Alvar Aalto, el arquitecto y diseñador más famoso de Finlandia, dijo en cierta ocasión: “La forma debe tener un contenido y el contenido debe estar relacionado con la naturaleza”. Las nuevas saunas junto al mar de Helsinki podrían contemplarse como este sentir hecho monumento. Aunque, en cuanto a diseño, Löyly, Allas Sea Pool y Kulttuuri Sauna sean ambiciosas, expresan el respeto por el paisaje que las rodea, invitando a los visitantes a conectar con el helado mar Báltico y el ardiente vapor de la sauna.
Löyly —mejor que un finlandés le enseñe a pronunciarlo, porque es casi imposible— es una digna muestra de la arquitectura finlandesa en madera. Diseñada por Avanto Architects, esta ecosauna de baja altura, que ha sido construida con madera certificada por el FSC (Consejo de Administración Forestal), ocupa una franja de la orilla de Hernesaari, una antigua zona industrial que actualmente se halla en proceso de remodelación.
Vapor y vistas al mar
Los arquitectos querían diseñar una estructura orgánica que con el tiempo se fusionara con su entorno natural. Los listones de pino con tratamiento térmico forman una cubierta protectora con aberturas horizontales por las que entra la luz y se puede ver el mar. Con el tiempo, la madera se volverá gris, del color de las rocas que rodean al edificio.
En finés, se llama löyly a la ola de vapor que surge de las piedras calientes al arrojar agua sobre ellas. Los finlandeses también usan esta palabra para referirse en esencia a la sensación que se experimenta en la sauna: una especie de limpieza espiritual. Si lo deseas, puedes comprobarlo en las dos saunas principales de Löyly: una —la normal— de leña, y la otra de humo, que te dejará un aroma dulce en la piel. Y nada más tonificante, incluso en invierno, que alternar ambas saunas con un baño en las gélidas aguas del Báltico.
Hombres y mujeres comparten las saunas en Löyly, por lo que el traje de baño es obligatorio, una diferencia notable con respecto a la sauna finlandesa tradicional, en la que siempre se está desnudo. Las instalaciones incluyen también un restaurante y un lounge en el que la bebida estrella es el champán.
Nadar en el puerto
Allas Sea Pool es justo lo que su nombre indica —allas pude traducirse como “cuenca” o “piscina”— y ofrece una oportunidad única para darse un baño urbano en pleno corazón de Helsinki.
Las instalaciones de este balneario —un complejo construido enteramente con madera de abeto finlandés y diseñado por los arquitectos Huttunen-Lipasti-Pakkanen en cooperación con Marinetek Finlandia — incluyen saunas, piscinas exteriores, una plataforma flotante y un centro recreativo, todo ello nada menos que en el puerto de Helsinki.
Dos de las tres piscinas abren durante todo el año, un detalle que marca la diferencia. Durante el invierno, la piscina de agua de mar filtrada se mantiene a su temperatura natural, atrayendo a los nadadores más intrépidos, mientras que la piscina de agua dulce se mantiene a 27º C, una temperatura mucho más agradable para algunos.
Desde la piscina y la plataforma flotante se puede ver el tráfico de los ferris que cruzan la bahía frente a la animada plaza del mercado, así como El Palacio Presidencial y otros monumentos arquitectónicos, mientras la famosa noria SkyWheel, gira al fondo.
Las dos saunas —una en el lado de las mujeres y otra en el de los hombres— se calientan por medio de estufas de leña. Para cumplir con el tradicional protocolo finlandés, hay que quitarse el traje de baño antes de entrar en ellas, al contrario que en Löyly.
La autenticidad urbana, por encima de todo
A principios del siglo XX había docenas de saunas públicas en Helsinki. La gente acudía a ellas en una época en la que casi nadie disponía de cuarto de baño propio, antes de que tener un piso equipado con sauna se convirtiera en algo habitual. Visitar una sauna era también un acontecimiento social.
La popularidad de las saunas públicas sufrió un descenso a medida que los ingresos —y con ellos el acceso a las saunas privadas— aumentaron. Hoy en día, sólo quedan algunas de las más antiguas, recordatorios de un sentimiento de pertenencia a la comunidad que ha ido desapareciendo con el paso del tiempo.
En el viejo barrio obrero de Kallio hay dos auténticas saunas de 1920 que siguen funcionando: Kotiharju y Arla. Las temperaturas en Kotiharju —que sigue calentándose con madera— no son para gente con el corazón delicado y lo mismo puede decirse de Arla, que se encuentra a tan sólo unas manzanas de distancia. Unas pocas paradas de tranvía más allá, Sauna Hermanni es otra de las favoritas desde los viejos tiempos. Ha sido renovada recientemente y redecorada con muebles típicos de la década de los 50, en consonancia con su original ambiente. En Kotiharju, Arla y Sauna Hermanni hay saunas separadas para hombres y mujeres.
Y llegamos a la más elegante de las antiguas casas de baños, la Piscina Municipal de la calle Yrjönkatu, en el cetro de Helsinki, que fue construida en 1928 y cuyas instalaciones incluyen dos saunas (una de leña y otra eléctrica) y un baño de vapor, además de cabinas privadas de descanso con vistas a la piscina de bello mosaico azul, la cual está flanqueada por arcos de dos pisos de altura. Los horarios están divididos en días alternos para hombres y mujeres y el traje de baño es opcional.
Sauna con conexiones culturales
El actual resurgimiento de las saunas públicas en Helsinki se remonta a 2012, año en que la ciudad fue Capital Mundial del Diseño. El proyecto Kulttuurisauna (Sauna de la Cultura) estuvo estrechamente ligado a dicha celebración y abrió sus puertas en 2013.
Hacía medio siglo que no se construía una sauna pública en Helsinki, hasta la llegada de Kulttuuri Sauna, cuyo modesto pero exquisitamente diseñado edificio parece haberse posado a la orilla del mar, frente a las estructuras de hormigón que caracterizan al barrio de Merihaka. El arquitecto Tuomas Toivonen y la artista Nene Tsuboi crearon un edificio blanco, compacto y de una sola planta, equipado con habitaciones iluminadas con velas y una estufa de pellets de madera que emite un calor intenso y perfecto.
La sauna y su entorno propician una experiencia íntima y casi zen, cuyo colofón puede ser un baño en el Báltico. Aunque la ciudad parezca rodearlo todo a medida que uno se interna nadando en el mar —a un lado puede verse una central termoeléctrica y al otro el respetable barrio de Kruununhaka—, uno se siente muy alejado del ajetreo de la vida urbana. Un vaso de potente zumo de bayas de tyrni (espino cerval de mar) es el elixir ideal después de la sauna.
Aunque el renacimiento de la sauna pública sea motivo de celebración, la mayoría de los finlandeses te dirá que no hay nada comparable a una sauna escondida en algún recóndito bosque, a orillas de un lago o del mar. Si tienes la oportunidad de visitar una, tal vez llegues a comprender la esencia del alma finlandesa.
Por Karen MacKenna, octubre de 2016