Suomenlinna, la fortaleza marítima de Helsinki clasificada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la atracción más bella e histórica de la capital finlandesa, nunca ha sido tan popular como ahora, atrayendo anualmente a más de un millón de visitantes finlandeses y extranjeros, los cuales, sin embargo, no siempre son conscientes de que las islas que la forman son el hogar de una comunidad de unas 800 almas.
Muchos miembros de la comunidad, en la que reside una variopinta colección de artistas, músicos, historiadores y conservadores de museos y marinos de la Academia Naval de Finlandia, se han sentido atraídos por la idea de una romántica vida en la isla. Cuando el último transbordador zarpa hacia tierra firme después de la medianoche y desaparece el último turista, la vida sigue tras las ventanas azotadas por el viento de los edificios de piedra y las casas de madera de Suomenlinna.
Seija Linnanmäki y Markku Kallio: restauradores de edificios, bailarines de salón
Suomenlinna alberga algunos de los edificios más antiguos de Finlandia. Unos cuantos son de propiedad privada y se levantan en terrenos alquilados del Consejo de Gobierno. Seija Linnanmäki y su marido, Markku Kallio, poseen dos de ellos, y residen en uno mientras la restauración del otro sigue su curso.
“Llegamos a las islas en 1989 y hasta 1993 no tuvimos acceso al agua corriente, ni un inodoro en el interior”, nos cuenta Seija.
El pasatiempo de la pareja, el baile de salón de competición, los lleva a visitar tierra firme con cierta frecuencia. Esto explica las docenas de trofeos que decoran la parte superior de las estanterías.
«Aunque estamos muy cerca de Helsinki, es como vivir en el campo. Hay gente que lleva viviendo aquí desde hace muchas generaciones. ¡Somos unos recién llegados, sólo llevamos aquí 30 años! «, nos dice Markku.
Petra Tandefelt: coleccionista de juguetes y teteras
Petra Tandefelt, coleccionista, propietaria y directora del Museo del Juguete de Suomenlinna, nos sirve un té en la cafetería contigua al museo. En un estante sobre el mostrador, una fila de samovares constituye un pequeño museo en sí mismo.
“Mantener el museo no es sólo un deber, es una pasión. Me gusta compartir esta atmósfera y que la gente pueda sentir cierta nostalgia. Cada vez acuden más visitantes, de todo el mundo. La gente necesita sentirse confortada, que les cuenten historias y tener por un momento la posibilidad de regresar a su infancia. Esa idea es importante para mí”.
“En julio, cuando Suomenlinna está más y más concurrida, tenemos un montón de visitantes finlandeses y extranjeros. Creo que para poder explicar algunas cosas sobre el estilo de vida finlandés a los extranjeros, es importante que nos concentremos en los juguetes que tienen una fuerte conexión con Finlandia”.
Minna Koivikko: la arqueóloga marina
La temperatura ronda los -10 grados centígrados y el aire es azul, sereno y punzantemente helado. Una cabeza emerge de un agujero en el hielo. Minna Koivikko, arqueóloga marina del Consejo Nacional de Antigüedades, está terminando la inspección de los restos de un naufragio. Su doctorado sobre Suomenlinna fue el primero llevado a cabo en Finlandia sobre Arqueología Marina, por lo que no puede haber nadie más experimentado que ella en este tema.
“Nos sumergimos bajo el hielo porque durante el verano hay mucho tráfico de barcos. Helsinki está situado en la desembocadura del río Vantaa, por lo que hay mucho limo que se revuelve y perjudica la visibilidad. Es más fácil localizar un pecio usando coordenadas GPS, y luego practicar un agujero en el hielo. De hecho, hacer el agujero es la parte más difícil”.
“Me encanta vivir aquí. El espíritu de comunidad ha crecido desde que me mudé, cuidamos unos de otros y hacemos muchas cosas juntos. Hay muchos visitantes, pero si vives en un sitio que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, tienes que estar dispuesto a compartirlo”.
Mikael Holmström: un armador tradicional de barcos
Un resplandor blanquecino surge de una tienda climatizada cerca del dique seco de Suomenlinna. En su interior, Mikael Holmström trabaja en la reparación de una trainera noruega de madera. Mikael, el único armador tradicional en madera que queda en Finlandia, trabaja cada semana 60 horas en el dique, ya sea invierno o verano.
“Siempre disfruto estando aquí, pero soy una persona más bien invernal”, nos dice. “El único problema es que el invierno ralentiza mi trabajo, porque tengo que quitar la nieve, y nadie te paga por eso”.
“Suomenlinna está cerca de la ciudad, pero podría estar en cualquier parte. Podría fácilmente ser la remota ciudad de Inari, en Laponia, pero aquí puedo tener mi propia vida y mi trabajo. No hace tanto tiempo, todo el mundo trabajaba para sí mismo en Finlandia. Pero ya no hay subsidio para los autónomos. Esa es una de las razones por las que hago 60 horas a la semana”.
