El calor irradia con gran intensidad. El eco de los fuertes golpes retumba en el aire.
Un soplador de vidrio toma una pequeña cantidad de pasta vítrea incandescente del horno con la punta de su tubo de soplar y la levanta en el aire.
Es como si el vidrio bailase. Con la precisión de quien está largamente entrenado, sopla, toma más pasta fundida y vuelve a soplar. Se nota que es una coreografía arraigada en la memoria más profunda de sus músculos.

El soplado de vidrio requiere una coordinación muy precisa de la vista y las manos. El artista no solo debe dar forma al material, sino que también ha de responder de forma intuitiva a su naturaleza siempre cambiante.
Acaba de nacer un nuevo objeto de vidrio.
Si en Finlandia le echamos un vistazo a cualquier armario de cocina, seguro que encontramos alguna que otra pieza icónica de cristalería, de esas que casi todos los finlandeses son capaces de reconocer al momento. La sinuosa y ondulante silueta de los bordes del jarrón Aalto, por ejemplo, encarnan el inconfundible estilo del país en cuanto al diseño del vidrio.
Pero, ¿cómo ha llegado Finlandia a convertirse en sinónimo del arte en vidrio?
Los comienzos de la fabricación en Finlandia

En Finlandia, la fábrica de Iittala es la única que sigue en funcionamiento, produciendo vidrio a gran escala. En lugares como Riihimäki, Nuutajärvi y Fiskars hay otros talleres más pequeños que también continúan con esta tradición.
Convertirse en lider mundial del arte en vidrio es producto de siglos de oficio, perseverancia e innovación,
La historia de la fabricación de vidrio se remonta a 1681, cuando se abrió la primera factoría en Uusikaupunki, en el suroeste de Finlandia. Con el paso del tiempo, nuevas fábricas entraron en funcionamiento, mientras que otras se perdieron en incendios o fueron cerradas.
Para principios del siglo XX, ya había arraigadas en el sur de Finlandia varias empresas clave como Iittala, Nuutajärvi y Riihimäen Lasi.
Sus primeras producciones consistieron en gran medida en objetos cotidianos de cristalería, funcionales y bien hechos, aunque similares en su estilo y faltos aún de identidad. Precisamente en aquellos tiempos, Finlandia estaba desarrollando su identidad nacional a gran velocidad, y el diseño y las expresiones artísticas estaban en pleno apogeo.
El punto de inflexión llegó en 1917, cuando el país logró su independencia. Aunque inicialmente el diseño finlandés en vidrio se había hecho eco de los estilos internacionales, una estética propia había empezado a germinar.
Con la llegada de los años 30, todo cambiaría.
En el taller de vidrio

En la fábrica de Iittala trabajan cerca de 140 personas, de las cuales 45 son sopladores de vidrio. Cada objeto artesanal es el resultado del esfuerzo de todo un equipo al que apoyan inspectores, personal de acabado y carpinteros expertos que dan forma a las herramientas y los moldes a medida.
Pero volvamos al taller de vidrio, donde el soplador está terminando su trabajo. El resultado es una pantalla de lámpara de gran tamaño, en tonos marrones y perfectamente formada.
Un operario inspecciona cuidadosamente la pieza antes de cortarla. Esta, concretamente, sale airosa, pero no todas superan la prueba.
Dominar el arte del soplado de vidrio lleva tiempo, a menudo más de diez años. Se trata de un oficio exigente, en el que la paciencia es tan fundamental como la habilidad.
Nos encontramos en el pueblo de Iittala, que alberga la única fábrica de vidrio en funcionamiento que queda en Finlandia, donde cada año se siguen fabricando artesanalmente millares de objetos de vidrio.
El trabajo es intenso desde el punto de vista físico. El calor es implacable y en el proceso los movimientos han de ser constantes y cuidadosos.
“En el soplado de vidrio el ritmo es fundamental”, nos explica Tuija Makkonen, directora de marca de Iittala. “El momento lo es todo”.
Makkonen y Jaana Eriksson, responsable de relaciones públicas del Museo del Vidrio de Iittala, nos guían por el taller y la planta de producción, dándonos una explicación detallada del intrincado proceso de fabricación.

