Aunque el presidente en funciones entró en la campaña con una posición destacada y no dejó en ningún momento de ser el favorito, la elección celebrada el 28 de enero de 2018 recalca la importancia del proceso democrático.
Aunque la campaña haya durado, afortunadamente, solo unos pocos meses, ha hecho posible que en el escenario nacional haya habido debate e intercambio de ideas, y todos los partidos que presentaban un candidato han obtenido la cobertura de los medios y disfrutado de la posibilidad de hablar ante los micrófonos. La participación electoral fue del 69,9%, mientras que en las anteriores elecciones presidenciales, en 2012, la tasa de participación fue del 72,8% por ciento.
El segundo finalista en estas elecciones ha sido Pekka Haavisto, de los Verdes, con un 12,4% del total. Haavisto también quedó en segundo lugar con respecto a Niinistö en 2012, aunque en aquella ocasión se hizo necesaria una segunda vuelta. El resto de los candidatos que se han presentado esta vez ha quedado fuera de juego, con los siguientes resultados: Laura Huhtasaari (Verdaderos Finlandeses, 6,9%), Paavo Väyrynen (del Partido de Centro, aunque se ha presentado como independiente, 6,2%), Matti Vanhanen (Partido de Centro, 4,1%), Tuula Haatainen (Socialdemócratas, 3,3%), Merja Kyllönen (Alianza de la Izquierda, 3,0%) y Nils Torvalds (Partido Popular Sueco, 1,5%).
A los partidos y candidatos que eran conscientes de que las posibilidades de ganar eran nulas, la ocasión les ha servido de preparación para el próximo ciclo electoral: las elecciones parlamentarias de abril de 2019. Los porcentajes de las elecciones presidenciales no son, y eso es casi seguro, una indicación de cómo se desarrollarán las elecciones parlamentarias. Sin embargo, si se echa un vistazo a los subcampeones regionales pueden deducirse algunas cosas. El país no está unificado, a pesar de la popularidad de Niinistö: Väyrynen y Vanhanen han ocupado el segundo lugar en gran parte del norte y centro de Finlandia, y Haavisto ha cubierto grandes franjas en las áreas centrales y meridionales, mientras que Huhtasaari ha obtenido zonas importantes en el oeste del país. Torvalds, como era predecible, lo ha hecho bastante bien en las regiones de la costa oeste, donde hay grandes concentraciones de población suecohablante.
Buscando fuerza en la estabilidad
Niinistö, que ha hecho carrera en el Partido de Coalición Nacional, de corte moderado conservador, se ha presentado en esta ocasión como candidato no afiliado. Aunque no haya supuesto un gran salto, ya que en Finlandia el presidente siempre renuncia a ser miembro formal de su partido cuando toma el cargo, esto ha permitido al presidente en funciones hacer campaña sin meterse en jaleos partidistas.
En palabras del mismo Niinistö en su discurso de aceptación: “Este es un buen país. Y nos aseguraremos de que todo siga bien”. Después de la contienda —en la que participaban otros siete candidatos, cosa que aquí no es inusual en las elecciones presidenciales—, Niinistö también mencionó que uno de los puntos fuertes de Finlandia es que la gente puede estar en desacuerdo de manera constructiva, respetando los puntos de vista de los demás, aunque sean diferentes.
Asimismo, ha aludido en su discurso al hecho de que en 2017 y 2016 Finlandia fuera elegida el país más estable del mundo por el Fondo para la Paz. “Eso es algo muy grande”, ha afirmado, para añadir a continuación: “Un país pequeño, pero estable, es mucho más fuerte que uno grande y roto”.
Por Peter Marten, enero de 2018