Jaakko Vilander: un meditativo estudiante de la guerra
Obviamente, es una paradoja que uno de los lugares más tranquilos y pacíficos de Helsinki adquiriese gran parte de su carácter preparándose para la guerra. La isla de Pikku-Mustasaari sigue siendo sede de la Academia de la Marina de Guerra de Finlandia. Los jóvenes aspirantes uniformados y los guardiamarinas de la Academia son los pasajeros más frecuentes del transbordador público. Jaako Vilander, es uno de ellos.
“¿Qué es lo mejor de vivir aquí? Esa pregunta es fácil de responder: las vistas y la calma. El archipiélago hace que te sientas sereno y te permite vivir en tu propia paz, sin molestias”.
«Este lugar es para mí como una fantasía de lo que podría ser Finlandia, un pequeño lugar donde la gente tratase de cuidar de sí misma. Como en el budismo o en la vida monacal. La gente se aleja de la sociedad y vive en sus propias celdas silenciosas. Yo puedo vivir en paz. Pero no podemos apartarnos de la sociedad, porque nuestro trabajo es protegerla”.
Ida Lindström: escuchando a los fantasmas
La isla más occidental de Suomenlinna, llamada Länsi-Mustasaari, aguanta el embate de los vientos preponderantes bálticos y el pleno vigor de las tormentas de otoño. Cuando el viento se levanta, silba a través de los árboles y se cuela por los ventanales de los bloques de viviendas construidas para albergar a los oficiales y soldados que en otros tiempos custodiaban la fortaleza.
Tras uno de esos ventanales vive la escritora y pintora Ida Lindström, desde cuya vivienda en la planta alta del edificio se vislumbran las luces de Helsinki. Ida es una de las guardiana de las anécdotas históricas y de los cuentos de fantasmas de Suomenlinna.
“¿Qué si creo en los fantasmas?”, Ida asiente con la cabeza, suavemente. “Creo en el alma de alguien, o en su energía, o como quieras llamarlo, haciendo sentir su presencia. No todo el mundo puede verlo u oírlo. ¡Y, créeme, tienes suerte si no puedes hacerlo! Yo no veo nada, solo oigo. Algunas personas son más sensibles que otras. Y hay gente que ve cosas extrañas cada semana”.
Hannu Leidén: un rockero en sintonía con el ritmo de la isla
A Hannu Leidén, músico, productor e ingeniero de sonido, lo conoce todo el público del rock finlandés, ya que es el vocalista de Havana Black, una banda famosa de finales de los años 80 y principios de los 90, que de vez en cuando vuelve a reunirse.
La gentileza y amabilidad de Hannu contradicen ese viril rugido rockero que tanto admiran sus fans. Su mirada tiene una chispa rebelde de gnomo rockero, y se mesa la larga barba gris mientras hablamos en la sala de estar de su casa. El haz de luz del faro que hay sobre la cúpula de la iglesia pasa barriendo por encima de la ventana mientras hablamos, marcando la letra H en morse. H de Helsinki, H de Hannu.
“En Suomenlinna el ritmo es un poco más lento que en la ciudad. Eso me gusta. La presencia del mar es tan grandiosa, que a estas alturas no podría ni pensar en alejarme de ella. Esto es como un pueblecito. No siempre es tan ideal y todo tiene sus pros y sus contras, pero si eres un poquito sociable, puedes apañártelas.
Esa Toivanen: amante de la música e inventor del stress cube
Esa Toivanen nos espera a la puerta de su estudio, situado en un patio bordeado de antiguos cuarteles y almacenes detrás del parque, en Susisaari.
“Me gusta hacer cosas de madera, así que empecé a hacer fotos de clavos. No estoy seguro de dónde me vino la idea en primer lugar. Mucha gente de diferentes partes del mundo me ha dicho que no ha visto nada igual en ningún otro lugar. Creo que tiene que haber algo así en algún lado, aunque este tipo de creación no es tan común”.
La comunidad de la isla es muy artística. “Hay músicos, artistas y artesanos, un lutier de guitarras y artistas textiles. Antes tenía un estudio en el segundo piso, pero llevo tres años en este. Me limito a dejar la puerta abierta y la gente entra cuando quiere”.
Los textos y fotografías forman parte del proyecto combinado de libro y exposición, “Suomenlinna – Islands of Light” ( Suomenlinna – Islas de Luz), de Tim Bird. La exposición fotográfica puede visitarse actualmente en el Museo de Suomenlinna y el libro, en inglés y finés, está disponible en las librerías finlandesas y online, a través de la editorial Docendo (www.docendo.fi).
Por Tim Bird, julio de 2017