Tuija Makkonen (izquierda) y Jaana Eriksson describen el vidrio como un material muy difícil de trabajar. “El vidrio se comporta cada vez de una forma diferente”, afirma Makkonen. “Incluso el clima le puede afectar”.
En el interior del taller están los sopladores de vidrio del turno, una docena, más o menos, los cuales se mueven sincronizadamente, como si de una danza bien ensayada se tratase.
Uno de ellos se detiene un instante para secarse el sudor de la frente y luego vuelve al trabajo.
Solo los artesanos más hábiles se atreven con las creaciones más complejas, como el icónico jarrón Aalto, de curvas sinuosas e irregulares.
Así nació el jarrón Aalto

La serie “Aino Aalto”, de 1932, es la colección más antigua que Iittala sigue produciendo en la actualidad.
En 1932, la fábrica de vidrio Karhula-Iittala convocó un concurso de diseño de objetos sencillos y prácticos. El certamen se tradujo en la irrupción del funcionalismo en el ámbito del vidrio de uso cotidiano.
Entre los participantes estaba el dúo de diseñadores Aino y Alvar Aalto. El vaso Bölgeblick de Aino, posteriormente rebautizado como serie Aino Aalto, fue uno de los cinco trabajos ganadores. Sus líneas limpias y concéntricas y su silueta atemporal lo convirtieron en un clásico de la cristalería de vidrio prensado, y sigue fabricándose en la actualidad. La serie plasma el principio finlandés de combinar la belleza con la funcionalidad de lo cotidiano.

Los bocetos de Alvar Aalto muestran su idea original del ya icónico jarrón que lleva su nombre. Cada pieza requiere unas 30 horas de trabajo y la participación de siete personas que siguen los 12 pasos necesarios para su producción.
Unos años más tarde, Alvar Aalto participó en otro concurso de Karhula-Iittala con una obra titulada Eskimoerindens skinnbuxa (Pantalones de cuero de mujer esquimal). Aunque el nombre suscitó cierto recelo, el diseño fue muy aclamado. De aquella serie surgió el jarrón Aalto, que acabaría convirtiéndose en uno de los objetos más emblemáticos del diseño finlandés.
Con sus suaves líneas onduladas, el jarrón desafiaba las habituales formas rígidas de la época. Hoy en día es un objeto presente tanto en los hogares finlandeses como en los propios museos.
Cristalería para todos los hogares

El diseñador Kaj Franck encarnó el estilo sencillo y discreto del diseño finlandés de los años 50, que combinaba la estética minimalista con la funcionalidad de lo cotidiano.
La Segunda Guerra Mundial detuvo temporalmente el prometedor avance de Finlandia en el diseño de vidrio. La escasez de materias primas, los controles de precios y la tensión de las relaciones internacionales ralentizaron la producción.
Los años de la posguerra trajeron consigo un renovado impulso innovador. A medida que el país se iba reconstruyendo, también lo hacía su identidad en materia de diseño, ahora con un propósito aún más ambicioso. Para prosperar en el competitivo mercado global, las fábricas de vidrio finlandesas recurrieron a una nueva generación de diseñadores visionarios: Timo Sarpaneva, Tapio Wirkkala y Kaj Franck.
Estos diseñadores aportaron ideas frescas, dando aún más protagonismo a la simplicidad y la funcionalidad. Franck, por ejemplo, defendió la idea de que la cristalería debía adaptarse a todos los hogares.
Sus diseños, como los vasos apilables Kartio, siguen siendo piezas básicas y atemporales en las cuales se combinan funcionalidad y elegancia. Además, las jarras sin asa de Franck son el símbolo de la filosofía del diseño de los años 50, por su asequibilidad, su versatilidad y el ahorro de espacio.
Esta época marcó todo un cambio en la produccion finlandesa de cristalería, que dejó de ser solamente para ocasiones especiales y pasó a formar parte de todos los hogares para su uso cotidiano.
Reconocimiento internacional

Muchas piezas finlandesas de arte en vidrio se inspiran en la naturaleza. Un ejemplo es el diseño “Kantarelli”, de Tapio Wirkkala.
Foto: Material educativo en diapositiva de Kaj Franck /Archivos de la Universidad Aalto
El efecto de la colaboración entre los diseñadores y las fábricas resultó transformador. En los años 50, el diseño finlandés en vidrio empezó a ganarse la atención del mundo entero.
El jarrón Kantarelli de Tapio Wirkkala, inspirado en las delicadas curvas de los rebozuelos, causó sensación en 1946, en una exposición de arte nórdico organizada en Estocolmo, y ello marcó un punto de inflexión en la historia del diseño finlandés.
Poco después, los diseñadores finlandeses se hicieron con el protagonismo en la escena internacional. En la prestigiosa Triennale di Milano, Wirkkala, Franck y Sarpaneva recibieron los más altos honores, mientras que otros, como Gunnel Nyman, Göran Hongell, Helena Tynell y Saara Hopea también cosecharon elogios. Finlandia se había ganado su posición como potencia del diseño moderno en vidrio.

