Todo festival de música va más allá de la música. Los mejores festivales también crean un ambiente acogedor para los que vienen de cerca y de lejos a pasar tiempo con amigos y disfrutar de los grupos musicales. El evento forma parte de la cultura local, al mismo tiempo atrae la atención en el escenario mundial.
En el caso de Ijahis Idja (Noche sin noche), esto es aún más cierto que en la mayoría de los festivales. Se trata de un festival anual de música indígena que se celebra en Inari, una localidad en el extremo norte de Finlandia, a casi 1.200 kilómetros (750 millas) de Helsinki.
Inari se encuentra en Sápmi, la tierra natal de los sami, el único pueblo indígena de la UE reconocido como tal (Sápmi está dividida en cuatro partes por las fronteras de los estados-nación de Finlandia, Suecia, Noruega y Rusia).
Subiendo el volumen
A mediados de agosto, Ijahis Idja presenta música sami en un escenario al aire libre frente a Sajos, el centro cultural sami. El sol de medianoche de verano ya ha disminuido, pero los días septentrionales duran hasta bien entrada la noche. El clima podría ser veraniego, aunque un frío otoñal es más probable.
Desde su creación en 2004, el festival se ha convertido en un punto de encuentro de importancia cultural que atrae público de todo Sápmi y también del sur (casi todo está en el sur cuando uno se encuentra en el centro de Inari; incluso el aeropuerto de Ivalo, el más septentrional de la UE, está a unos 50 kilómetros (30 millas) al sur).
Los visitantes del festival deambulan entre las actuaciones, saludándose y poniéndose al día. Durante las primeras horas, hay más familias jóvenes. Más tarde, el volumen sube cuando el cielo oscurece y una multitud, desde adolescentes hasta veteranos, aplaude a los artistas y baila al ritmo de la música.
Encrucijadas musicales
Entre el público se oye hablar las lenguas sami, además de finés, con pinceladas de noruego, sueco, inglés y otros idiomas. Los grupos cantan principalmente en sami (aunque a veces Ijahis Idja cuenta con la participación de músicos indígenas de otros continentes).
Cada año, es probable que la programación incluya rap, pop, folk rock, tecno y mucho más; no hay un solo género que englobe la música sami. El yoik, la música vocal tradicional sami, está siempre presente, tanto en presentaciones sin acompañamiento instrumental como en grupos de todo tipo. La mayoría de los grupos que se presentan en Ijahis Idja usan yoiks o voces influenciadas por el yoik, integrándolos creativamente en sus propios sonidos contemporáneos.
Comunicación entre personas
Ulla Pirttijärvi (nacida en 1971) y su hija, Hildá Länsman (nacida en 1993), son vocalistas del grupo Solju y veteranas de Ijahis Idja. Pirttijärvi incluso actuó en la inauguración del festival en 2004.
Solju conecta la cultura sami tradicional y moderna con influencias de la música pop y global. Su álbum Uvjamuohta (nieve en polvo) ganó el premio a la Grabación Indígena Internacional del Año en los Premios de Música Indígena del Solsticio de Verano de Canadá en 2023.
Originalmente, “los yoiks no eran presentaciones escénicas”, dice Pirttijärvi. “Es una forma de comunicación entre personas. Está fuertemente centrado en la comunidad: una manera de expresar tu identidad y conectarte con la comunidad, la familia y la región”.
Los yoiks incluyen palabras, pero también otras vocalizaciones. “A través de los yoiks se pueden enseñar muchas cosas a los niños. Pueden incluir historia, por ejemplo, o comunicar tristeza o felicidad, o relatar la naturaleza y el clima de una determinada montaña.
Diversos estilos
Los otros proyectos musicales de Länsman y Pirttijärvi también combinan el yoik con diversos estilos. Länsman participa en el grupo de rock progresivo Gájanas; junto a la acordeonista finlandesa Viivi Maria Saarenkylä en el dúo Vildá; y en un proyecto con el diseñador de sonido y músico de electrónica Tuomas Norvio. Entre las colaboraciones de Pirttijärvi se encuentran los grupos Ulda, considerado como música sami contemporánea, y Áššu, basado en yoiks tradicionales pero con influencias musicales africanas.
