Cierta mañana de verano, hace unos años, Tuija Kilpeläinen se levantó temprano, salió a tomarse su taza de té, se entretuvo acariciando a las ovejas y luego se dio un chapuzón en el lago cercano, antes de hacer su rutina de yoga en el muelle.
Les sonará bucólico e idílico y, en efecto, lo es. Sin embargo, Tuija Kilpeläinen no vive en una granja. Por aquellos días, ella y su familia estaban de vacaciones en el Parque Nacional de Isojärvi, en la región central de Finlandia.
Metsähallitus, la empresa estatal que gestiona los parques nacionales de Finlandia, lleva desde 2008 ofreciendo este tipo de vacaciones, de mayo a septiembre.
Algunos de los lugares son realmente únicos. Puedes pasar una semana haciendo de pastor en una pequeña isla en medio del golfo de Botnia, entre Finlandia y Suecia, o vivir en una granja sami del siglo XIX (los sami son el único pueblo indígena de la UE reconocido como tal. Sápmi, su tierra natal septentrional, está dividida en cuatro partes por las fronteras de los Estados nación de Finlandia, Suecia, Noruega y Rusia).
Las ovejas le van dando forma al paisaje
Se trata de algo más que unas agradables vacaciones en el campo. Lo más importante es el mantenimiento de los entornos originales, como las dehesas. Los animales de pastoreo realizan una valiosa labor al mantener abiertos los pastos, proporcionando un hábitat a muchas especies en peligro de extinción.
El que los veraneantes hagan de pastores reduce la carga de trabajo que se necesita para garantizar el bienestar de los animales.
Para participar no se requieren conocimientos específicos. Las tareas habituales consisten en contar los animales, comprobar que se encuentran bien y asegurarse de que tienen agua limpia y fresca para beber. Si surge algún problema, los pastores informan a los dueños de los animales.
El lujo de vivir sin lujos
La capacidad de adaptarse a un estilo de vida carente de lujos es imprescindible, ya que los pastores se alojan en viejas granjas, en su mayoría sin agua corriente. Algunas, incluso, carecen de electricidad. Para Tuija Kilpeläinen, esta falta de lujos representaba una parte esencial de la experiencia.
“Todos estuvimos de acuerdo en que podríamos habernos quedado una semana más”, afirma. “Incluso creo que todo el mundo debería estar obligado a probar este tipo de experiencia”.
El proyecto “Pastor por una semana” (Paimenviikot, en finés) se ha hecho muy popular, y quienes deseen asegurarse una plaza deben inscribirse en un sorteo, que se celebra durante el invierno. Este año hubo más de 2 200 solicitantes para las 169 semanas disponibles, en 15 lugares diferentes.
Una experiencia que hay que repetir
Desde su primera vez, en 2020, Tuija Kilpeläinen y su familia han vuelto a pasar otras dos vacaciones pastoreando y, en el momento de escribir estas líneas, están a punto de embarcarse en la tercera, pero esta vez, en lugar de ovejas, cuidarán vacas.
“Mi pareja tiene una granja lechera, así que aceptó venir con la condición de no tener que ocuparse de ninguna vaca durante las vacaciones”, nos explica ella. “De todas formas, creo que ya hace bastante con las suyas”.
Por Juha Mäkinen, julio de 2024