Hecho en Finlandia: Con ustedes, el diseñador del reflectante Snowflake, una popular innovación que salva vidas.

En reflectante Snowflake –todo un clásico– de Kalervo Elias Suomela se fusionan forma, función y moda. Un diseñador cuya historia viene entrelazada con uno de los inventos más exitosos y beneficiosos de la historia de Finlandia.

¿Qué es una luz brillante e instantánea, que hace que peatones y ciclistas resulten visibles para los automovilistas en la oscuridad y que, además, no necesita pilas ni cargador?

Esta sería la descripción del reflectante de seguridad para peatones que inventó Arvi Lehti en Pertteli, en el suroeste de Finlandia, en 1963. Ya hace mucho que los catadióptricos son omnipresentes en Finlandia, en todos países nórdicos y más allá de ellos. La gente se los prende a la ropa, colgando de una manga o del dobladillo de la chaqueta, o los cuelgan de sus mochilas.

Es imposible saber cuántas decenas de miles de vidas han salvado los reflectantes para peatones a lo largo de las décadas, ni cuántos atropellamientos se han evitado. Según el Consejo Finlandés de Seguridad Vial, cuando un vehículo lleva las luces cortas, los peatones no resultan visibles hasta que están a 50 metros, pero si se lleva un reflectante, la visibilidad aumenta hasta los 350 metros, proporcionando a los conductores mucho más tiempo para reaccionar.

Lehti contrató en 1968 al diseñador y técnico Kalervo Elias Suomela, una figura que resulta clave para entender por qué los reflectores se hicieron tan populares.

Su diseño del reflector en forma de copo de nieve –todo un icono en la actualidad–, junto con las mejoras en el proceso de fabricación, convirtieron los reflectores en un gran éxito comercial a principios de los años setenta. De la noche a la mañana, resultó que no sólo resultaban beneficiosos, sino también mucho más simpáticos y atractivos que los anteriores modelos rectangulares. Su nueva e innovadora forma acabó atrayendo a niños y adultos por igual.

Llama en cuanto puedas

Un hombre vestido con ropa de invierno posa junto a una barandilla que bordea un río helado, con la torre de una iglesia al fondo.

Kalervo Suomela lleva un reflector Snowflake en la chaqueta y otro en la mochila. Al fondo puede verse la catedral de Turku, construida en el siglo XII, y el río Aura cubierto de hielo.
Foto: Peter Marten

Los orígenes del reflector Snowflake están ligados a la trayectoria profesional de Suomela, que nació en 1944 en el suroeste de Finlandia y ha vivido gran parte de su vida en la ciudad de Turku o en sus alrededores. Hablamos con él allí, un día a finales de invierno, cuando el río Aura aún estaba cubierto por una espesa capa de hielo.

Nos cuenta su historia personal de manera distendida, tratando cada una de las etapas de forma sistemática, como cabría esperar de alguien que se ha pasado la vida diseñando componentes de plástico para teléfonos, coches, bicicletas, televisores, ordenadores y electrodomésticos, y solucionando fallos en las máquinas de las fábricas.

A finales de los sesenta, recién terminada la carrera de diseño industrial en Turku, Suomela ya había desempeñado varios trabajos de corta duración, reparando unidades de refrigeración en un matadero y arreglando equipos en un hospital.

A través de unas amistades en común conoció a Lehti, que no sólo había inventado el reflectante para peatones, sino que también era propietario de Talmu, una pequeña empresa que utilizaba el moldeo por inyección para fabricar objetos de plástico, algo que, en aquella época, era un campo relativamente nuevo.

“Yo vivía en Turku y nos conocimos en Salo (50 kilómetros al este)”, recuerda Suomela. Era a principios de diciembre. “Le dije que tal vez podía interesarme trabajar para él y me contestó que, vale, que nos pondríamos en contacto después de Navidad”.

“No había llegado a Turku, cuando ya me habían telefoneado”, dice. “En aquella época no había teléfonos móviles. Mi madre me dijo que me había llamado alguien llamado Arvi y que me había dejado un mensaje para que le telefoneara en cuanto llegase a casa.

Mañana, a primera hora

Varias piezas planas de plástico de seis puntas dispuestas sobre un montón de nieve.

Varios ejemplares del Snowflake sobre la nieve: El diseño Snowflake de Kalervo Suomela contribuyó a aumentar el uso de reflectantes entre la gente, convirtiéndose rápidamente en un clásico.
Foto: Kirsi-Marja Savola

Por teléfono, Lehti se mostró desesperado: una de las máquinas más grandes se había averiado y había pedidos pendientes. “¿Qué vas a hacer mañana?”, le preguntó.

“Le dije que no tenía demasiados planes”, cuenta Suomela, “y entonces Arvi me preguntó si era posible que fuera a primera hora de la mañana para desmontar la máquina y ver qué le pasaba”.

Y así fue como Suomela se encontró cogiendo un autobús de madrugada para llegar a la fábrica a las siete. Ni siquiera habían acordado su salario. Más tarde, cuando se acercaba el día de pago, Lehti le llamó y le ofreció 4,70 marcos la hora. “Yo le dije que de acuerdo, y esa fue la única negociación salarial de mi vida”, cuenta Suomela.

Diseñar un par de reflectantes nuevos

Tres piezas planas de plástico de seis puntas y cada una de distinto color, dispuestas sobre un papel que muestra un dibujo técnico, también en forma de estrella.

