La participación electoral en Finlandia suele ser en general elevada, así que decir que mucha gente lo considera un deber cívico, no es ninguna exageración. Sin ir más lejos, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2024 la participación electoral fue del 75% (un 77,3% entre las mujeres y un 72,5% entre los hombres).
Sin embargo, hay un elemento que tiene que ver con las elecciones, pero que no aparece en las estadísticas, aunque se podría argumentar que contribuye a la participación electoral. Usando una frase que se ha hecho muy célebre en ciertas campañas políticas: “Es el café, estúpido”.
Si se conjugan las elecciones con la arraigada cultura finlandesa de tomar café, el resultado es la arraigada tradición finlandesa del “café electoral”. Una vez depositado el voto, llega el momento de parar en la cafetería cercana o en casa de algún amigo, tomar una taza de café y, quizás, un dulce para acompañarlo. Si el colegio electoral está en un centro escolar, puede que niños y padres organicen una cafetería improvisada, con el fin de recaudar fondos para el viaje de fin de curso.
La ocasión bien vale un café

Aunque algo tan sencillo como mostrar el DNI y depositar el voto en la urna pueda parecer un gesto pequeño, resulta trascendental.
Foto: Emilia Kangasluoma
Finlandia es el país del mundo con mayor consumo de café por habitante, más de 12 kilos anuales, según la Organización Internacional del Café.
Sin embargo, tomar café no es sólo una cuestión de cantidad. Ya se trate de una pausa en el trabajo para charlar con los compañeros, o del gesto simbólico de reconocimiento de un acontecimiento significativo, como es depositar el voto, el café tiene a menudo una connotación social y suele ir asociado a un sentimiento de unión.
Hace unos días, con motivo de las elecciones nacionales, nos aventuramos por Helsinki para conversar con la gente sobre el fenómeno finlandés ‒sí, hemos dicho “fenómeno”‒ del café del día de las elecciones. Por el camino consumimos una abundante cantidad de cafeína y disfrutamos con los sorprendentes y amplios debates sobre el lugar que ocupa el café en los corazones, la cultura y las tradiciones electorales de las gentes de Finlandia.
Votar y tomar café: dos asuntos que van de la mano

Ann-Helen lleva votando desde los años sesenta y, casi cada vez que lo ha hecho, lo ha celebrado yendo a tomar un café.
Foto: Emilia Kangasluoma
Ann-Helen acaba de depositar su voto en uno de los puntos de votación anticipada de Oodi, la biblioteca central de Helsinki, todo un emblema arquitectónico y cultural de gran popularidad entre los habitantes de Helsinki y los turistas que nos visitan. Es psicóloga y psicoanalista jubilada, y su historial electoral se remonta a los años sesenta.
Está sentada frente a una taza de café solo en la cafetería de Oodi, en la tercera planta, desde donde se ven el tejado plateado del Museo de Arte Contemporáneo Kiasma, las majestuosas columnas de granito del Parlamento y la fachada de cristal de la Casa de la Música.
Como para muchos en Finlandia, también para Ann-Helen votar y tomar café son dos asuntos que van de la mano. En lugar de un dulce, ella suele decantarse por comer algo salado para acompañar su “café electoral”.
“Cuando las anteriores elecciones presidenciales no fui a tomar café, y luego me arrepentí”, afirma. “Exceptuando esa vez, siempre había ido a tomar café”. Nos cuenta que se quedó viuda hace unos años. “Era más agradable ir juntos, pero yo sigo yendo: aquí estoy”.
Decidir a quién votar fue sencillo, asegura Ann-Helen. “Tenía dos candidatos en mente y me lo he venido pensando de camino aquí”. Es la segunda vez que vota por anticipado. “Lo hago para asegurarme de que nada me impida votar”, dice.
¿Cómo se siente al haber votado? “Me siento satisfecha». Con su voto anticipado en marcha y con el domingo de las elecciones a la vuelta de la esquina, comenta: “Cuando te cruzas con conocidos, siempre tienes que preguntarles: ‘Qué, ¿has votado ya?’”.
Votar con elegancia

Tähti ha decidido iniciar en su familia la tradición del “café electoral”.
Foto: Emilia Kangasluoma
Hace un soleado, aunque fresco, día de primavera, y después de votar en el Ayuntamiento de Helsinki, Tähti se dirige a un café al lado del mar, en la Plaza del Mercado. Sopla una brisa fresca, pero dentro de la carpa del café los clientes, los camareros y los periodistas están bien abrigados.
Nietos, que solo tiene un año, lo observa todo desde su cochecito mientras su madre saborea una taza de café y un bollo relleno de mermelada al que le quita un trozo para que lo pruebe.
Tähti es violonchelista y profesora de música. Ella y su familia están viviendo este año en Helsinki para que su pareja pueda acabar sus estudios de pedagogía. Después, planean volver a su ciudad, Tampere, en el oeste de Finlandia Central.
“Ha sido un placer votar en el Ayuntamiento, porque nunca había entrado antes”, dice. “Me ha parecido mucho más elegante votar allí que ir a una biblioteca local, que es donde suelo votar habitualmente”.
Aunque en su familia no se da mucha importancia al café del día de las elecciones, ha decidido adoptar la costumbre. “Sé que pasa de una generación a otra”, dice. “Ahora que Nietos tiene un año, es un buen momento para empezar. Es la primera vez que viene conmigo a votar. Así puedo instaurar la tradición en nuestra familia”.
Más importante que nunca