En 1954, Tapio Sarpaneva presentó su icónico jarrón de cristal Orchid. Famoso por su versatilidad, diseñó objetos de cristal, metal, madera, porcelana e incluso textiles.
Foto: U.A. Saarinen/Agencia Finlandesa del Patrimonio
En 1954, la revista estadounidense House Beautiful eligió el jarrón de cristal Orchid de Sarpaneva como “el objeto de diseño más bello del año”. A día de hoy, este jarrón minimalista de líneas nítidas sigue considerándose uno de los objetos más hermosos del mundo.
Para mediados del siglo XX, Finlandia ya se había consolidado como líder mundial en diseño.
La evolución del arte en vidrio

El atrevido uso del color y las formas de la diseñadora Tamara Aladin son un ejemplo del espíritu lúdico de los años sesenta y setenta.
Mientras que en los 50 los diseñadores se inspiraban principalmente en la naturaleza, a medida que se acercaba la década de los 60 fueron poniendo a prueba los límites.
Surgieron nuevas técnicas, como la de las superficies de vidrio texturizadas que jugaban con la luz y las sombras. La serie Finlandia de Timo Sarpaneva, por ejemplo, empleaba moldes de madera carbonizados para imprimir motivos únicos en el vidrio fundido.
Mientras tanto, Tapio Wirkkala siguió inspirándose en el paisaje nórdico. Su emblemática serie Ultima Thule, cuya superficie helada y texturizada refleja la magia de la nieve derretida y la aurora boreal, rinde homenaje a la descarnada belleza de Laponia, la región más septentrional de Finlandia.

Oiva Toikka diseñó más de 500 pájaros de cristal, todos ellos únicos y muy apreciados por los coleccionistas de todo el mundo. El pájaro de la imagen, llamado “RubyBird”, procede de la fábrica de Iittala.
Foto: Museo de Finlandia Central
Al mismo tiempo, algunos jóvenes diseñadores, como Oiva Toikka, comenzaron a explorar formas más caprichosas. Su popular y colorida serie de pájaros de cristal cautivó los corazones en Finlandia y en el mundo entero.
El vidrio finlandés en nuestros días

En el Museo Finlandés del Vidrio de Riihimäki los visitantes pueden contemplar obras clásicas e históricas junto a otras contemporáneas, como “Nude”, de Laura Laine, o “Vulpes”, de Klaus Haapaniemi.
Aunque la industria del vidrio finlandesa ha afrontado ciertos retos en las últimas décadas, como el cierre de fábricas y el declive de las técnicas tradicionales, su historia está lejos de acabarse.
En 2023, la tradición finlandesa del soplado de vidrio fue incluida en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, en el marco de un proyecto multinacional en el que participaron otros cinco países europeos.
El reconocimiento ha ratificado el valor cultural del vidrio artesanal, despertando en Finlandia un interés renovado por la conservación y el desarrollo de este arte.

En el Museo Finlandés del Vidrio de Riihimäki se exhibe la obra de artistas contemporáneos como Alma Jantunen (izquierda, 7 y 8), Aada Vainio (centro, 9), Paula Pääkkönen (abajo, 10), Tommi Toija (arriba, segundo por la derecha, 11) y Arni Aromaa (arriba, centro derecha, 12 y 13).
Los diseñadores finlandeses contemporáneos están dando muestra de una valiente creatividad a la hora de construir sobre este legado.
Los diseños de cristalería e iluminación de Harri Koskinen, los polos de cristal de Paula Pääkkönen y las divertidas esculturas de animales de Jasmin Anoschkin dan fe de la variedad y el poder expresivo del cristal finlandés moderno.
En la actualidad, el vidrio finlandés sigue siendo admirado internacionalmente y está presente en muchos museos, siendo muy buscado por los coleccionistas.

Jasmin Anoschkin es famosa por sus expresivas esculturas de cerámica. En los últimos años también ha optado por el vidrio, utilizándolo para dar vida a su imaginativo y lúdico mundo.
“Hemos tenido la suerte de haber sabido conservar nuestra reputación”, comenta Tuija Makkonen, de la empresa Iittala. “El vidrio finlandés sigue siendo sinónimo de calidad y creatividad”.
En verano de 2025, Finlandia fue la anfitriona de la primera Bienal Finlandesa del Vidrio, un evento histórico que unió tradición e innovación. La próxima edición, prevista para 2027, pone de manifiesto el dinamismo y la evolución del diseño finlandés en el ámbito del vidrio que, además de brillar con fuerza, sigue siendo una fuente de inspiración.
Texto: Emilia Kangasluoma, octubre de 2025
Fotos: Emilia Kangasluoma, salvo que se indique otro autor
Este artículo se basa de forma parcial en información procedente de dos libros: Suomalaisen lasin kultakausi (La edad de oro del vidrio finlandés, Ed. Tammi, 2013), de Kaisa Koivisto y Uta Laurén, e Iittala: 125 years of Finnish glass – complete history with all designers (Iittala: 125 años de vidrio finlandés. Historia completa y todos sus diseñadores; Ed. Museo del Diseño, 2006), de Marianne Aav.