¿Pero por qué la historia real del peso pluma Olli Mäki está arrasando en las pantallas de todo el mundo, aún tratándose de un relato puramente finlandés?
Los acontecimientos de El día más feliz en la vida de Olli Mäki se desarrollan en Helsinki, en la primavera de 1962. La película cuenta la vida de Olli Mäki, un boxeador aficionado (interpretado por Jarkko Lahti) al que su ambicioso manager Elis Ask (interpretado por Eero Milonoff) somete a un agotador régimen de entrenamiento en las semanas previas a su combate contra el profesional estadounidense Davey Moore (interpretado por John Bosco Jr.).
Con el lugar reservado y las entradas agotadas, todo indica que el momento de la verdad ha llegado, no sólo para Olli Mäki, sino también para Finlandia como nación. Pero el gran interrogante es si el boxeador será capaz darlo todo en la pelea o si, por el contrario, lo que le interesa es su futuro con Raija, su prometida (interpretada por Oona Airola).
Kuosmanen utiliza el blanco y negro y una sutil inyección de humor con un leve toque de nostalgia para narrar esta colorida historia, que trata del amor, de la ambición y del deseo de vivir la vida al máximo. A pesar de estar ligada al pasado, la película logra dirigir la atención del espectador hacia nuestra actual obsesión por el éxito.
Color local, temas universales
Tráiler de El día más feliz en la vida de Olli Mäki.
A pesar de tratarse de un filme marcadamente finlandés, el atractivo de El día más feliz en la vida de Olli Mäki es universal. Según su director, Juho Kuosmanen, que este año ha viajado por todo el mundo exhibiendo su película en diferentes festivales, la reacción más llamativa y común del público es la misma en todas partes: la risa.
“En Finlandia uno oye a menudo que somos una comunidad lingüística pequeña y que el humor es algo profundamente conectado con la cultura nacional, pero yo no lo comparto”, comenta Kuosmanen. Por el contrario, está convencido de que la variedad de cinéfilos que pueden identificarse con los valores de su película es muy amplia. “Mientras no se utilicen referencias culturales demasiado concretas, el humor de situación y la emoción pueden atravesar cualquier frontera que se les ponga por delante”.
“La industria cinematográfica en su conjunto está tan centrada en el éxito, que tengo la sensación de que muchos de mis compañeros cineastas ven sus propias circunstancias profesionales reflejadas en la historia de Olli Mäki”, añade.
“Estando el otro día en Alemania, alguien me dijo que había sido como ver su propia historia en la pantalla, y una dama francesa de unos noventa años me lo expresó de manera concisa: “Así es exactamente como éramos”. Eso le demuestra a uno lo sencillo que es compartir emociones universales como el amor, el miedo o la alegría”.
Mujeres fuertes, hombres con buenos modales
La década de los 60 puede ser vista como un momento crucial para la sociedad, en muchos sentidos.
“Durante nuestras conversaciones, mientras estábamos escribiendo el guión de la película, surgió el tema de la representación de la mujer, y algunos comentaristas también se han referido a ello después del estreno”, dice Juho Kuosmanen. “Un americano me dijo que en los 60 hubiera sido imposible en su país que las mujeres fueran tan modernas como lo son en la película”.
“Mi orgullo de finlandés no suele manifestarse a menudo, pero en ese momento me sentí tremendamente honrado al poderle decirle rotundamente que sí, que las mujeres finlandesas eran realmente así en aquella época”.
Aunque en la película aparecen mujeres fuertes, Sakari Kuosmanen se centra más en la masculinidad y en lo que significa ser un hombre, cuestión que se hace evidente en la decisión de que el título de la película sea distinto en Finlandia y en el extranjero. Su título en finés es Hymyilevä mies (El hombre sonriente).
“Cuando viajo al extranjero, me veo a menudo en la obligación de explicar por qué hemos convertido un título tan corto —tan solo dos palabras en finés— en una frase tan larga”, nos cuenta. “Desde el punto de vista finlandés, un hombre sonriente es una rareza, a veces incluso algo antinatural”.
«Esta idea (de que un hombre sonriente es una rareza) cobra aún más relieve por el hecho de que Olli Mäki nunca se adecuó realmente a las expectativas que se acumulaban sobre sus hombros”, dice el director. “Comparado con la imagen tradicional del boxeador, era demasiado alegre y bondadoso”.
Contra el telón de fondo de muchas otras películas finlandesas, el retrato que Sakari Kuosmanen hace del boxeador es una bocanada de aire fresco, ya que rompe el cliché del hombre finlandés como un ser melancólico, carente de confianza en sí mismo y desconectado de sus propios sentimientos.
Desde el rincón de los medios
Una parte importante de la película refleja la realización de un documental sobre Olli Mäki, filmado en 1962, en vísperas de la gran pelea, la cual tuvo lugar en Helsinki.
Kuosmanen nos muestra al manager del boxeador, Elis Ask (Eero Milonoff), dando forma a la realidad y organizándola de tal manera que no desmerecería en las actuales redes sociales. Los personajes fingen que Olli vive en una hermosa y fotogénica villa, mientras que por su parte, este posa para la cámara boxeando con las sombras y retratándose con una modelo tan alta, que tiene que subirse a un taburete para no parecer más bajo que ella.
El verdadero Elis Ask también trabajó lo suyo para generar expectación alrededor del combate de boxeo. Era el momento oportuno para ese tipo de cosas, ya que la televisión comenzaba a desempeñar un papel cada vez más importante en la vida de la gente y los anunciantes ya mostraban su interés por el mundo del deporte.
“Durante su carrera de boxeador, Ask había estado en los Estados Unidos y se trajo a Finlandia el concepto del boxeo como gran espectáculo, a pesar de que en aquellos tiempos el público aún no tenía la mentalidad adecuada”.
La lucha debe continuar
Sakari Kuosmanen lleva una intensa temporada de festivales y seguramente pasará tiempo antes de que pueda disfrutar de un merecido descanso, ya que está promoviendo su película en la competición por la nominación al Oscar a la mejor película en lengua extranjera, antes de la entrega de los premios, que será en febrero.
Por eso mismo nos interesa saber qué siente Kuosmanen al entrar en la lid con una película cuyo principal mensaje es que ganar no es la única manera de encontrar la felicidad.
“Supongo que resultará divertido, pero es algo que realmente no me importa, porque no nos centramos en ello durante el proceso de elaboración de la película. Es diferente si uno se propone lograr esa meta, pese a que todo el mundo sabe que lo mejor es mantenerse fiel a la propia visión”. Para Kuosmanen, el éxito de su película reside en que se nota que no es resultado de unos cálculos.
“Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que nuestra película habría sido prácticamente imposible de vender, de no haber empezado con tan buen pie en Cannes”, añade. “Sobre el papel, nuestras expectativas no eran muy halagüeñas: un director finlandés que hacía su debut con una película sobre boxeo, nada menos que en blanco y negro. Sospecho que mucha gente solo veía en nosotros una hilera larguísima de signos negativos.
Y sonríe con la sonrisa de un hombre cuya primera película ha dado el golpe, muy por encima de su peso y en todas las categorías.
Por Silja Sahlgren-Fodstad, noviembre de 2016