Esta pieza de bollería recuerda vagamente al animal del que toma su nombre: possu, o “cerdito”.
Foto: Emilia Kangasluoma
A Tähti le atrae la idea, porque el ritual de ir a tomar un café, dice, “hace que depositar tu voto parezca un poco más ceremonioso”. Es curioso, pero el café y la repostería animan a la gente a acudir a las urnas.
“Votar me parece más importante que nunca”, afirma Tähti. “Antes, cuando estudiaba, tal vez pensaba que un voto más o menos carecía de importancia, pero ahora llevo muchos años votando sin falta cada vez que hay elecciones”.
Y continúa: “Con esta situación mundial, tan anómala, empiezas a darte cuenta de que no puedes dar por sentado que la democracia sea algo permanente. Cuando era más joven, quizá lo daba por sentado”.
Nietos sigue mordisqueando su trozo de bollo, estirando el cuello para ver los pájaros que saltan piando en pos de las migajas.
“Tener hijos también cambia tu forma de pensar”, concluye Tähti.
Café entre amigos

Para Saana (izda.) y Vesa, ir a tomar un café el día de las elecciones es una forma de celebrar que han votado y animar a los demás para que también vayan.
Foto: Emilia Kangasluoma
Nos reunimos con Saana y Vesa en el Café Monami, en una antigua casa señorial situada en un barrio del este de la capital finlandesa. Ambos llevan mucho tiempo viviendo en Helsinki, pero crecieron a más de 400 kilómetros de aquí, cerca de Kaustinen, donde se celebra anualmente un gran festival de música folclórica.
La música se ha convertido en parte de sus vidas: Saana es música independiente, y Vesa es un técnico todoterreno, pluriempleado como técnico de sonido en conciertos.
Mientras se comen dos grandes porciones de un pastel que parece peligrosamente delicioso, nos cuentan cómo era la jornada electoral en las pequeñas ciudades en las que crecieron.
De niño, Vesa acompañaba a menudo a sus padres y familiares al colegio electoral. “Había algo emocionante en ello”, dice. “Me parecía tan oficial…”. Y después, el café.
“Recuerdo que me di cuenta de lo importante que era votar para la gente, sobre todo para los mayores”, dice Vesa. Muchos se ponían su mejor ropa para acudir al colegio electoral, y hay quien sigue haciéndolo.
“Era una ocasión digna y formal”, comenta Saana. “Y luego se celebraba yendo a tomar café. Los finlandeses tienen una cultura del café muy arraigada. Siempre hay una pausa diaria para el café, pero el día de las elecciones todo es más festivo y solemne”.
No está segura de si su padre solía tomar café después de votar, porque siempre iba por la tarde, justo antes de que cerrara el colegio electoral. “Esa era su tradición”, nos cuenta. “Decía que alguien tenía que ir a última hora, no fuera que los funcionarios electorales pensaran que se habían pasado toda la tarde sentados para nada”.
Charlando sobre los talkoot

Estarán de acuerdo con nosotros en que la tradición del café electoral resulta de lo más dulce.
Foto: Emilia Kangasluoma
Aunque votar es en sí mismo un acto individual, también forma parte de un esfuerzo colectivo, naturalmente.
“Yo siempre voto”, dice Vesa. “Es bueno mantener la tradición y, además, es importante para la sociedad”.
Saana opina que es evidente. “No se pierde nada por votar”, afirma. “¿Por qué no iba a votar?”.
Vesa cree que, negativa o positiva, la actitud sobre el voto se contagia a los que te rodean. “Me parece que ir a tomar café el día de las elecciones anima a la gente a salir a votar”, dice. “Es una forma de decir: ‘Yo he votado, ve tú también a votar’”.
En otras palabras, el café ‒y no nos olvidemos de la repostería‒ le proporciona a la gente una deliciosa excusa para hacer del voto algo importante, y ambos teorizan sobre lo divertido que es publicar en las redes sociales una foto del “café electoral”, de esas que logran que se te haga la boca agua, en lugar de un simple texto diciendo, “¡Ya he votado!”.
En un nivel simbólico, la tradición visible y social del café electoral deja claro que votar —y gobernar —son esfuerzos compartidos, independientemente del partido que salga elegido. (En la papeleta electoral suelen aparecer una docena o más de partidos, de los cuales entre ocho y diez obtienen el apoyo suficiente para obtener escaños en el Parlamento, normalmente).
La discusión nos recuerda la palabra finlandesa talkoot, que significa una ocasión en el que las personas se reúnen para aportar su granito de arena y llevar juntas a cabo una tarea de gran envergadura. Trabajar por un objetivo común aumenta el sentimiento de comunidad.
Y, como no podía ser de otro modo, en los talkoot siempre hay una pausa… ¡para tomar café!
Votar en Finlandia
Unas elecciones libres y transparentes, cubiertas por una prensa libre e independiente, son la piedra angular de la democracia.
Todos los votantes habilitados quedan registrados automáticamente (la edad mínima para votar es 18 años), y antes de los comicios reciben por vía digital o por correo una notificación en la cual se indica la ubicación del colegio electoral que les corresponde y la lista de los lugares donde pueden votar por anticipado.
Algunos padres llevan a sus hijos al colegio electoral para despertar su interés, con la esperanza de que la tradición se transmita a la siguiente generación.
El proceso de votación apenas dura unos minutos. Presentas tu DNI, comprueban tu nombre en la lista y recibes una papeleta doblada. Entras en una cabina y escribes el número de tu candidato en la papeleta. Finalmente, te sellan el anverso y ya puedes introducirla en la urna precintada.
Más información sobre las elecciones en Finlandia. (Enlace en inglés).
Por Peter Marten, abril de 2025