Cuando empezaron a conocerse el pasado 17 de abril, los resultados de nuestras elecciones parlamentarias sorprendieron a toda Europa. ¿Qué está pasando en Finlandia, país normalmente ausente de los titulares políticos? se pregunta Kyösti Karvonen, jefe de redacción del diario Kaleva.
El punto en cuestión es un partido con nombre gracioso, los Finlandeses Auténticos, presidido por Timo Soini, un agitador, fanático del club inglés Millwall FC y católico en un país predominantemente luterano.
La prensa internacional ha calificado al partido como de extrema derecha, xenófobo, populista, enemigo de la Unión Europea, anti islamista y racista.
Yo he venido cubriendo la información sobre los Finlandeses Auténticos y su predecesor, el Partido Rural, desde inicios de los ochenta. En todos estos años ha sido una misión imposible ubicarlos en el mapa político. Sin embargo, es más fácil sobrevalorar que restar importancia a la esencia del partido.
Sospechas y cloacas
La apuesta más segura, al menos para empezar, es calificarlos de populistas. También se los puede agrupar entre los partidos críticos a la UE y partidarios de normas de inmigración más severas. Para confirmarlo, a menudo se oyen voces individuales extremistas en las bases del partido.
Los Finlandeses Auténticos lograron tocar fibras muy sensibles del inconsciente colectivo. Actualmente el finlandés se siente con derecho a sospechar del poder y hasta a detestarlo. La protesta social que se materializó en las urnas fue, para nombrar algunos ingredientes, un cóctel de fondos de garantía de la UE, el escándalo de la financiación de los partidos y una ley muy antipopular que obliga a los ciudadanos a construir caros sistemas cloacales en sus amadas cabañas de verano.
El mismo Soini ha definido a los Finlandeses Auténticos como «un partido de la clase obrera sin socialismo», y realmente algo de eso existe. Cuando Helsingin Sanomat, el diario más importante del país, presentó un cuestionario a los candidatos, las respuestas de los Finlandeses Auténticos y las de los Socialdemócratas fueron las más cercanas de entre todos los partidos.
Miedo de ser pisoteados
Los Finlandeses Auténticos no aparecieron de la nada. El partido existe desde hace más de 50 años, aunque ha tenido otros dos nombres.
Ya habían sacudido dos veces el tablero político finlandés, aunque con el nombre de Partido Rural, a principios de los setenta y en 1983. En ambas ocasiones se desintegraron poco después debilitados por rencillas internas, o se desmoronaron después de un espectacular resultado electoral.
Su plataforma partidaria nunca ha sido rica en contenidos, pero casi siempre han estado presididos por un líder con talento político, carisma y una brillante oratoria llena de citas ocurrentes.
Soini, 48, cumple la descripción al pie de la letra: tiene una licenciatura en ciencias sociales y convenientemente escribió su tesis sobre populismo.
De manera premonitoria escribió en su autobiografía del año 2008 que «un líder populista suele entrar en escena cuando la modernización social y el cambio de estructuras constituyen una amenaza. El electorado populista se compone de gente con miedo de ser pisoteada.»
De la finca al Parlamento
Soini aprendió el oficio militando bajo la férrea dirección del finado Veikko Vennamo, quien fundó las dos versiones anteriores del partido (Partido de los Pequeños Campesinos en 1959 y Partido Rural de Finlandia en 1966). Vennamo se distinguía por su encendida oratoria: una vez en el congreso hasta tuvieron que llevárselo del podio porque había excedido el tiempo previsto para las intervenciones.
Vennamo fundó el partido a finales de los cincuenta después de abandonar lo que hoy es el Partido de Centro a raíz de una enconada disputa con Urho Kekkonen, presidente de Finlandia entre 1956 y 1982.
Después de la segunda guerra mundial Vennamo emergió como una figura clave en el programa de reasentamiento de los evacuados de Carelia, la región oriental que fue anexada por la Unión Soviética. Se considera que el reasentamiento fue un factor importante para evitar conmociones sociales en la Finlandia de postguerra.
Los ascensos y caídas comenzaron en 1970, cuando el partido se alzó con 18 de los 200 escaños del Parlamento. Pero pronto se fraccionó y cayó en el ostracismo para retornar triunfante en las elecciones de 1983. Por primera vez en su historia integró un gobierno de coalición, pero se fue diluyendo gradualmente y perdiendo todo peso político.
Pero ese impasse terminó hace unos pocos años, cuando ya como Finlandeses Auténticos comenzaron a hacer progresos. Los primeros avances se vieron en las elecciones municipales de 2008, y ya en el año 2009 Soini fue elegido eurodiputado con un caudal de votos arrollador.
Por Kyösti Karvonen, junio de 2011