C.G.E. Mannerheim marcó el curso de la historia finlandesa y ha sido elegido como el mejor finlandés de todos los tiempos.
Carl Gustaf Emil Mannerheim sirvió en el ejército imperial ruso durante décadas, para más tarde convertirse en el héroe de guerra de Finlandia. Mannerheim se convirtió en el símbolo de la lucha finlandesa contra la Rusia soviética durante la Guerra de Invierno, de 1939 a 1940. Aquellos 105 días de obstinada resistencia contra un enemigo enormemente superior le valieron ser aclamado en todo el mundo occidental como el paladín de la libertad.
No era la primera vez que el distinguido representante de la aristocracia finlandesa suecohablante ejercía de comandante en jefe en una guerra contra Rusia.
La Guerra de Liberación de 1918 —más tarde denominada también Guerra Civil— se libró contra la Rusia soviética y contra sus aliados, los “rojos” finlandeses. La Guerra de Invierno no fue la última en la que Mannerheim luchó contra Rusia.
El período conocido como Guerra de Continuación, de 1941 a 1944, y durante el cual las fuerzas alemanas lucharon junto al ejército finlandés, resultó para Finlandia y Rusia aún más riguroso que la Guerra de Invierno.
Es más, durante la Guerra de la Continuación, las fuerzas finlandesas llegaron a internarse en el territorio ruso con la intención de conseguir la anexión de Carelia Oriental, una región que nunca había pertenecido a Finlandia.
Hay que reconocer que los principios finlandeses en cuanto a sus métodos de guerra y los de los rusos diferían sustancialmente de los de los alemanes. Finlandia se negó a lanzar una ofensiva terrestre contra Leningrado, o incluso a bombardearlo, a pesar de las presiones de Alemania para que así lo hiciera.
Una excepcional carrera en Rusia
Mannerheim pasó nada menos que treinta años en Rusia sirviendo en el ejército imperial ruso, la mayor parte de ellos en San Petersburgo.
Durante dicho periodo, Mannerheim no sólo ascendió hasta el rango de teniente general y fue nombrado Comandante del Cuerpo de Caballería del Ejército Imperial, sino que también se relacionó personalmente con el emperador, convirtiéndose en miembro de su séquito.
El expediente militar de Mannerheim es impresionante. Luchó por Rusia tanto en el frente de la Guerra Ruso-Japonesa (de 1904 a 1905), como en el de la Primera Guerra Mundial (de 1914 a 1917). El General Mannerheim fue condecorado con la Cruz de San Jorge al Servicio y al Valor y fue famoso por su talento y eficacia militares.
Mannerheim fue también un gran deportista cuyas dotes para la equitación fueron a menudo premiadas. Esa fue, evidentemente, una de las razones por las que fue elegido para la enorme tarea de llevar a cabo una misión de reconocimiento a caballo a través Asia, la cual duró dos años
A la lista de méritos de Mannerheim podrían añadirse sus modales refinados, que contribuyeron al progreso del joven oficial de caballería en la alta sociedad y en la misma corte imperial.
Los oficiales no rusos no eran una rareza en el ejército imperial. De hecho, los había a miles. Muchos de los súbditos inorodtsy —»no ortodoxos»— que servían en el ejército del emperador ruso, provenían de las provincias bálticas, tenían el alemán como lengua materna y eran luteranos, al igual que Mannerheim.
Unos antecedentes singulares
Sin embargo, los antecedentes de Mannerheim diferían de los de sus hermanos bálticos. Provenía del Gran Ducado de Finlandia, que entre 1809 y 1917 envió a más de 4000 oficiales para servir en el ejército ruso. Casi 400 de ellos llegaron al rango de general o almirante.
La mayoría de los oficiales de Finlandia eran suecohablantes, mientras que el finés era principalmente una segunda lengua, si es que lo hablaban. Antes de 1917, el finés de Mannerheim estaba lejos de ser fluido.
Pero al igual que los oficiales bálticos alemanes, los oficiales finlandeses sirvieron al emperador de manera impecable. De hecho, en los documentos no hay constancia de deslealtad alguna por parte de ellos, ni siquiera durante el período de 1899 a 1917, cuando Rusia comenzó a coaccionar a Finlandia, socavando su estatus jurídico. Antes que ser desleales, algunos de los oficiales prefirieron retirarse del servicio activo.
Mannerheim no se retiró. Siguió siendo un soldado fiel, aunque deplorase en privado la política del emperador, que consideraba poco prudente. Aunque su propio hermano tuvo que exiliarse en Suecia, la lealtad de Mannerheim hacia el emperador permaneció inquebrantable. Sus familiares entendieron su posición.
Las lealtades redefinidas
Cuando la revolución bolchevique de 1917 aplastó el antiguo orden, Mannerheim comprendió que ya no había lazo de lealtad alguno que le uniera con Rusia. Tras la revolución se convirtió en defensor de la causa Blanca finlandesa.
Su lealtad hacia Finlandia, la tierra que lo había visto nacer, fue entonces total y siempre respetó sus instituciones democráticas, aunque en realidad no fuera un demócrata convencido.
La carrera de Mannerheim al servicio de los dos estados es una historia fascinante que incita a la curiosidad. Para los rusos, Mannerheim es ante todo el joven y refinado oficial de la Guardia de los Caballeros que acompañó al zar Nicolás II en el cortejo del día de su coronación.
Ante los finlandeses la figura de Mannerheim se alza como la del venerable Mariscal, un hombre de honor, una figura paterna en cuya integridad moral e inteligencia siempre se podía confiar.
Por Timo Vihavainen, febrero de 2005, actualizado en 2017