El Parlamento de Finlandia proclamó la independencia el 6 de diciembre de 1917. Para entonces ya se habían formado grupos de “seguridad” armados, grupos que más tarde serían conocidos como los “Blancos” y los “Rojos”.
Desde el punto de vista político, los Blancos eran conservadores, mientras que los Rojos estaban asociados al movimiento obrero. La discordia, firmemente establecida entre ambos bandos desde hacía años, a pesar de que Finlandia hubiera logrado su independencia, fue la causa de que el destino de la nación no estuviera claro.
La Guerra Civil tuvo lugar entre el 27 de enero y el 15 de mayo de 1918. Hubo más de 36 600 muertos, de los cuales unos 9700 fueron ejecutados y 13 400 murieron en los atroces campos de prisioneros. Las bajas entre los Rojos superaron a las de los Blancos en una proporción de seis a uno.
Aunque la reconciliación política comenzó prácticamente nada más acabar la contienda, haría falta más tiempo para que la reconciliación cultural y social comenzara.
Hacia una república más abierta a todos
Los Blancos vencedores tenían puestas sus esperanzas en una monarquía que estuviese fuertemente vinculada a Alemania, pero la derrota que esta sufrió en la Segunda Guerra Mundial puso punto final a la idea, y en julio de 1919 Finlandia se inclinó a favor de una constitución republicana.
«Resulta duro decir que los republicanos estaban más interesados en un compromiso, cuando muchos de ellos habían apoyado las crueles medidas contra los soldados Rojos», explica Jason Lavery, catedrático adjunto permanente de la Universidad de Helsinki y catedrático de historia de la Oklahoma State University. «Pero aún así, aquellos que deseaban la república la veían como una forma de gobierno más incluyente, tanto para la izquierda moderada como para los monárquicos».
El que fuera primer presidente de Finlandia, K. J. Ståhlberg, creía firmemente en la reconciliación e indultó a los prisioneros Rojos, permitiendo que los sindicatos pudieran negociar y firmando una ley para que los aparceros pudieran optar a comprar tierras a precios ventajosos.
«Ståhlberg intentó unificar el país, pero dentro de los parámetros que el consenso antimarxista había marcado», añade Lavery.
Moderación durante la posguerra
Los moderados Partido Progresista y la Unión Agraria respaldaron los compromisos y se mostraron dispuestos a dar los pasos que hicieran falta hacia la reconciliación durante los primeros años de la independencia. La extrema izquierda fue excluida del proceso político, pero los Socialdemócratas fueron bienvenidos a la política local, llegando incluso a convertirse bajo la dirección de Väinö Tanner en el partido de mayor presencia en el Parlamento.
«Tanner hizo todo lo que estuvo en su mano por la reconciliación», dice Lavery. «Siendo primer ministro, en 1927, aceptó que la Guardia Civil —una milicia que había formado el grueso del Ejército Blanco— le presentase armas durante el desfile anual en conmemoración del final de la guerra». El general Blanco C. G. E. Mannerheim fue el iniciador de la tradición del desfile del 16 de mayo en recuerdo del final de la Guerra Civil.
El que Tanner aceptara aquel saludo tuvo una auténtica relevancia, ya que la izquierda hablaba de la Guardia Civil como de “los carniceros”, a causa de su papel durante las ejecuciones sumarias. Cuando en 1932 ciertos miembros de la Guardia Civil y un grupo denominado Movimiento de Lapua intentaron llevar adelante un golpe de estado, la mayoría de los finlandeses reaccionó en su contra, logrando atajar el levantamiento en cuestión de días.
El final de los años 30 fue un periodo de relativa prosperidad económica y continuas reformas sociales que ayudaron a fortalecer la democracia y el sistema parlamentario.
Hacer que la gente se una
Otra política que tuvo gran influencia en la formación del futuro del país fue Miina Sillanpää, famosa por su habilidad para tender puentes que unirían a partidos con visiones totalmente opuestas. Fue una de las primeras 19 mujeres que fueron elegidas como diputadas al Parlamento en 1907, tras ganar las mujeres en 1906 el derecho al voto y a presentarse a las elecciones. Durante la Guerra Civil trabajó para ayudar a la enorme cantidad de niños que habían quedado huérfanos, unos 15 000, según algunas estimaciones.