Kalervo Suomela guarda sus diseños originales y algunas de las primeras versiones del reflectante Snowflake.
Foto: Peter Marten

En 1969, él y otro joven colega dedicaron muchas horas a la puesta a punto de todas las máquinas para que la fábrica pudiera pasar de uno, a dos o tres turnos diarios, como había sugerido Suomela. “Me pasaba día y noche reparando unidades de producción y máquinas”, comenta. “Aquel año llegué a perder siete kilos”.

Entretanto, uno de los productos de la fábrica, los reflectantes rectangulares, se estaban vendiendo bastante bien. La dirección le pidió que “diseñara un par de reflectantes nuevos para peatones”, o que al menos hiciera más moldes para aumentar la capacidad de producción.

“Decidí que no haría más rectángulos, sino otra cosa, algo que le gustara a la gente”, dice. “Estábamos intentando hacer algo que a los niños les apeteciera usar, para inculcarles buenos hábitos desde el principio. Al fin y al cabo, se trata de un objeto que salva vidas”.

Punto de vista artístico

Sobre una superficie de madera y junto a dos flores auténticas, hay una piezas de plástico plana, de seis puntas, con un diseño de líneas que forman una flor.

Los reflectores en forma de copo de nieve se decoran con motivos florales, como en la imagen, o incluso con logotipos de empresas.
Foto: Safety Reflector Finland

“Desde niño me volvía loco dibujar, pintar y esculpir”, dice Suomela. Incluso ahora, la cerámica es una de sus aficiones y es famoso donde vive por las gigantescas esculturas de nieve que levanta en su jardín.

“Al jubilarse, mi mujer comenzó a interesarse por la genealogía”, dice. Lo que ella descubrió podría explicar su inclinación artística, ya que por parte de padre está emparentado con Alvar Aalto (1898-1976), el mundialmente famoso arquitecto y diseñador, y con el destacado escultor Wäinö Aaltonen (1894-1966), que cuenta con un museo que lleva su nombre en Turku.

Cuando Suomela se matriculó en la Escuela Politécnica, ya sabía que quería dedicarse al diseño. Era la continuación lógica de su interés por el arte.

En la fábrica de Talmu, las planchas de metal solían almacenarse en el patio. La empresa las utilizaba para hacer los moldes de precisión necesarios en la fabricación de sus productos de plástico.

Cuando las condiciones de temperatura eran las adecuadas, se formaban pequeños cristales de hielo en la superficie del metal. Esto le sirvió a Suomela de inspiración para crear el reflector Snowflake. Con frecuencia se acercaba hasta el patio para observar las planchas con una lupa.

“Recuerdo perfectamente que un día pasaban por allí un par de tipos y me preguntaron qué demonios estaba haciendo”, cuenta. “Yo estaba en el suelo, arrodillado en la nieve”.

Un éxito de ventas que ya es un clásico

Una pieza de plástico rosa y azul, plana y de seis puntas sujeta a un bolso de cuero blanco.

El atractivo estético del Snowflake logró que la gente se diera cuenta de que los reflectores podían utilizarse como accesorio, al tiempo que aumentaban la visibilidad en el tráfico.
Foto: Safety Reflector Finland

La forma del reflector Snowflake es fiel a la realidad, porque debido a la manera en que el agua cristaliza, todos los copos de nieve tienen seis puntas.

Y resultó una elección excelente en más de un sentido: se asocia de manera natural con el invierno, cuando hay más horas de oscuridad y la necesidad de llevar un reflectante es mayor y, además, es un “símbolo muy neutro”, como señala Suomela. “Nadie tiene nada en contra de él”.

A partir de 1973 se produjo el despegue del Snowflake. “Fue tal y como yo pensaba”, dice. “A la gente le gustó, sobre todo a los niños”.

El éxito de ventas continúa hasta hoy mismo. Nadie sabe la cantidad exacta de ellos que se ha producido a lo largo de los años, pero no sería exagerado decir que se trata de decenas de millones. El reflector Snowflake figura incluso en la colección del Museo del Diseño de Helsinki.

En 2017 (Centenario de la Independencia de Finlandia), el Consejo Finlandés de Seguridad Vial invitó a los finlandeses a votar sobre el mejor invento de seguridad vial del siglo. ¿El ganador? Efectivamente, lo has adivinado: el reflectante de seguridad para peatones, lo que demuestra una vez más que la popularidad que han alcanzado es duradera.

Una carrera trepidante

Un hombre y un niño ataviados con abrigos de invierno a los que llevan prendidos varios reflectores de plástico, posan para la cámara en el patio de una casa.

El Consejo Finlandés de Seguridad Vial publicó esta foto en el marco de una campaña de sensibilización sobre la importancia de utilizar reflectantes.
Foto: Risto Vauras/ Consejo Finlandés de Seguridad Vial

Por mucho éxito que tuvieran, los reflectantes para peatones sólo representaban una pequeña parte de la facturación de la empresa y de la carrera de Suomela.

Este se dedicó a otros muchos proyectos, viajando con frecuencia, reuniéndose con clientes y socios, ideando cómo fabricar componentes para Saab, Volvo, Grundig y otras empresas y asegurándose de que los diseños, las máquinas y los moldes de aquellos productos funcionaran. En total, son miles los productos que ha diseñado.

De repente, Suomela dice algo que parece difícil de creer: Sabía que el reflectante Snowflake era un éxito, pero “fue al jubilarme, a principios de la década de 2000, empecé a darme cuenta de lo popular que había sido”.

¡¿Cómo?!

“Hasta entonces, solía echar un vistazo a las cifras del grupo de productos de tráfico –vale, se trataba de no sé cuántos millones de unidades–, pero no le había prestado demasiada atención a los productos exactos de la lista”, explica.

“Me di cuenta más tarde”.

Por Peter Marten, mayo de 2024