Papá Noel es el héroe indiscutible de la Navidad. Y como todo el mundo sabe, vive en el norte de Finlandia, desde donde se dedica a repartir felicidad cada año por Nochebuena, llegando hasta los lugares más recónditos del planeta.
Korvatunturi, la montaña de la Laponia finlandesa donde Papá Noel (Joulupukki) tiene su hogar, se halla situada a 1.000 km al norte de la capital. Allí vive con su esposa y cientos de gnomos y desde la cima de su montaña se dedican a escuchar los deseos de todos los niños del mundo.
Para los niños finlandeses, la cuenta atrás para la Navidad comienza durante el Adviento, que es cuando se decoran todas las calles. Chicos y grandes disfrutan del placer de ir abriendo las ventanitas de sus calendarios, una por cada día de espera, hasta la llegada de la Nochebuena. Tras cada ventana se ocultan pequeños tesoros, como dibujos navideños de gran delicadeza o, quién sabe, tal vez chocolatinas o alguna otra delicia o regalito.
Durante el Adviento, así como durante otras épocas del año, Papá Noel tiene tiempo de dejarse ver y de repartir la alegría de la Navidad por todas partes, en Finlandia y más allá de sus fronteras. La gente suele preguntarle por los gnomos que trabajan con él, y en los países más cálidos también sienten curiosidad por los renos y la nieve.
El resplandor de la nieve y el frío
La nieve cubre totalmente la Laponia Finlandesa de noviembre hasta finales de la primavera, a menudo hasta el mismo mes de mayo. ¿Qué les cuenta Papá Noel a quienes sienten curiosidad por la nieve? Pues… se la describe lo mejor que sabe y les habla también del frío.
La nieve es una sustancia blanca formada por copos, los cueles están hechos de cristalitos de hielo. Con ella se pueden hacer muñecos, castillos, bolas e incluso esculturas, si uno es habilidoso. En los días más hermosos del invierno, los copos de nieve caen flotando hasta llegar al suelo, como si de un sueño se tratara.
Las temperaturas pueden bajar hasta los -30ºC, y entonces la nieve cruje bajo los pies cuando andas, un poco como sucede con las vigas de las casas de madera, que también se quejan cuando hiela. Pero, sorprendentemente, si lo comparamos con el sur de Finlandia, en Laponia no parece hacer tanto frío. El mar helado del sur y las nevadas del norte hacen que uno lo sienta de manera diferente.
La nieve le facilita a Papá Noel el transporte de los regalos. Se desliza velozmente sobre ella en su trineo tirado por retozones renos, con Rodolfo a la cabeza.
Nuestros amigos los renos
El reno más famoso de Papá Noel es Rodolfo, fácil de identificar por su nariz colorada. Pero Papá Noel no llegaría nunca a tiempo de repartir sus regalos por todo el mundo si sólo tuviese a Rodolfo, que no es más que unos de sus muchos renos.
Todos los renos que tiran del trineo son machos y pesan cerca de 100 kg. Son lo suficientemente fuertes como para tirar a lo largo de enormes distancias de Papá Noel y de su trineo, lleno a rebosar de regalos. Rodolfo es especialmente importante, ya que su roja nariz sirve para iluminar la marcha durante las oscuras noches del solsticio de invierno en que Papá Noel tiene que viajar.
Las crías de reno suelen pesar unos cinco kg en el momento de nacer, a finales de primavera. Crecen con gran rapidez, alimentándose de los líquenes y de las sabrosas setas que crecen en los páramos del norte de Finlandia durante el otoño.
Para los turistas que visitan Laponia, resulta toda una experiencia darse un paseo en un trineo tirado por renos y disfrutar de la emoción de deslizarse por la nieve.
Un hogar lleno de gnomos
Si no le toca viajar o hacer una de sus múltiples apariciones públicas, Papá Noel lleva una vida muy tranquila y casera. Tanto su esposa, como él y los gnomos, comen mucho salmón, saludables gachas de avena y sabrosas bayas de Laponia.
Papá Noel y su familia no son los únicos que se han beneficiado de la inestimable ayuda de los gnomos a lo largo de los siglos. La tradición de los gnomos caseros tiene más de 2.000 años. El gnomo casero siempre ha sido y será el silencioso espíritu protector del hogar.
El Finlandia, los gnomos siempre han estado dispuestos para guardar y echar una manita a aquellos que viven en el campo o en el bosque. Calientan las saunas, vigilan y atienden a los niños, el grano almacenado en los silos y el ganado y los caballos en sus establos. Y con los gatos y los perros se llevan a partir un piñón. El hábitat natural de los gnomos son las casas viejas, donde se sienten a sus anchas.
Los finlandeses aprecian mucho a los gnomos y agradecen sus servicios con comida. En muchas casas no les falta su plato de gachas de arroz en Nochebuena y, aunque les parezca extraño, a la mañana siguiente el plato suele aparecer reluciente…
Por Sinikka Salokorpi