“Eso no se puede decir, creo yo”, comenta Pentti Sammallahti, frente a una gran foto en blanco y negro expuesta en la K1, la galería que el Museo Fotográfico de Finlandia gestiona en el centro de Helsinki.
Es la noche de la inauguración de su exposición Me kaksi (Nosotros dos, abierta hasta el 25 de febrero de 2024) y así es como Sammallahti responde a Erja Salo, comisaria de la exposición, que acababa de contar, y cita, que una importante revista especializada lo califica como “el fotógrafo finlandés más apreciado de su generación”.
Un par de minutos más tarde, el fotógrafo (nacido en 1950) provoca las risas de los asistentes al volver a mostrarse innecesariamente modesto cuando dice: “Nunca he aceptado encargos, todo esto no es más que una especie de afición”.
“¿Tú estás oyendo cómo se ríe la gente?”, le replica Salo.
“Pero si es verdad”, afirma Sammallahti. “Nunca tengo que forzar las cosas. Si salgo a hacer fotos y no consigo nada, pues no pasa nada. Si fuera un profesional, tendría que conseguir algo, independientemente de las circunstancias”.
El poni y el pájaro
La carrera de Sammallahti se ha desarrollado a lo largo de casi seis décadas, contando sus casi 20 años de profesor de Fotografía en la Universidad de Arte y Diseño de Helsinki. Encajaría en la idea de “profesional” que pueda tener cualquiera, a pesar de no ser fotógrafo de prensa.
La exposición reúne desde fotos del tamaño de una postal, hasta panorámicas más extensas, todas ellas en blanco y negro, y es el mismo Sammallahti quien las revela en el cuarto oscuro, algo que constituye un arte en sí mismo.
En la mayoría de las fotografías de Me kaksi aparecen parejas, ya se trate de personas, árboles, pájaros, caballos, perros o gatos. En algunas, la relación es literal: un gatito se asoma desde dentro de la chaqueta de un niño, dos caballos frotan sus hocicos, una pareja se abraza en una escalera al borde del agua, dos niños duermen en una hamaca durante un día de verano.
En otras, la habilidad de Sammallahti para encontrar exactamente el momento y el ángulo adecuados para pulsar el obturador logra una imagen que de alguna manera implica complicidad. Un poni mira a un pajarillo, parece sonreírle o hablarle desde el otro lado de una línea del pavimento. O dos palomas pasan junto al reflejo de una estatua en un estanque.
Acerca del título de la exposición, el artista dice: “Podría haber hecho referencia al cielo, los árboles, los pájaros o los perros. En realidad, la mayor parte de mis fotos pueden encuadrarse en muchos temas diferentes”.
Un mundo de fotos
En algunas de sus fotos las siluetas se destacan sobre un paisaje nevado o un cielo brumoso. Pájaros oscuros aparecen posados sobre trozos de hielo blanco que flotan en aguas negras. En la oscuridad de un parque nevado de Helsinki, unas personas arrastran pequeños trineos junto a dos enormes árboles. Sobre el trasfondo de una cordillera lejana, una persona a caballo contempla una cabaña a lo lejos, a través de una extensión nevada. Pero también funciona a la inversa, como en la imagen en la que un caballo blanco destaca sobre un bosque en penumbra.
La información que figura junto a las fotografías da una idea de lo lejos que ha llegado Sammallahti con su cámara: Shetland, Sudáfrica, Siberia, Vietnam, Nepal, India, Georgia, Ucrania, Egipto, Bulgaria, Hungría, Francia, Irlanda y muchos lugares más.
Cuenta la historia de cómo tomó –o “recibió”, como él prefiere decir– una de sus fotos, en 1991, en Vuokkiniemi, un pueblo situado en la zona de Viena, en el norte de Carelia, una región que se extiende más allá de la frontera entre Finlandia y Rusia. El fotógrafo iba circulando por una carretera cuando vio un coche que se había quedado atascado y cuyas ruedas patinaban en el barro.
“Vinieron unos chavales a empujar y los perros no paraban de ladrar”, explica. “Dos niñas repararon en mi cámara –por aquel entonces no había una sola cámara en todo el pueblo –y se entusiasmaron tanto que corrieron a meterse en la foto”.
Las frases que aparecen en las paredes de la galería son fruto de la larga experiencia de Sammallahti como fotógrafo y profesor, y dan algunas pistas sobre su forma de pensar. Una de ellas dice: “Las mejores imágenes rara vez se planean o se esperan, sino que son el resultado de momentos en los que se da una afortunada coincidencia”.
Por Peter Marten, noviembre de 2023