Pirttijärvi vive en Utsjoki, unos 125 kilómetros (75 millas) al norte de Inari, en la frontera noruega. Länsman se crió allí y recientemente se trasladó a Noruega. El sami septentrional, la lengua materna de su familia, se habla mucho en ambos lados de la frontera en esas latitudes.
Sintiendo la conexión
Pirttijärvi fue a la escuela cerca de Inari, donde tenían “varias clases a la semana” en sami, y el resto en finés. En Utsjoki, Länsman asistió a la escuela en sami septentrional, aunque algunas asignaturas del bachillerato se impartían en finés debido a la falta de profesores que hablaran sami.
Más tarde, pasó un par de años en el departamento de música global de la Academia Sibelius en Helsinki. Fue una oportunidad para explorar diferentes géneros de música y hacerse una idea de cómo podría adaptarlos a los yoiks y a la música sami. “Crecemos como personas, pero también es una exploración musical”, dice.
Una experiencia que recuerda fue tomar clases de canto de estilo búlgaro. “Puedo sentir una conexión y relacionarme con música que viene de lejos”, dice Länsman.
Como un sueño
Ijahis Idja es un reflejo de la vitalidad de la cultura y los idiomas sami.
En Finlandia hay unos 2.500 hablantes de sami septentrional, y unos 25.000 más en Noruega y Suecia. Es la lengua más numerosa de las menos de diez lenguas sami que aún se hablan. Las otras dos lenguas sami en Finlandia, el sami kolt y el sami de Inari, cuentan con varios centenares de hablantes cada una.
La música Katarina Barruk (nacida en 1994) procede de una familia cuya lengua materna es el sami de Ume. Se calcula que lo hablan unas 100 personas en la zona del norte de Suecia donde ella se crió. Sus canciones combinan elementos del pop, la improvisación y el yoik; Barruk canta en sami de Ume. Ella y su banda han actuado en todos los países nórdicos, incluido en Ijahis Idja, y en Europa continental.
Las lenguas sami son lenguas independientes, no solo dialectos. Los hablantes de distintas lenguas sami pueden entenderse entre sí con mayor o menor facilidad. Por esta razón es tan emocionante para Barruk que el público aprenda las letras de sus canciones y las cante en sus conciertos.
“Es realmente conmovedor”, dice. “Escuchar sami de Ume y escucharlo de otras personas, es súper genial. De niña, era como un sueño que algo así pudiera ocurrir. No había nada parecido cuando yo era pequeña”.
Un objetivo muy claro
¿Cómo ha logrado su familia mantener su lengua en un entorno abrumadoramente suecohablante? «Mi padre era muy perseverante», dice. «No cesaba en su empeño. Él y mi madre tenían un objetivo muy claro».
Para ellos, la cuestión era simple: “Este es nuestro idioma, tiene que seguir vivo, y punto”, dice Barruk. “Así que hemos luchado por ello, todos los días “. Desde su adolescencia, ha estado involucrada en esfuerzos para revitalizar el sami de Ume. Ha liderado fines de semana de inmersión lingüística en los que las personas se reúnen y hablan sami de Ume, principalmente familias, aunque cualquier persona es bienvenida. “Es genial ver cómo desarrollan sus habilidades”, comenta.
Además, tiene dos “aprendices” en un programa de mentoría lingüística. Se reúnen y hablan sami de Ume, y las sesiones se alargan a medida que los participantes adquieren más conocimientos. Estos mismos métodos se han utilizado en otras partes de Sápmi y del mundo. En Inari, existe un sistema de mentoría similar para la lengua sami de Inari.
Un largo viaje
Barruk considera su música como una manera fundamental de contribuir a revitalizar la lengua sami de Ume. Para sus yoiks usa grabaciones de archivo, otro camino para recuperar lo que podría haberse perdido. “También hay un montón de otras influencias en mi música, porque la música que yo hago no es tradicional”, dice.
“Ha sido un largo viaje hasta donde estoy hoy en día. Constantemente avanzamos y tratamos de hacer algo nuevo. Es divertido experimentar”.
Los organizadores del festival Ijahis Idja hacen algo muy similar. Presentan la música y cultura tradicionales de los sami y, al mismo tiempo, muestran bandas musicales contemporáneas de todo Sápmi que no dejan de explorar nuevos caminos, atrayendo a multitudes de seguidores en el proceso.
Por Peter Marten, agosto 2024