Finlandia es famosa por su música heavy metal, por eso no es de extrañar que la oferta infantil incluya este género musical cuyos máximos exponentes son los reptiles de una banda llamada los Hevisaurus. El rotundo éxito de este concepto, a la vez ameno y educativo, ha propiciado su exportación a otros países.
A los niños de todo el mundo les suele gustar la música pegadiza e inocente, estilo pop chicle. Pero los Hevisaurus, sin embargo, han preferido orientarse por otros derroteros: Los espectáculos de este quinteto combinan el heavy metal con los dinosaurios. Disfrazados de dinosaurios, la banda despliega actuaciones que no superan los 85 decibelios en el escenario, una cifra inofensiva para los más pequeños.
Pensado para un público infantil de entre dos y nueve años, el grupo dio su primer concierto en septiembre de 2009. Ese mismo año su primer álbum Jurahevin kuninkaat («Reyes del metal jurásico») se abrió paso cómodamente hasta el puesto número cinco de la lista de los más vendidos de Finlandia. Con canciones que hablan de mascar chicle, beber leche y unirse al ejército de saurios, su popularidad no ha hecho más que aumentar. En 2012, Kadonneen lohikäärmeen arvoitus («El enigma del dragón perdido») llegó al número uno de las listas locales.
65 millones de años de evolución musical
Pese a su descarada puesta en escena, sorprende ver que los dinosaurios son mucho más tímidos de lo que cabría esperar. La reptiliana banda conduce a este curioso periodista hasta su representante humano, Jan Streng.
“Lo que ofrecen los Hevisaurus son personajes divertidos, historias bonitas, música, colores y luces”, explica Streng. “Aunque la banda tiene un punto duro, no da miedo”.
Al combinar ocio y educación, el grupo cumple con los principales objetivos de la música infantil.
“Las letras hablan de temas tan variados como el acoso o el comportamiento en carretera y envían un mensaje positivo sobre cómo obrar con rectitud. No obstante, aunque la educación es importante, no lo es todo”.
Habida cuenta de que en su repertorio destacan el bombo de doble pedal y el alarido de los solos de guitarra, hay que reconocer que la música de los Hevisaurus no tiene precisamente la función de una canción de cuna. Pero una cosa está clara: Lo que buscan es hacer que todo el mundo mueva las piernas, cuando no que sacudan la cabeza.
Streng continúa “Es innegable que a nuestros conciertos acuden muchos adultos. Somos una banda para toda la familia”.
En casa con el heavy metal
El televisor está encendido en casa de Petri Niemi; tiene puesto el DVD del concierto en directo de la banda de dino-metal y están cantando su popular sencillo Räyh.
“El que más me gusta de la banda es Komppi Momppi”, apunta el hijo de seis años de Niemi antes de lanzarse a aporrear con entusiasmo un tambor improvisado confeccionado con varias almohadas dispersas por el sofá. Papá le acompaña al ukelele, demostrando así su amor de toda la vida por el heavy metal.
Cuando ha recobrado el aliento, Niemi asegura que “Los Hevisaurus tocan heavy metal de calidad. Saben sacar el lado salvaje de los peques, pero sin riesgo”.
La pasión de Joel no se limita a las cuatro paredes de la atestada sala de estar: con sus amigos de la guardería ha creado su propia banda con la que toca las canciones de los Hevisaurus y de otros grupos.
Niemi lo deja claro, “No solo oye música heavy, también le gusta otro tipo de géneros. Pero sí, ha salido a su padre: lo suyo es el heavy metal y yo estoy orgulloso de ello”.
Exportación prehistórica en auge
El clamoroso éxito de la banda en su país natal ha hecho que el concepto se exporte al extranjero.
Argentina ya cuenta con sus Heavysaurios, quienes recorren los escenarios entonando canciones en español. Otra diferencia entre las actuaciones argentinas y finlandesas es que los adultos están presentes entre el público en cantidades mucho mayores. La popularidad del heavy metal en el país suramericano es tal que muchos adultos van a los conciertos sin niños.
Y teniendo en cuenta que hay planes para exportar estos dinosaurios heavy a otros países, no parece probable que vayan a extinguirse, a menos a corto plazo.
Por James O’Sullivan, septiembre de 2013