¿Es el finés un idioma difícil?

El finés es «diferente», pero esta característica no lo hace más difícil que los demás idiomas.

¿Es fácil para un extranjero aprender un idioma como el nuestro? De hecho, el finés es una lengua muy lógica, y son muchos los estudiantes que lo afirman, tras haberla estudiado metódicamente.

A menudo, el finés expresa las ideas de manera muy distinta a la de los otros idiomas europeos que habitualmente se estudian. En otras palabras, el finés es «diferente», pero esta característica no lo hace más difícil que los demás idiomas. Los lingüistas han aislado un fenómeno que denominan sprachbund. Esto quiere decir que en una determinada área geográfica, idiomas que se diferencian de otros por su tipología pueden compartir, sin embargo, ciertas similitudes, debido a que comparten un medio similar. Este tipo de fenómeno se da, por ejemplo, en la región del Báltico. Debido al medio compartido, a la historia en común, a la cultura y a sus continuos contactos, las lenguas escandinavas, el alemán y el finés comparten ciertas características (tal vez más acusadas en lo que respecta al vocabulario) que los unen y que, de alguna manera, facilitan el aprendizaje del finés a aquellos que conocen de antemano dichas lenguas.

El finés es, de entrada, un idioma muy exigente, y no lo es menos para una profesora que además ha hecho un libro de texto. ¿Por qué? Pues porque el finés es un idioma muy sintético. Tanto los sustantivos como los verbos tienen numerosas declinaciones, unas más frecuentes y otras no tanto. Es más, como he dicho anteriormente, los idiomas nunca son fijos, cambian constantemente y, debido a esto, en ocasiones resulta imposible proporcionar una norma estricta con respecto a un problema gramatical concreto. Un ejemplo de ello es la evolución de ti a si (ti>si), que comenzó hace cientos de años y que aún continúa. Son muchos los nativos que al hablar dudan, por ejemplo, entre las formas del imperfecto kielsi y kielti, para decir «él/ella prohibió».

Por estos motivos, el problema principal al cual se enfrenta el profesor de finés, es el de decidir el orden en el que gramática y vocabulario han de ser enseñados y, por otra parte, con cuánta profundidad deberían ser aprendidos. La respuesta a estas cuestiones dependerá del propósito del curso. ¿Se trata solamente de aprender un poco de finés para conversar y de entretener a los alumnos un par de horas a la semana? ¿O, por el contrario, el estudiante es un futuro traductor o intérprete que va a necesitar entender todos los matices de la lengua?

Para entender la clase de complejidades a las que un principiante se enfrenta al empezar a estudiar el idioma, veámoslo con el ejemplo de una simple frase en inglés y su equivalente en finés: I like you. La frase en inglés resulta muy sencilla para el estudiante extranjero, ya que sólo hay que poner una palabra detrás de otra. Pero esta frase equivaldría en finés a Minä pidän sinusta (“yo gusto de ti”).

Para ser capaz de hacer una frase como ésta, usted tendrá que saber primero lo siguiente: 1) cómo se conjugan los verbos en finés (sus terminaciones); 2) pitää es un verbo de cambio consonántico, así que tendrá que conocer la alternancia entre t y d; 3) pitää es un verbo que requiere un sustantivo en elativo, así que tendrá que saberse los diferentes casos y cómo se declinan los pronombres. Es mucha gramática para una frase tan simple, aunque, por supuesto, puede intentar salir del paso diciendo Minä pitää sinä, dejando todas las palabras en su forma básica sin declinar. Y, sorpresa, puede que los finlandeses incluso le entiendan, especialmente si su expresión corporal es la adecuada… Pero si usted es un perfeccionista, o tiene la costumbre de tomarse los estudios en serio, seguro que querrá decirlo como un finlandés auténtico.

En cualquier caso, éste es sólo el principio del problema, porque, en realidad, no es muy probable que un finlandés de nuestros días diga Minä pidän sinusta. Si un joven finlandés se atreviese a expresar semejante sentimiento, lo más probable es que dijera: Mä tykkään susta. Esto nos devuelve a una realidad muy importante: todas las lenguas contienen variantes dialectales y de registro. El finés contiene dialectos y diferentes variantes sociales (jergas) y su variante coloquial se diferencia marcadamente de la lengua estándar. Para el extranjero, en cualquier caso, lo mejor será empezar por el aprendizaje de ésta última.

Y esto nos lleva de nuevo a mi pregunta del principio: ¿es el finés un idioma difícil? Como habrán adivinado, mi respuesta habitual es: no, no es difícil, es diferente. Y ahora es cuando viene el problema más gordo. Usted quiere hablar, pero parece que antes de poder llegar a formar la frase más simple, va a tener que aprenderse una cantidad interminable de cosas, y hay tantas palabras que parecen iguales, pero cuyos significados y funciones son tan diferentes…

Pero, ¿el finés es más difícil que el francés, el inglés, el latín o el alemán que uno estudió en la escuela? Intente recordar cómo aprendió el francés de niño, o cómo no lo aprendió… ¿Cuántos años le llevó? ¿A cuántas clases por semana asistió? ¿Hacía muchas tareas en casa? ¿Cómo hablaba el francés al acabar la escuela? ¿Y cómo lo habla ahora?

Cuando la gente estudia finés en el extranjero, normalmente lo hace con una frecuencia de una clase por semana, un par de horas por la tarde. La mayoría de los profesores ponen tareas para casa, pero muchos alumnos no las hacen. Es frecuente que los estudiantes crean que un idioma se aprende por ósmosis, como si nada, por el solo hecho de sentarse en un aula. Pero la realidad es que el estudio de un idioma extranjero requiere trabajo, y muy duro, la mayoría de las veces. La gramática finlandesa se puede aprender por lógica, pero el gran obstáculo es el vocabulario, que requiere memorización, cosa que el profesor no puede hacer por sus estudiantes.

Por Hannele Branch, lectora de lengua finlandesa en la Universidad de Londres