Antti Putkonen, que ya está cerca de la cuarentena, se enganchó por primera vez al punto cuando iba a la escuela y no tardó en ponerse a vender sus productos. Tras una pausa para dedicarse al cuidado de sus hijos mientras estos eran pequeños, en estos momentos va aumentando poco a poco las horas que le dedica a su negocio.
El empresario teje sus “pipos” de lana a mano, y aunque se trate de un accesorio invernal, lo utiliza a lo largo de todo el año. “El ‘pipo’ es una extensión natural de lo que llevas puesto. Como soy de espíritu un tanto anárquico, no me desagrada usarlo aunque esté bajo techo, aunque siempre me lo quito al sentarme a la mesa”, nos cuenta.
Cuando tiene que sacar adelante un gran pedido, la máquina de coser industrial no para ni un instante al día en su taller de Oulu, una ciudad situada en el norte de Finlandia. En este momento acaban de llegar de la fábrica 15 kilos de tejido y el cliente ha fijado un plazo estricto para la entrega de los gorros de lana que ha encargado. “Cuando tengo listo el último ‘pipo’ siempre hago lo mismo: limpio el taller y luego pienso que de nuevo he sacado al mundo otro montón de gorros”.
Inspiración en la escuela
Cuando iba a la escuela secundaria, a Antti le entusiasmó la rapidez y facilidad con que era capaz de confeccionar a mano prendas de lana. Ganó un buen dinerito, proveniente de los gorros que sus amigos le compraban.
Después de dejar la escuela, en 1998, creó su propia empresa de tejidos y la marca Kooma. El nombre proviene de la expresión coloquial vetää koomat (que en finés quiere decir literalmente “pillarse un coma”), utilizada por los jóvenes para indicar que su intención es festejar a lo loco.
Con el despegue de las culturas skateboarding y hip-hop, sus gorros calientes y supercool se vendieron en Finlandia como pan caliente. A principios del nuevo siglo Antti Putkonen y varios de sus amigos abrieron un nuevo negocio en Oulu, Real Deal, en el cual vendían material de skate y gorros de la marca Kooma.
Poco después, mientras sus tres hijos iban llegando al mundo, Antti no hacía más que recorrer ida y vuelta los 200 kilómetros de distancia que separabann su casa de Rovaniemi para estudiar diseño textil en la Universidad de Laponia. “Estaba casi al borde del agotamiento, aunque en aquel momento no me daba cuenta”, nos cuenta.
Al hacerse evidente que tenía que tomarse un descanso, echó por un tiempo el cierre a su negocio de producción de “pipos” en el sótano familiar y se centró en la crianza de sus retoños. “Sentí que en ese momento lo mejor era ceder y hacer lo que los niños necesitaban”, recuerda.
Llevar gorro tiene sentido
Pero la demanda de “pipos” nunca llegó a agotarse. Ahora que los gorros de lana se han puesto tan de moda, hasta los finlandeses van al último grito con sus viejos “pipos”, aunque tradicionalmente no los hayan usado más que para protegerse del frío.
Mientras que las temperaturas en invierno pueden situarse por debajo de los 30 grados centígrados, el verano finlandés es a veces muy caluroso, aunque sin las olas de calor caracterí sur de Europa, por lo que se pueden usar gorros más finos también en verano.
Hace unos años se pusieron de moda los “pipos” con forro térmico, pero actualmente lo más “in” son los diseños de lana que dejan pasar el aire. Terttu Harsunen, diseñadora de Evertex —una empresa textil situada en la región Ostrobotnia, en el centro de Finlandia—, no pierde de vista las nuevas tendencias en lo que a gorros se refiere. “El último grito es la lana de merino, porque es suave, pero no pica”, nos cuenta.
Nevertex confecciona gorros para clientes de todas las edades. En opinión de Terttu Harsunen, la anterior moda de llevar “pipo” que se hizo popular hace unos años entre los chicos jóvenes, sigue haciéndose patente en los armarios de los que ahora son hombres de mediana edad. “La nueva tendencia entre los caballeros de cierta edad es llevar “pipo” en negro o gris como complemento de los trajes clásicos”, nos explica.
Anniina Isokangas (cuyo apellido significa casualmente “tela grande”) es la directora general y diseñadora de PaaPii Design, otra empresa de punto de Ostrobotnia. Fijándose en el extremo opuesto del espectro de edad, ha observado que los niños —y sus padres— también siguen y definen la moda del gorro. Llevar gorros a juego les da a las familias con niños pequeños una sensación de identidad compartida y de unidad. “Está de moda que todos los miembros de la familia lleven alguna prenda que los hermane”, dice Isokangas, y añade que el “pipo” puede servir también para que los progenitores estresados disimulen, llegado el momento, si tienen un día de “malos pelos”.
El regreso de Kooma
Durante diez años, Kooma mantuvo un perfil bajo, hasta que los hijos de Antti Putkonen crecieron un poco y le dejaron más tiempo para sí mismo. Ha vuelto a ser un empresario a tiempo completo que confecciona gorros en su sótano de ladrillo y los comercializa por Internet.
Además de Nevertex y PaaPii, tiene muchos colegas y competidores en Finlandia. Aunque todos no caben en este artículo, queremos mencionar a Costo, que ofrece “diseños ambientalmente sostenibles y atractivos”, Vai-kø, que fabrica gorros de lana merina 100% para “duras caminatas o paseos dominicales”, y que dona a entidades benéficas el 5% de sus ventas. Y para terminar mencionaremos a SuperYellow, una empresa cuyo objetivo es, en sus propias palabras, “crear una cultura del gorro colorida, innovadora y funcional”.
Aunque haya tantos gorros compitiendo por la atención de los consumidores, la demanda básica de “pipos” no ha cambiado ni un ápice, aunque haya ciertos modelos que caigan en desuso o pasen de moda. En este momento el último grito es el “beanie”, un gorro más largo y amplio, que se lleva ligeramente echado hacia atrás.
“El gorro en sí mismo es una prenda eterna, que reacciona rápidamente a los cambios en las modas”, comenta Antti Putkonen. Su objetivo es que Kooma crezca y se fortalezca, y que lo que ahora es un negocio unipersonal acabe convirtiéndose en una empresa con varios empleados.
Por Susanna Ekfors, noviembre de 2016