Imagínenselo: ropa hecha de madera, plástico procedente de los árboles y combustibles para coches excretado por microbios. Aunque pueda parecer cosa de ciencia ficción, en la actualidad toda esta tecnología está ya disponible, y gran parte de ella se ha desarrollado en Finlandia.
Toda esta asombrosa tecnología procede de la bioeconomía. Pero, ¿qué es la bioeconomía?
“Se trata de un sistema económico integral que tiene en cuenta una visión general que incluiría procesos industriales, trabajo y bienestar”, nos explica Anne-Christine Ritschkoff, catedrática a cargo de la investigación estratégica en el Centro Técnico de Investigaciones VTT de Finlandia. Según Ritschkoff -una experta en bioeconomía mundialmente reconocida-, no se trataría simplemente de la sostenibilidad del medio ambiente, sino de la sostenibilidad integral de la economía. “Para definirlo con exactitud, se trata de una alternativa a la dependencia del petróleo”, indica.
En lo que al desarrollo de la bioeconomía se refiere, son muchas las cosas que están sucediendo en las comunidades científicas y de negocios, a nivel mundial. Los expertos coinciden en que se trata de una nueva ola en la economía global y en que, para llegar al éxito, va a hacer falta una gran cantidad de nuevas tecnologías e innovación. Finlandia está teniendo un papel protagónico en este campo, no solo en investigación, sino también en la puesta en práctica.
Recursos humanos y naturales
Finlandia es importante en el desarrollo de la bioeconomía, ya que posee los recursos naturales y humanos para hacerlo posible. La bioeconomía se basa en la biomasa, una materia de origen vegetal fácilmente renovable y residuos animales que puede ser utilizada en manufacturas e industrias. La mejor fuente de biomasa en Finlandia son los bosques, que ocupan el 75% de su superficie. También se dispone de una población trabajadora excelentemente preparada, con formación académica superior y muy cualificada, incluyendo a los numerosos investigadores científicos y expertos en tecnologías de la comunicación y la información, necesarias ambas en la creación de nuevos procesos de desarrollo de productos.
El número creciente de éxitos pone de manifiesto los beneficios de la bioeconomía. La sólida industria papelera siempre ha tenido extremo cuidado en evitar el uso excesivo de los recursos forestales y en repoblar los bosques con regularidad. El xilitol, un alcohol de azúcar que ayuda a prevenir con éxito la caries, es un derivado del abedul que lleva produciéndose ya cuarenta años. Un ejemplo más moderno nos lo da St1 Biofuels, que produce combustible para coches a partir de bioresiduos. Ya hace tiempo que se está utilizando biomasa en la producción de pinturas, pegamentos y gomas, haciéndolos más seguros e incluso más duraderos.
Otro producto en pleno desarrollo y con un enorme potencial es la celulosa de madera. Los textiles fabricados a partir de ella son mejores que el algodón, por su resistencia y porque su producción resulta más sencilla. De hecho, pronto tendremos ropa hecha de madera. La celulosa también puede utilizarse para producir un nuevo tipo de plástico con el que se fabrica de todo, desde juguetes infantiles, pasando por envases alimentarios, hasta medicinas. Puede ser biodegradable o duradero, dependiendo de su finalidad. El bioplástico va a tener un rol de suma importancia en un futuro bastante cercano.
“En el futuro, podríamos tener incluso coches 100% bióticos”, añade Ritschkoff. Imagínense un coche totalmente reciclable y que funcione a base de combustible hecho únicamente a partir de residuos.
Una economía realmente sostenible
Hay mucha gente dedicando su empeño para que todo esto suceda. Es muy probable que nuestras vidas acaben algún día entrecruzándose por completo con la bioeconomía, cuando todo aquello que comamos, compremos o utilicemos esté hecho de biomasa.
El propósito de la estrategia bioeconómica de Finlandia para 2025 es el de incrementar hasta cien mil millones de euros los sesenta mil millones de euros que actualmente se invierten en producción bioeconómica y, en el proceso, crear muchos puestos de trabajo nuevos y ayudar a impulsar la economía nacional. El potencial es enorme: a lo largo y ancho de Europa la rentabilidad anual de la bioeconomía es de más de dos billones de euros anuales, rentabilidad que va a seguir creciendo a gran velocidad. Sin embargo, aún queda mucho que hacer antes de que el éxito se produzca a largo plazo, incluyendo la formación de nuevos científicos y promoviendo la creación de nuevas empresas.
El mercado actual no está haciendo uso de la tecnología todo lo bien que podría, ya que Finlandia dispone de un número limitado de emprendedores. “Necesitamos más medianas empresas”, dice Ritschkoff. “Disponen de los recursos que permiten la inversión, pero pueden crecer más”.
Las ideas y la tecnología ya están aquí, así que la cuestión se reduce a quién va a utilizarlas para ayudar a construir con éxito una bioeconomía verdaderamente sostenible.
Por James Perkins, agosto de 2014