Hablamos con los miembros de la formación punk PKN (Pertti Kurikan Nimipäivät) sobre lo que se siente al representar a Finlandia en el Festival de Eurovisión 2015 en Viena, Austria (del 19 al 23 de mayo).
Desde sus principios, en la década de los 70, el punk rock se las ha arreglado para colarse de todas las maneras posibles por todos y cada uno de los recovecos y rendijas culturales existentes, ya se trate de música infantil o del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
El Festival de la Canción de Eurovisión era un escenario que, hasta ahora, se había resistido a sus irreverentes encantos. Cualquiera de los géneros que existen bajo el sol, desde el rap balcánico al “Eurodance ópera”, han tenido ya ocasión de brillar en él. Sin embargo, la naturaleza fundamentalmente kitsch del evento y su incondicional aceptación -rayana en la idolatría- de ciertos conceptos del glamour, habían servido eficazmente hasta ahora como baluarte frente al punk rock, un género especialmente comprometido con la autenticidad más desenfadada.
Aunque los caminos del punk y de Eurovisión jamás se habían cruzado, todo cambió el 28 de febrero de 2015, cuando Finlandia eligió a sus representantes. Cada país organiza un proceso de selección nacional antes del evento principal de Eurovisión.
Bajos los focos y a lo grande
Los PKN (Pertti Kurikan Nimipäivät) serán la primera banda de punk que participe en Eurovisión, y sus miembros los primeros artistas con dificultades de aprendizaje en actuar en el festival. Su canción “Aina mun pitää” («Siempre tengo que») será también, con su minuto y veinticinco segundos de duración, la actuación más breve de la historia de Eurovisión.
Llegados a este punto, el cuarteto de mediana edad ya se ha acostumbrado a la atención internacional. “El síndrome Punk”, un documental sobre la banda, se convirtió en éxito de culto internacional hace un par de años, y la formación ya ha recorrido con sus actuaciones la Europa continental y el Reino Unido.
Sin embargo, la gran popularidad que Eurovisión les está acarreando es otra cuestión. Cuando charlamos con ellos al final de un largo día de entrevistas, el cantante Kari Aalto, que suele ser muy hablador, está obviamente cansado y sale a fumar nada más comenzar la conversación, así que esta vez le toca llevar la voz cantante al bajista, Sami Helle.
Las obligaciones promocionales están impidiendo a los miembros de la banda familiarizarse con sus contrincantes en Viena.
“No he tenido tiempo de hacer nada”, dice Helle. “Si lo tuviera, me gustaría ver algunas de las demás actuaciones y enterarme de quién es nuestro contrincante más duro, porque nosotros somos tan diferentes, en el buen sentido. Creo que Inglaterra, Holanda y probablemente España, serán difíciles de superar. Y todos son buenos en el fútbol, además”.
Les pregunto a los chicos acerca de sus recuerdos de Eurovisión.
“Le he echado un vistazo a todo este asunto y he llegado a la conclusión de que se ha vuelto demasiado comercial”, dice Helle. “Antes era un festival dedicado a la música, pero actualmente pasan demasiadas cosas en el escenario”.
¡Hard punk, aleluya!
Sus compañeros están de acuerdo en que el punto de interés se ha ido alejando de la música a lo largo de los años. Sami Helle y el guitarrista Pertti Kurikka comparten una canción favorita, según ellos la mejor de la historia de Eurovisión: “Pump Pump”, de Fredi, que representó a Finlandia en 1976.
“Una de las mejores cosas de participar en los conciertos para el concurso fue la oportunidad de conocer a Fredi, uno de mis ídolos”, dice Helle.
“Sí, Fredi es estupendo”, interviene Kurikka. “Cuando era pequeño tenía ese disco, el de “Pump Pump”. Yo también lo vi. Estaba allí”.
Cuando le pregunto cuál es su canción favorita de las pasadas ediciones, el batería Toni Välitalo dice que es su propio tema, “Aina mun pitää”.
“¡Pero esa no es de otros años, Toni!”, grita Helle. “¿No te gusta ninguna de las viejas?”.
Välitalo dice que a él le gusta “Hard Rock Hallelujah”, de Lordi, la banda finlandesa de monster-metal que ganó Eurovisión en 2006. Para Välitalo, al menos, Lordi ha sido parte de la inspiración para entrar en el concurso. Kalle Pajamaa y Teuvo Merkkiniemi, que llevan bastante tiempo trabajado con la banda, fueron los primeros en sugerir la idea.
“Y luego, como este tío está un poco colgado con Eurovisión -dice Helle señalando Kurikka-, nos metimos hasta el cuello en el asunto, aunque yo no es que estuviera muy ilusionado en un principio. Pero mientras la música sea lo primero y la canción haga llegar nuestro mensaje, estaré contento”.
Se admiten las máquinas de humo
Entonces, ¿ni bailarines ni explosiones para PKN?
“¡No, ni en sueños!”, exclama Sami. “¡Para nada! Pero nos pusieron una máquina de humo en la final de clasificación en Finlandia y espero que nos pongan dos o tres en Eurovisión. ¡Quiero que haya un montón de humo! ¡La gente no nos va a ver!”.
Le pregunto a Välitalo si se lo pasó bien durante el proceso de selección de Eurovisión. “Tocamos bien –dice- , y encima ganamos. Ganar me hizo sentirme muy bien”.
Helle dice que aún no se ha hecho a la idea de que todo lo que está pasando es real.
“Me está costando comprender que voy a representar a mi país en un concurso que ya va a cumplir 60 años”, dice. “Es un año de aniversario y vamos representar a Finlandia. Y esta es la 49ª vez que Finlandia compite. ¡Así que, si ganamos, habrá otra banda finlandesa que sea la 50ª representante de Finlandia en la final de 2016, que se celebraría en Helsinki!”. (Eurovisión se celebra siempre en el país ganador de la última edición).
La gente suele preguntarle a la banda si van a “hacer un Lordi”, refiriéndose a si van a repetir la hazaña de la banda finlandesa que ganó en 2006.
“¡La respuesta es que no!¡Vamos a hacer un PKN!”. Parece que esta banda hace las cosas en sus propios términos.
La entrevista llega a su fin. Kari Aalto, el cantante, ha vuelto para las fotos, pero está cansado. Dice que siente debilidad por “Hard Rock Hallelujah”. Y que quiere irse a tomar algo a Kallio, un barrio de Helsinki cuya reputación gamberra se adapta como anillo al dedo a un rockero punk como él.
Por Arttu Tolonen, mayo de 2015