Cada 6 de diciembre se celebra una de las fechas más inspiradoras para los finlandeses: el Día de la Independencia. (intente pronunciarlo en finés : Itsenäisyyspäivä.) La nación se independizó en 1917. Nuestro reportero estadounidense nos relata sus experiencias de la celebración.
Me parece interesante que esta fiesta sea una combinación de solemnidad y placer. Vista desde su lado más solemne, hay discursos patrióticos, visitas a cementerios, homenajes en los monumentos en memoria de los caídos de la guerra y ceremonias religiosas especiales. Vistiendo las gorras blancas tradicionales y portando antorchas, los estudiantes de Helsinki hacen a pie el recorrido desde el cementerio de Hietaniemi hasta la Plaza del Senado, donde siempre hay discursos y música. Ese mismo día, el Presidente otorga medallas y condecoraciones a varios miles de ciudadanos como premio a sus destacados logros.
En un plano menos solemne, los finlandeses encienden velas azules y blancas en las repisas de sus ventanas, en las confiterías se pueden comprar pasteles azules y blancos, las tiendas están adornadas en azul y blanco y hay banderas azules y blancas por todas partes. La televisión emite constantemente música patriótica y animadas tertulias y –cómo no- el mítico film, El Soldado Desconocido, una emocionante historia situada durante la Segunda Guerra Mundial y basada en la novela homónima del escritor Väinö Linna.
Todo el mundo está de buen humor
Los finlandeses están generalmente de buen humor en este día y les gusta disfrutar de una comida festiva, acompañados de la familia o de amigos. La primera vez que celebré el Día de la Independencia, acudí con algunos de mis compañeros de estudios a un restaurante agradable, donde disfrutamos de una deliciosa comida finlandesa.
Durante la cena, la conversación giró alrededor del significado de la libertad y la historia de Finlandia. Antes de su independencia y durante 108 años, Finlandia fue Gran Ducado autónomo dentro del Imperio ruso, y con anterioridad formó parte Reino de Suecia. Durante la Segunda Guerra Mundial, los finlandeses tuvieron que defender con uñas y dientes su libertad.
También hablamos de temas más superficiales, disfrutamos de la comida y saboreamos un poco de vino. La tertulia me pareció una experiencia muy edificante y elegante, algo digno de repetirse.
El Día de la Independencia, numerosos eventos sociales, formales e informales, se celebran en todo el país. Sin embargo, el más destacado de todos ellos será por la noche, cuando el presidente ofrezca la recepción del Día de la Independencia, una fiesta de gala para vip e invitados especialmente seleccionados: oficiales de alto rango militar, políticos, funcionarios de la policía y diplomáticos, así como atletas destacados, artistas y activistas. El evento se retransmite por la televisión nacional y, al parecer, la mitad de los finlandeses lo ven.
Los reporteros de televisión van haciendo comentarios sobre los invitados –unos dos mil- a medida que estos van desfilando para saludar al presidente y su esposa, y van pasando a la gran sala. Desde sus hogares, los finlandeses van añadiendo sus propias observaciones: “¡lleva un vestido increíble!”, “¡pero si ni siquiera se ha puesto corbata!”, “¡hay que ver, cómo ha adelgazado!”, “¿quién es la mujer que va con él?”.
Fascinación y especulaciones
Más tarde, a los sones de la orquesta, los espectadores verán cómo los invitados bailan, comen y beben. Los periodistas deambulan entre ellos, entrevistando a los más famosos acerca de lo que piensan sobre la independencia. Por lo general, las respuestas que dan son interesantes, aunque tampoco nada del otro mundo.
Llegado cierto momento de la fiesta, las cámaras se apagan, y la prensa tiene que dejar de informar. Lo que sucede a partir de ese instante es fuente de especulaciones en todo el país, y los tabloides se pasarán la semana siguiente alimentando la curiosidad de los lectores a base de cotilleos, generalmente muy jugosos.
A la mujer de uno de mis amigos le fascina de tal modo la recepción presidencial del Día de la Independencia, que en cierta ocasión insistió en acudir al Palacio Presidencial y colocarse lo más cerca posible de la entrada, para poder ver a los famosos bajarse de sus taxis.
“¿No te parece emocionante?”, le preguntó a mi amigo. “Bueno, a lo mejor, si no fuera por el frío que hace y la nevada que está cayendo”, contestó él. A lo que ella respondió: “¡Anda, no te quejes! ¡Uy, mira quién se está bajando de ese coche!”. Y así se pasaron toda la noche…
Celebraciones alternativas
Por otro lado, a algunos finlandeses no les gusta el hecho de que se celebre la recepción. Suelen reunirse frente al palacio, agitando pancartas y gritando en contra de la desigualdad social o sobre otros temas de la actualidad política. El número de participantes suele ser muy reducido.
Luego están los que organizan recepciones y bailes alternativos. Algunos, incluso, celebran cenas del Día de la Independencia en sus casas, a las que los huéspedes acuden de etiqueta, y donde se cena suntuosamente, acompañando la comida de vino espumoso y con las imágenes de la recepción presidencial de fondo, en sus televisores.
También los escolares finlandeses tienen la oportunidad de celebrar su propia Gala del Día de la Independencia. En Helsinki, el alcalde invita a todos los estudiantes de cuarto grado de la ciudad a la Casa Finlandia, el emblemático edificio diseñado por Alvar Aalto. Mis hijas acudieron a la ocasión con elegantes vestidos y hasta fueron a la peluquería. Incluso fueron acompañadas por sus “caballeros”… Seguro que para muchos de los chicos era la primera vez en su vida que se ponían una corbata. ¡Todo un acontecimiento, para unos críos que solo tienen diez u once años!
Todo el mundo celebra a su manera la independencia de Finlandia. Lo más importante de la celebración es el coraje con que el país luchó para ganarse su libertad y con qué constancia la ha mantenido. Los finlandeses aprenden desde edad temprana que la libre determinación no es algo que deba darse por sentado. Y eso es lo que se les recuerda cada año, el 6 de diciembre.
Por Russell Snyder, noviembre 2014