La fotógrafa finlandesa Meeri Koutaniemi regresa a sus orígenes

Dondequiera que vaya, la galardonada fotógrafa Meeri Koutaniemi saca fuerzas de la naturaleza finlandesa, y nunca deja de buscar ese árbol perfecto al que trepar. En este artículo encontrarás algunos de sus trabajos fotográficos más impresionantes.

Meeri Koutaniemi, 35, permanece inmóvil, es pleno invierno y está de pie dentro de un lago, concentrándose en respirar y mantener la mente en calma. Al cabo de unos minutos, sale del agua helada y entra en una sauna caliente.

Este ritual casero tiene lugar en Kuusamo, al norte de Finlandia, donde Koutaniemi creció y adonde anhela escaparse cada vez que sus viajes por todo el mundo le conceden un respiro.

«La sensación que produce estar dentro del agua helada es tan intensa, que puedo conectar con ese sentimiento esté donde esté».

Alcance mundial

En picado, se ven varios pisos de una escalera de caracol ornamentada, con una mujer sentada en uno de los peldaños.

Rejika, de la India, sentada en las escaleras de un hotel de Nepal. De joven trabajó como esclava kamalari, hasta que fue liberada con la ayuda de la ONG Plan Nepal. La esclavitud kamalari es una forma de servidumbre sufrida durante décadas por decenas de miles de niñas que terminaban siendo esclavas domésticas en hogares de las castas superiores.Foto: Meeri Koutaniemi

Para Koutaniemi, ese “dónde” puede estar en las tierras tribales del pueblo masái de Kenia o en una cárcel de mujeres en El Salvador. Armada de curiosidad y una cámara, tiene el don de encontrar proyectos de no poca relevancia: trabajos que abordan temas de peso como los derechos humanos, la igualdad y el desafío frente adversidades abrumadoras.

«Vaya adonde vaya, me inspira la resiliencia que veo en la gente que me encuentro».

Su proyecto de más duración —ya lleva diez años— trata sobre la mutilación genital femenina en distintos continentes. «He estado en 12 países documentando el tema y seguiré investigando», afirma. El proyecto se centra en el activismo local.

Narradora activista

Imagen de perfil de un niño inclinado hacia delante y que va ataviado con una piel de oso que le cubre los hombros y la cabeza.

Un niño “findian” que va ataviado con el pellejo de un oso, hace una reverencia. Se cree que la piel confiere al portador poderes animales. Los “findians”, descendientes de colonos finlandeses e indígenas norteamericanos, habitan en la zona de los Grandes Lagos.Foto: Meeri Koutaniemi

Los derechos de las mujeres y las niñas encienden el fuego activista en los ojos de Koutaniemi. Con tan solo proporcionar a las niñas el acceso a la educación, se pueden combatir problemas de gran envergadura como la superpoblación, la desigualdad económica y el cambio climático Los estudios demuestran que las mujeres mejor formadas tienden a estar más informadas sobre aspectos como la nutrición y la atención sanitaria y tienen menos hijos y más sanos; además, es más probable que participen en el mercado laboral y obtengan mayores ingresos.

«Tenemos que apoyar el cambio a nivel local», afirma. Las cuestiones de igualdad rara vez mejoran sin luchar.

«Por ejemplo, el derecho al voto de las mujeres no se dio porque sí. Fueron necesarios muchos años de esfuerzo y determinación». Koutaniemi se enorgullece de que, en 1906, las mujeres finlandesas fueran las primeras del mundo en obtener el derecho al voto y a presentarse como candidatas al Parlamento, sin restricciones.   

Raíces profundas

Una mujer con sombrero de ala ancha y un jersey amarillo posa en un bosque.

“Cuando paseo por la naturaleza, siento una poderosa gratitud”, afirma Koutaniemi.Foto: Vilja Harala

La trotamundos Koutaniemi —60 países y el contador sigue corriendo— dice que siempre la acompaña su tierra natal. «Mis raíces en Kuusamo, donde crecí prácticamente en medio del bosque, me han hecho fuerte».

Todavía hoy, el bosque finlandés, con sus pinos, abetos y algún que otro abedul, es para ella el lugar de refugio que necesita para afrontar las presiones y las cargas del día a día.

«Para mí, el bosque es un lugar en el que puedo reponer fuerzas y recuperar el aliento», afirma. «Cuando paseo por la naturaleza, siento una poderosa gratitud». Le une un fuerte vínculo a los bosques del norte.

«A veces solo necesitas árboles a los que trepar», dice con una sonrisa.

Admite que este «vínculo con la naturaleza» no siempre estuvo tan claro en su mente como lo está hoy. Pero a medida que la fotografía la llevaba a los rincones más recónditos de la Tierra, sentía que algo se agitaba en su interior: un poderoso anhelo de volver a conectar con la naturaleza de su país natal.

«Tuve que viajar muy lejos para poder comprender lo que significaban los bosques para mí», dice.

Recientemente, además, ha comprado cinco hectáreas de bosque en Kuusamo, con una idea muy clara en su cabeza. «Ahora que soy la propietaria de estos bosques, puedo asegurarme de que nadie los tale nunca», dice.

Su instinto como guía

En la imagen se ve a gente que camina por una zona cubierta por varios centímetros de agua, cargando sobre sus cabezas grandes cuencos llenos de ramas y otros enseres.

Varias personas transportan mercancías en el mercado al aire libre de Dzemeni, Ghana, tras una inundación que causó enormes daños en las viviendas del pueblo.Foto: Meeri Koutaniemi

Koutaniemi ha tendido a tener un pensamiento independiente desde que era adolescente.

«Sentía que tenía que ser yo quien decidiera dónde encontrar mi vocación», dice Koutaniemi, que se hizo fotógrafa independiente a los 19 años.

Más de 15 años después, sigue sintiendo lo mismo.

«Elijo mis proyectos de forma muy intuitiva, pero también tengo en cuenta el aspecto social y político del tema».

Al mismo tiempo, no le importa correr riesgos y caerse de bruces.

«Parte del viaje es estar incompleto y experimentar el fracaso», afirma. «Que tus cimientos se tambaleen suele ser bueno». 

Toque humano

La luz del sol entra a raudales por el tejado de un edificio semiderruido e ilumina a una niña de unos diez años que está rodeada de un revoltijo de muebles viejos, entre paredes agujereadas.

La hija de Vanderley Pereira da Silva juega en un edificio abandonado cercano a su casa, en la favela Complexo do Manguinhos, en Río de Janeiro (Brasil). En el momento de hacerse la foto, su familia vivía bajo la amenaza de ser evacuada a causa de la construcción de carreteras más grandes, antes de la Copa Mundial de Fútbol.Foto: Meeri Koutaniemi

En el pasado ha visitado zonas de conflicto, siendo testigo de la magnitud de la opresión y la supervivencia. Pero ¿cómo puede una fotógrafa relacionarse con seres humanos que han visto cosas indescriptibles, sin dejarse llevar por la emoción? La fotógrafa responde diciendo que fotografiar a la gente tiene mucho que ver con la interacción humana:

«El respeto mutuo es siempre la piedra angular».

Koutaniemi afirma que su arte se centra en el lado más suave de la historia: cómo se puede aprender algo de los demás y, en última instancia, darse cuenta de algo acerca de uno mismo.

«Tenemos nuestras diferencias, pero siempre hay más cosas que nos unen que cosas que nos separan», afirma. «Lo que importa es cómo trabajamos juntos».

Por Sami Anteroinen, ThisisFINLAND Magazine 2023