Durante el gobierno de Tanner (del 13 de diciembre de 1926, al 17 de diciembre de 1927), ocupó el puesto de Segunda Ministra de Asuntos Sociales, convirtiéndose en la primera mujer ministra de un gobierno de Finlandia. Miina Sillanpää provenía de la clase trabajadora y siempre defendió las causas sociales, como la mejora de las condiciones laborales de las criadas y otros trabajadores, las casas de acogida para los huérfanos y las madres solteras. Tarja Halonen, que fue presidenta de Finlandia de 2000 a 2012, ha resaltado que «de Sillanpää podría decirse que es una de las madres del estado de bienestar».
Los héroes deportivos, como por ejemplo el famoso corredor de larga distancia Paavo Nurmi, también aportaron su grano de arena para que los finlandeses se unieran alrededor de un objetivo común. Nurmi obtuvo 12 medallas olímpicas —nueve de oro y tres de plata— a lo largo de tres Juegos Olípicos, de 1920 a 1928.
Juntos en la Guerra de Invierno
En 1939 la Unión Soviética atacó Finlandia, dando así inicio a lo que se conoce como Guerra de Invierno, la cual tuvo lugar del 30 de noviembre de 1939 al 13 de marzo de 1940, uniendo a todos los miembros de la sociedad finlandesa en defensa de su país.
«La de Invierno fue una guerra inequívoca y heroica de liberación nacional, cosa que no había sido la Guerra Civil», afirma Lavery. «Fue el primer y más grande logro colectivo de la Finlandia independiente».
Las organizaciones que representaban a los empresarios y a los trabajadores accedieron a negociar y cooperar. Los Socialdemócratas animaron a sus miembros a que se unieran a la Guardia Civil. El Comandante en Jefe Mannerheim canceló el desfile anual en conmemoración de la victoria de los Blancos, sustituyéndolo por una celebración en memoria de los caídos. Era evidente que los finlandeses estaban deseosos de unirse alrededor de una misma causa.
«También hay que tener en cuenta los acontecimientos tras la Segunda Guerra Mundial», dice Lavery. «Entre ellos la legalización del Partido Comunista de Finlandia, la construcción del sistema universal de bienestar, así como el arte y la erudición resultantes de los acontecimientos de 1918».
La reconciliación nunca se acaba
Uno de los trabajos literarios más importantes relacionados con la Guerra Civil, es la trilogía Bajo la estrella Polar, de Wäinö Linna, que fue publicada en 1959, 1960 y 1962. La obra explora de manera compasiva las motivaciones los Rojos, y describe con determinación las secuelas de la guerra.
Por fin había llegado la reconciliación cultural que todos esperaban en Finlandia, pero el proceso nunca llega a su fin. «Las guerras civiles nunca se acaban», afirma Lavery.
Aún a día de hoy, Mannerheim sigue siendo una figura decisiva. Las pintadas con la palabra “carnicero” aparecen en ocasiones en sus estatuas, mientras que el Museo Mannerheim usa el término “Guerra de Liberación” —cargado de connotaciones— para referirse a la Guerra Civil.
Una encuesta llevada a cabo en 2016 por Yle, el Ente Público de radiodifusión de Finlandia, mostró la profundidad de las cicatrices que la guerra había dejado en los finlandeses. Casi un siglo después del final de la contienda, el 22% de los encuestados reconocieron que la guerra seguía siendo un tema “muy delicado” para sus familias.
Aún así, la sociedad finlandesa valora la ley, la democracia y trabajar unida por el bien común. Esto ha contribuido a que en la medida de lo posible las heridas de la Guerra Civil hayan ido sanando.
Como dijo el presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, el 1 de enero de 2018: «Confiar plenamente en la democracia nos ha llevado décadas. Así nació el patriotismo participativo».
Una de las lecciones aprendidas de la Guerra Civil había sido, dijo el presidente, «que hay diversidad, que la gente proviene de diferentes entornos, tiene diferentes convicciones y metas, y todos tenemos el derecho a no estar de acuerdo. Esto es algo que debemos ser capaces de respetar, por muy diferente que pueda ser nuestra forma de pensar».
Por David J. Cord, mayo de 2018
Algunas de las fuentes consultadas (en inglés)
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