Un peatón camina con cierta prisa por el bullicioso centro de Helsinki cuando de pronto se siente atraído por una estructura circular de madera, en Simonkatu. Dentro del edificio reina una calma contemplativa. Bienvenidos a la Capilla del Silencio.
Las parroquias de Helsinki se ocupan de la gestión de la Capilla del Silencio en colaboración con el Departamento de Servicios Sociales. La capilla, que permanecerá abierta todos los días a partir del 31 de mayo de este año, es uno de los elementos más visibles de la designación de Helsinki como Capital Mundial del Diseño 2012.
Siete representantes de las parroquias y cuatro trabajadores sociales se encargarán de atender a las necesidades espirituales de todo aquél que se aventure a visitar la capilla.
En cuerpo y alma
En 2008, el estudio de arquitectura K2S ganó el concurso organizado por el Departamento Urbanístico de la ciudad para construir la capilla en Kamppi. Las obras empezaron en 2011. «La visión arquitectónica se basa en la idea de la calma», comenta el arquitecto Mikko Summanen. «No queríamos que el interior de la capilla estuviera expuesto al mundo exterior. Los visitantes tienen la oportunidad de concentrarse en lo fundamental. La atmósfera que se respira es importante. Destacan la forma, el material (madera de abeto y de aliso) y la luz, elementos que, combinados, contribuyen a crear una atmósfera mística.
La belleza hace que el alma se abra a nuevas experiencias religiosas y espirituales. «Espero que la capilla ayude a las personas a apreciar la belleza y la generosidad», comenta el pastor Tarja Jalli, director ejecutivo de la Capilla del Silencio. “Y no sólo eso. Espero que la gente empiece a responsabilizarse y a tomar conciencia de lo importante que es conservar y buscar la belleza en la vida».
La madera de la capilla destaca frente a la piedra, el metal y el vidrio que conforman un hotel y un centro comercial situados a escasa distancia. «El diseño de la arquitectura exterior de la capilla se ha realizado de manera deliberada para establecer un claro contraste con los edificios colindantes», señala Summanen. «Para defenderse en este paisaje urbano y comercial a gran escala hay que tener una personalidad muy fuerte. La forma y el material del edificio reflejan distintos valores».
Sin embargo, la actividad de la capilla no desentona con el ritmo de vida del entorno. «La capilla es un elemento más de la comunidad de vecinos que integran el barrio de Kamppi», comenta Jalli. Se trata de un vínculo que «afianza los servicios y los encuentros interpersonales en la comunidad». O dicho de otro modo. Si las personas que visitan la capilla abandonan el recinto sintiéndose mejor o con una sensación de paz mayor, su contribución al ambiente general del barrio habrá sido un éxito.
El diseño al servicio de los valores espirituales
Las iglesias son lugares tranquilos en los que conectar con lo más profundo de nuestro ser se convierte en un acto natural. No tiene que ver tanto con la religión que uno profese, si es que profesa alguna, sino más bien con una especie de higiene mental y emocional. Todos necesitamos en algún momento huir de la vorágine que impregna nuestra vida diaria.
La Capilla del Silencio es el santuario perfecto para escuchar la voz de nuestra alma o simplemente para contemplar la belleza del interior del recinto, con capacidad para albergar hasta 70 personas.
Desde que la Capilla del Silencio empezara a construirse al lado de la Plaza Narinkka, su impresionante diseño en madera ha atraído la atención de miles de personas que pasan por ella diariamente. Lo que la capilla ofrece realmente al público es un servicio dotado de una extraordinaria belleza que mejora el bienestar espiritual.
Mientras que el mundo exterior se centra cada vez más en los valores materiales, los visitantes pueden encontrar en su interior el silencio y el calor humano y divino, además de un instante para pararse y escuchar sonidos que son poco más que susurros.
Por Laila Escartín-Sorjonen, marzo de 2012