda.) y Johanna Sandin muestran la impresionante cantidad de residuos plásticos que han recogido en la costa de Hanko en un solo año. Foto: Tim Bird

Además de sus frecuentes expediciones de limpieza de playas en tierra firme y en el archipiélago circundante, Inkeri Pekkanen lleva su pasión a la práctica a través de su popular canal de Instagram, @roskapostia_hangosta, cuyo nombre significa “correo basura desde Hanko”.

La concienciación es la base de la estrategia de Pekkanen, cara visible de la cada vez mayor comunidad de limpiadores de playas, en el Báltico y en otras regiones marítimas, los cuales utilizan las redes sociales para poner al descubierto toda la variedad y cantidad de residuos que van a parar a las vías fluviales en todo el mundo.

Una sorpresa desagradable

Varias casetas de madera pintadas a rayas de colores en una playa durante un día claro y soleado.

Las famosas playas de Hanko y sus casetas al viejo estilo no resultarían tan idílicas si la arena estuviera cubierta de basura plástica. Foto: Ismo Pekkarinen/Lehtikuva

La estrategia de Pekkanen consiste más en informar que en predicar. «Empecé a hacer esto cuando me mudé a Hanko, en 2014», dice. «Mucha gente de aquí va a la playa casi todos los días, y yo también lo hacía. Me di cuenta de que el mar arrastraba basura a las playas y de que solo unas pocas personas se preocupaban por limpiar las islas».

«Quería que los demás vieran lo que yo estaba viendo. Para mí fue una gran sorpresa, no era consciente del problema que representaban los residuos plásticos en el mar Báltico».

Su objetivo de concienciación ha captado el interés de organizaciones como el WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) y el Instituto Finlandés de Medio Ambiente. Ambos organismos están colaborando con Pekkanen para informar a la gente sobre cómo los nurdles o “lágrimas de sirena” –las microesferas con que se fabrican los artículos de plástico– logran entrar en el ecosistema al ir a parar al mar de manera accidental o deliberada. Además, una vez en el agua, atraen y acumulan concentraciones de sustancias químicas tóxicas. Las aves y los peces pueden confundirlas con comida, con consecuencias nefastas para ellos mismos, sus crías y los demás eslabones de la cadena alimentaria.

Almacén de residuos

Varios recipientes que contienen montones de basura plástica.

Los limpiadores de playas encuentran de todo, desde tapones de botellas (arriba a la derecha) hasta cartuchos de escopeta usados (abajo a la derecha). Foto: Tim Bird

En su campaña contra la basura, Inkeri Pekkanen también ha colaborado con una fotógrafa especializada en la naturaleza, su amiga Johanna Sandin, en cuyo garaje se acumulan montones de cajas repletas de objetos recogidos en las playas de Hanko, clasificados y codificados por colores.

Hay una caja con 1700 cartuchos de escopeta usados, un tarro con 536 tapones para los oídos y otros recipientes llenos hasta los topes de colillas, más de 1000 bastoncillos de algodón, unos 11 000 nurdles y 1000 tapones de plástico para los oídos.

Entre otros objetos recogidos hay un dron y un fragmento de dentadura postiza. Algunos de los más preocupantes son los fármacos y las medicinas, que podrían haber sido encontrados por niños o animales, con consecuencias nefastas.

Un mar de imágenes

Un rostro hecho de basura de plástico con pelo gris, ojos rojos y una boca por la que salen un montón de tapones de espuma.

Esta escultura de Johanna Sandin está hecha con residuos plásticos recogidos en Hanko: las redes de pesca hacen de pelo, las tapas de botellas son los ojos y un par de puñados de tapones para los oídos hechos de espuma hacen de vómito. Obra y foto: Johanna Sandin

«Estaba editando mis fotos de paisajes marinos, cuando me fijé en la basura de las playas», nos cuenta Johanna Sandin, que imparte talleres de concienciación sobre la basura en las escuelas de la zona. «Se me ocurrió que el plástico podía ser el tema de mi próxima exposición. Siempre recojo basura cuando salgo a trabajar, y tengo la impresión de que en Hanko mucha gente lo está haciendo más que nunca. Me enteré de lo de Inkeri por el periódico y pensé que tal vez ya no tendría que ocuparme yo sola de recogerla».

Johanna Sandin ha realizado exquisitas imágenes con los objetos de plástico encontrados en las playas, y las ha fotografiado. Presentó sus fotos en una exposición titulada Washed Ashore (Traído por la marea) en lugares como Sanomatalo, en Helsinki, y el Centro Marítimo de Vellamo, en la ciudad de Kotka, en el sureste de Finlandia. Las exposiciones están relacionadas con #OURSEA, una campaña benéfica gestionada por la empresa Moomin Characters Ltd. cuyo objetivo es participar en la limpieza del mar Báltico.

Procedencias diferentes

Un tarro lleno de microesferas de plástico.

Los “nurdles” o “lágrimas de sirena” son microesferas de plástico de uno a cinco milímetros de diámetro, que suelen utilizarse en la fabricación de artículos de plástico, y son una fuente considerable de contaminación. Foto: Tim Bird

La motivación de Inkeri Pekkanen y Johanna Sandin crece al comprobar que la basura es cada vez más escasa en las playas de la costa de Hanko, pero señalan que el esfuerzo sería mucho mayor si, en lugar del Báltico, que es un mar relativamente aislado, se tratara de limpiar la costa de un país rodeado por un océano.

Ambas admiten que parte de la basura se origina localmente: cazadores que olvidan recoger sus cartuchos usados –o pasan de hacerlo– o trabajadores portuarios que se deshacen de sus tapones. Sin embargo, la procedencia es amplia y está muy extendida, debido a que Hanko está expuesto a vientos predominantemente del suroeste, los cuales arrastran a la costa la basura de otras regiones del Báltico.

Pero, aparte de empezar eliminando la basura como se debe, ¿qué podemos hacer para mejorar la situación? «No es necesario hacer lo mismo que nosotras», comenta Pekkanen, «cuando salgas a pasear, bastará con que recojas un par de cosas. Eso te hará sentir bien, ¡y la verdad es que todo ayuda!».

Por Tim Bird, julio de 2021.