Finlandia se ha clasificado segunda en el Good Country Index (Índice de Países Buenos), publicado por primera vez en junio de 2014. ¡Qué bueno! Todo sea por el bien de la humanidad y de nuestro planeta.
Aunque como se dice en El Quijote, “nunca lo bueno fue mucho”, Finlandia tiene motivos para estar contenta, ya que se ha clasificado como el segundo país “más bueno” de todo el planeta (el primero ha sido Irlanda) según el nuevo Good Country Index, cuyo objetivo es “medir la contribución de todos y cada uno de los países al bien mayor del planeta y de la humanidad”.
El índice combina 35 indicadores diferentes procedentes de la ONU, del Banco Mundial, de la Convención de Basilea, del Global Footprint Network y otras ONG e instituciones internacionales. Finlandia ha dejado rezagadas a sus vecinas Suecia, Noruega, Dinamarca e Islandia, que han quedado en el sexto, octavo, noveno y decimoséptimo lugar, respectivamente.
El especialista británico en políticas públicas Simon Anholt es el autor de este estudio, que ha llevado a cabo en colaboración con el investigador Robert Govers. “Vivimos en una época en la que el impacto de todo aquello que hacemos afecta al mundo entero y necesitamos empezar a hacernos responsables de esos impactos”, dice Anholt. “El Good Country Index es la herramienta que podría ayudarnos a empezar este proceso”.
Lo bueno de “lo bueno”.
Pero, ¿cómo se ha medido exactamente “lo bueno”? Los datos que se han utilizado en este índice se distribuirían en siete diferentes categorías: prosperidad e igualdad (en la cual Finlandia es la 3ª); ciencia y tecnología (7ª); salud y bienestar (12ª); orden mundial (12ª); planeta y clima (14ª); cultura (18ª); paz y seguridad internacionales (53ª).
Los conjuntos de datos incluyen las contribuciones a la ayuda humanitaria, el número de extranjeros que estudian en el país, el número de ganadores del Premio Nobel y las exportaciones de productos de innovación y servicios. Los indicadores negativos también están presentes, y pueden ser causantes del descenso en la lista de un país: las emisiones de dióxido de carbono y la exportación de residuos tóxicos peligrosos, por ejemplo. Para propiciar la igualdad de condiciones de manera que naciones más pequeñas o más pobres se vean incluidas, la mayor parte de los indicadores del Good Country Index han sido calibrados según el PIB.
“¿Qué cómo se define un país “bueno”?, nos dice Anholt. “Es un país que logra conciliar el buen gobierno dentro de sus fronteras con una contribución real y constante al bien superior de la humanidad y del planeta”. Él ve el índice como un catalizador que podría servir para poner ciertos problemas “al principio de la agenda”, sin llevar a cabo juicios de carácter ético.
“Va siendo hora de dejar de decirles a nuestros gobiernos que queremos vivir en un país próspero”, dice. “Lo que tenemos que decirles es que queremos vivir en un país bueno, un país que trate con respeto al resto de la humanidad y al planeta entero”.
Todo por un bien mayor.
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Por Peter Marten, junio de 2014