Donita, una colegiala de quinto grado, está leyendo en voz alta un libro para niños mientras Hilma-María —una hermosa boyera de Berna— la escucha con atención. Cuando Donita le rasca la barbilla, la gran Hilma-Maria entorna los párpados satisfecha.
Hilma no es una perra corriente: es uno de los “perros lectores” que hoy están trabajando en la escuela Hovirinta de Kaarina, una ciudad del suroeste de Finlandia. La dueña de Hilma, Maarit Haapasaari, que en este momento está con ella en una pequeña aula, lleva utilizando perros lectores en Kaarina desde 2011, y es la pionera del método en Finlandia.
Leerle a un perro puede ser una experiencia muy gratificante para los niños que necesitan practicar la lectura. “La idea es animar a los niños que tienen dificultades a que lean en voz alta”, nos dice. “Los perros escuchan a los niños tan contentos y no les importa si se equivocan o leen despacio”.
La satisfacción que experimentan los niños al leerle a los perros aumenta su autoestima y les ayuda a perder el miedo a los libros para siempre.
Audiencia canina en toda Finlandia
Los perros lectores también se utilizan en los demás países nórdicos y en los EE.UU. para ayudar a los lectores con dificultades. La característica especial del sistema utilizado en Finlandia es que, durante la actividad, el niño, el perro y su adiestrador están solos. “Eso hace que la situación sea más privada y que para el niño sea más fácil leer, sin otros oyentes que lo intimiden”, nos explica Maarit Haapasaari.
Inspiradas por este proyecto pionero que se está llevando a cabo en Kaarina, muchos otros municipios de toda Finlandia han adoptado la idea. En este momento ya hay decenas de perros que empinan encantados sus peludas orejas ante los jóvenes lectores, pero la actividad aún no forma parte del programa oficial de las escuelas.
Heidi Puputti, profesora en una clase para niños con necesidades especiales de la escuela Hovirinta, reconoce que leerle a los perros ayuda sobre todo a que los pequeños se relajen y mejoren su capacidad de concentración.
“Algunos niños que son habitualmente hiperactivos en el aula se calman inmediatamente cuando le leen a un perro”, nos cuenta. “Los críos se dan cuenta de que son los que controlan la situación y que deben tener en cuenta las necesidades del oyente. También aprenden a ser empáticos e interactivos. Y al leer con tanto cuidado, se dan cuenta de que realmente son capaces de hacerlo bastante bien, después de todo”.
Una audiencia cariñosa
Una sesión de lectura con un perro suele durar unos cinco minutos, o quince minutos si se trata de lectores más avanzados. Como los perros visitan las mismas escuelas varias veces, los niños tienen la oportunidad de acostumbrarse a ellos y disfrutar leyéndoles a menudo.
Donita también les ha leído historias a otros dos perros boyeros de Berna, uno llamado Viljo-Valdemar y otra que se llama Neiti Namu (Señorita Bombón). “Viljo es un buenazo. Me escuchó con mucha calma”, nos cuenta.
Los boyeros de Berna son especialmente buenos para este tipo de tareas, debido a su naturaleza afable y a su aspecto bonachón, al tiempo que su gran tamaño también les da un cierto toque de dignidad y autoridad. Sin embargo, la raza del perro es algo secundario. El entrenamiento de los perros lectores empieza cuando son cachorros, con el fin de que se acostumbren a estar en diferentes entornos y con personas distintas.
“También tenemos en cuenta que algunos niños pueden sentir temor ante los perros”, explica Maarit Haapasaari. “Los niños deciden ellos mismos lo cerca que quieren estar del animal. La actividad de lectura también puede ayudarles a superar el miedo”.
Los perros (y las vacas…) fomentan la creatividad
A través de su propia empresa, Hali-Koirat (Perros para Abrazar), Maarit Haapasaari proporciona perros lectores a las escuelas del suroeste de Finlandia. Además de trabajar como oyentes literarios, sus perros visitan residencias de ancianos y centros para personas con discapacidad, para dejarse abrazar y acariciar.
“En colaboración con Veera Vähämaa, que es especialista en escritura creativa, he desarrollado y registrado un concepto al cual llamamos Escribiendo historias para contar a los perros. Consiste en que los niños escriban sus propias historias y que luego se las lean en voz alta a los perros, un tipo de actividad que no se practica en ningún otro lugar del mundo”, nos explica Maarit Haapasaari.
En la ciudad de Raisio, no muy lejos de Kaarina, otra empresa ha establecido un esquema similar, con la diferencia de que las oyentes en este caso son “vacas lectoras”. Dado que no resulta muy práctico llevar voluminosos rumiantes a las escuelas y las bibliotecas, los niños también se lo pasan bomba visitando la granja donde viven estas simpáticas vacas.
Por Matti Välimäki, octubre de 2016