¿Quién lo hubiera adivinado? Los finlandeses están entre los mayores consumidores de café del mundo, y han sido cafeteros durante décadas. Pero cada uno de ellos tiene sus propias razones para adorarlo.
Cuando Erja Korhonen se pone a hablar de café, no hay quien la pare. Esta guionista de televisión admite que no puede empezar el día sin tomarse dos buenas tazas de café de filtro al estilo típico de Finlandia, con un poquito de leche y sin azúcar. “Me gusta cómo me siento después”, dice, y acto seguido añade que es muy exigente con el café.
Habitualmente, el café finlandés se elabora con granos ligeramente tostados y su sabor es algo ácido. Sin embargo, los gustos han ido evolucionando y ampliándose ,y hoy en día, tanto los productores finlandeses como la cultura cafetera, tan en auge, intentan abarcar todos los gustos ofreciendo un abanico de variedades que van del más claro al más oscuro.
Doce kilos al año
De acuerdo con la Asociación Internacional del Café, cada finlandés consume doce kilos de café al año, lo cual convierte a Finlandia en el segundo país en el mundo en consumo per cápita de este producto. Si se calculase de otro modo, incluso podría ser el primero, ya que, aunque Luxemburgo ocupa actualmente el primer lugar, no lo hace a causa de los hábitos cafeteros de sus habitantes, sino del comercio transfronterizo que mantiene con los países vecinos.
La historia de amor entre los finlandeses y su kahvi se remonta a más de cien años. Desde principios del siglo XX, las novelas finlandesas, las artes plásticas y los ensayos comenzaron a mostrar la importancia que la bebida había adquirido en la cultura.
Hoy en día, a los finlandeses les sigue gustando contar anécdotas sobre la relación que sus ancestros mantenían con el café. Maria Oiva, otra gran amante del café, sonríe al evocar a su abuelo. “Era director de teatro en Helsinki”, nos cuenta. “Mientras estaba trabajando, su taza de café tenía que estar siempre llena. Hasta que cierto día en que se sintió mal y el médico le preguntó cuántas tazas se tomaba diariamente, mi abuelo, que no tenía ni idea, se puso a contarlas y llegó a la conclusión de que eran unas treinta y cinco. ¡Qué barbaridad!”.
Maria dice que cuando les cuenta la historia a sus amigos finlandeses, al principio suelen sorprenderse. “Pero luego se quedan un ratito pensativos y suelen decirme: “Bueno, sí, a lo mejor eso podría pasarnos también a nosotros”.
El café caliente rompe el hielo
Sin embargo, la pregunta sigue siendo por qué los finlandeses tienen semejante amor por el café. Lasse Vidman, un galardonado barista finlandés, dice que esta pasión es difícil de explicar. “En parte tal vez se deba al hecho de que vivimos en un país frío, así que no nos queda más remedio que consumir bebidas calientes y nutritivas”, apunta.
Pero también sugiere otra razón, de carácter más sentimental. “El café también está vinculado a nuestros mejores recuerdos. Por ejemplo, cuando yo era niño, en invierno me encantaba ir a pescar en el hielo, con un termo lleno de buen café caliente en mi mochila. Estoy seguro de que no hay un finlandés que no recuerde dónde y cuándo probó el café por primera vez”.
También en Canadá, el café es una parte importante de la interacción social. Erja Korhonen se ha dado cuenta de ello en su lugar de trabajo. “El café rompe el hielo”, nos dice. “Durante las pausas, mis colegas y yo hablamos de cosas que no tienen nada que ver con trabajo y tenemos la oportunidad de conocernos mejor y todo esto gracias al café. ¿Te lo puedes creer?”.
Por Pauline Curtet, junio de 2015