El Met de Nueva York dedica una muestra a la pintora finlandesa Helene Schjerfbeck

La célebre artista finlandesa Helene Schjerfbeck es la primera pintora de origen nórdico que expone de manera individual en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. “La muestra va a ser todo un descubrimiento para el público del Met”, ha declarado su comisaria, Dita Amory.

No hay nada más prestigioso en el mundo del arte que una exposición individual en el Museo Metropolitano de Nueva York. Seeing Silence: The Paintings of Helene Schjerfbeck (del 5 de diciembre de 2025 al 5 de abril de 2026) es la primerísima muestra de una pintora europea nacida en el siglo XIX que se organiza en el museo.

La extraordinaria carrera de Helene Schjerfbeck (1862-1946) es un fascinante periplo que abarca desde el romanticismo de la Edad de Oro del arte finlandés, hasta sus cautivadores autorretratos de la época de la Segunda Guerra Mundial. La artista desempeñó un papel crucial en el nacimiento del arte moderno en Finlandia. En la década de 1880 pasó una temporada en Francia e Inglaterra y, tras su regreso, siguió en contacto con el arte europeo y las tendencias de moda.

“La historia de Schjerfbeck es única”, afirma Dita Amory, comisaria de la exposición. “Al vivir en Finlandia, lejos de los principales centros de la efervescencia cultural europea, desarrolló un estilo personal del modernismo, sin referencias a otros artistas, experimentando con un lenguaje nuevo y radical”.

[Nota del editor: El sonido de las consonantes “schj”, al principio del apellido de la artista, se pronuncia igual que el sonido “sh” en inglés. No se trata de un apellido finlandés, ya que la lengua materna de Schjerfbeck era el sueco, que sigue siendo una de las lenguas oficiales de Finlandia en la actualidad.]

Un lenguaje artístico distintivo

Una persona camina por la sala de un museo contemplando los cuadros colgados en sus paredes.

Una visitante del Museo de Arte Ateneum de Helsinki pasa ante la obra Autorretrato, Fondo negro (1919), de Helene Schjerfbeck, que aparece colgado junto a un cuadro de Paul Gauguin y obras de otros artistas.
Foto: Emilia Kangasluoma

La muestra Seeing Silence (en español, “ver el silencio”) reúne 59 obras que “recorren toda su carrera en episodios distintos, los cuales reflejan su cambiante lenguaje artístico a lo largo del tiempo”, nos explica Amory.

El Museo de Arte Ateneum de Helsinki ha cedido al Met muchos de los cuadros de la exposición y su directora, Anna-Maria von Bonsdorff, ha ejercido de comisaria asesora. “Schjerfbeck es conocida internacionalmente por su inconfundible estilo”, afirma. “Lo interesante es cómo pintó estas obras, no sólo lo que representan. No se limita a plasmar una manzana, a sí misma o un simple paisaje”.

“Creó un modernismo figurativo que se centraba en lo más importante y en el desarrollo técnico de lo artístico. A Schjerfbeck le gustaba utilizar distintos tipos de técnicas y trabajar sus cuadros durante largos periodos de tiempo”.

Aunque La convaleciente, que Schjerfbeck pintó cuando tenía unos veinticinco años, es uno de los cuadros más apreciados por los finlandeses, “desde el punto de vista contemporáneo, la parte moderna de su carrera es más interesante”, afirma von Bonsdorff.

Una verdad sin filtros

En la imagen, tres autorretratos pintados en estilos que van del realismo a la abstracción y que representan a una mujer joven, una mujer de mediana edad y una anciana.

Helene Schjerfbeck pintó numerosos autorretratos durante toda su vida, sinceros y llenos de intensidad. De izquierda a derecha: Autorretrato (1884-1885), Autorretrato, Fondo negro (1919) y Autorretrato con mancha roja (1944).
Fotos: Jenni Nurminen, Hannu Aaltonen, Hannu Aaltonen/Museo Nacional de Finlandia/Museo de Arte Ateneum

Ambas comisarias coinciden en que las obras más fascinantes de Schjerfbeck son sus autorretratos, que abarcan desde su adolescencia hasta poco antes de su fallecimiento, a los 83 años.

