La toma de decisiones ecológicamente racionales es algo obvio para esta familia de seis miembros.
“¡Hola! … ¡Y adiós!”
Un chico alto entra en la cocina y vuelve a salir. Viljo Kivistö (19) se dirige al gimnasio con una mochila al hombro. Al poco rato, su hermano Touko (17) hace lo mismo. La acogedora estancia es el núcleo de la vida cotidiana de la familia Kivistö. La madre, Terhi (47), el padre, Markus (53), sus cuatro hijos y el gato llevan la vida habitual de las familias. Los padres —historiadores y editores— están bastante ocupados trabajando, e igual de ocupados en su tiempo libre, dedicados al cuidado de sus hijos, cocinando y limpiando.
La cocina es también el centro de muchas decisiones ecológicas que la familia toma todos los días, como la clasificación de los residuos.
“El reciclaje es bastante fácil aquí en la ciudad”, dice Markus. Residen en Turku, en el suroeste de Finlandia. Los propietarios de los edificios están obligados por ley a facilitar la clasificación de los residuos. El alcance de esta depende del número de apartamentos.
“En un armario de la cocina tenemos contenedores diferentes para papel, cartón, plástico, vidrio, metal, bio y desechos mixtos. Luego los vaciamos en unos contenedores más grandes que hay a pocos pasos de la puerta de casa. La gente es tan buena reciclando, que el contenedor exterior para plástico suele llenarse rápidamente”.
Reciclar también les parece obvio a los niños. La educación medioambiental forma parte del plan de estudios, y ya desde la guardería se les enseña a tomar decisiones ecológicas.
En algunos comedores escolares también se han instalado básculas para pesar la cantidad de comida sobrante del almuerzo que se tira a la basura. Es una manera eficiente de ponerlo de manifiesto.
“Casi no desperdiciamos comida”, explica Terhi. “Planificamos meticulosamente las compras y los niños saben que solo deben servirse lo que realmente se vayan a comer. Yo me como lo que sobra de la cena al día siguiente, para almorzar”.
Además de optimizar la cantidad de comida que necesitan, los Kivistö se dedican activamente a rescatar alimentos para evitar que se desperdicien.
“Utilizamos una aplicación para evitar el desperdicio de alimentos. Nos permite comprar a restaurantes, panaderías y supermercados sobras y comestibles cuya fecha de caducidad está próxima. Los compramos a mitad de precio y al mismo tiempo contribuimos a reducir el desperdicio general”, explica Terhi.
La familia trata de evitar el consumo excesivo.
Compran la ropa y los juguetes en mercados de segunda mano, o los reciclan entre hermanos y primos. Cuando adquieren algo nuevo, invierten en productos duraderos y de calidad, y lo que ya no utilizan lo llevan a lugares de recogida de ropa, electrodomésticos, etc.
“Las cosas que ya no necesitamos pueden ser útiles para otras personas”, dice Terhi.
Los finlandeses reciclan sus botellasEn Finlandia se recupera la impresionante cifra del 95% de las latas, el 90% de las botellas de plástico PET (tereftalato de polietileno) y el 88% de las botellas de vidrio. La devolución de botellas y latas es una costumbre arraigada en los finlandeses, alentados por el sistema nacional de reembolso de depósito. Como hay máquinas expendedoras inversas en las estaciones de servicio e incluso en los supermercados más pequeños, esto resulta muy fácil. El sector de las bebidas es una parte integral del ciclo. Convertirse en miembro de un sistema aprobado de reembolso de depósito otorga a los fabricantes e importadores el derecho a una exención de 0,51 € por litro en el impuesto sobre los envases de bebidas. Para más información (en inglés), visite la página web de Palpa, la organización no gubernamental que gestiona el sistema de reembolso.
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Par Terhi Rauhala, ThisisFINLAND Magazine 2020