La serie, de una calidad extraordinaria, ilustra la evolución de su estilo, desde el naturalismo de estilo francés, hasta el modernismo descarnado y casi abstracto con influencias del arte japonés. Sus interminables y perturbadoras variaciones sobre el autorretrato son un presagio de la cultura selfi de nuestro siglo, desde los filtros que idealizan, hasta la sinceridad brutal del “modo duende”.

“Sus últimos autorretratos expresan un análisis crudo y autorreflexivo de la muerte cercana antes nunca visto”, dice Amory.

“La gente se asombra ante su franqueza e intensidad”, señala von Bonsdorff. “Los últimos están ejecutados con pinceladas verdaderamente poderosas. Schjerfbeck puso todo el empeño de su energía y concentración en llevarlos a cabo. Cuando los ves, ya nunca los olvidas”.

Von Bonsdorff ha presentado las obras de Schjerfbeck en muchos ámbitos, sin ir más lejos en la retrospectiva de 2014 en la Schirn Kunsthalle de Fráncfort con la colaboración del entonces director del museo alemán, Max Hollein, que desde entonces sigue fascinado por Schjerfbeck y ahora es director del Met.

“La idea de la exposición se le ocurrió a Hollein, ya que Schjerfbeck es una de sus artistas favoritas”, comenta von Bonsdorff.

Reveses económicos, físicos y sentimentales

En un museo, una mujer contempla un cuadro de grandes dimensiones que representa a un niño sentado en un sillón de mimbre.

Anna-Maria von Bonsdorff, directora del Museo de Arte Ateneum y comisaria asesora de la exposición de Helene Schjerfbeck en el Met, afirma que La convaleciente (1888) no representa más que una faceta de la amplia carrera del artista.
Foto: Emilia Kangasluoma

Según Amory, esta primera gran muestra dedicada a Schjerfbeck en Estados Unidos “va a suponer toda una revelación para el público del Met”. “La apasionante historia de la vida de Schjerfbeck será para ellos una oportunidad fascinante de conocer a esta mujer que, a pesar de tantas adversidades, se mantuvo en activo durante 80 años”.

La artista sufrió numerosos reveses económicos, de salud y sentimentales durante toda su vida, viviendo con su madre y sobreviviendo gracias una pequeña pensión.

Sin embargo, Schjerfbeck tuvo la suerte de nacer en el norte de Europa donde, en el siglo XIX, las mujeres disfrutaban de más oportunidades de formarse y expresarse artísticamente que en cualquier otro lugar del mundo. Así lo demuestran las recientes exposiciones internacionales de algunas de sus contemporáneas nórdicas, como Hanna Pauli, Harriet Backer y Hilma af Klint.

“Gracias al sistema educativo, las artistas nórdicas gozaban de un estatus muy diferente del de las demás artistas europeas”, señala von Bonsdorff. “Schjerfbeck fue admitida como alumna a los 11 años, porque tenía mucho talento”.

Precisamente en ese legado se centra la exposición del Ateneum Cruzando fronteras: Artistas Viajeras del XIX (Crossing Borders: Travelling Women Artists in the 1800s; abierta hasta el 24 de agosto de 2025), que reúne a las artistas del siglo XIX que allanaron el camino a Schjerfbeck y a otras pioneras modernistas, como Ellen Thesleff, que también será protagonista de una futura muestra en el Ateneum.

“Ya va siendo hora de darles a todas estas artistas olvidadas el lugar que realmente merecen, porque su arte es tan exquisito en todos los sentidos como pueda serlo el de sus colegas masculinos”, afirma Amory.

Por Wif Stenger, julio de 2025