Sumido en la oscuridad, Thomas Kast está quedándose helado. Son las tres de la madrugada. Está en el calvero de un bosque nevado, en medio de la nada, esperando las Luces del Norte, más conocidas como Aurora Boreal.
Kast está exhausto. El termómetro marca dieciocho grados bajo cero. Sus ojos rastrean el cielo nocturno. La cámara da señales de estar congelándose. Lleva horas de pie, en el frío, esperando poder experimentar ese momento de magia que constituye la aparición de las Luces del Norte.
Nacido cerca de Karlsruhe, Alemania, Kast lleva viviendo en Finlandia desde el año 2000 y trabaja para una gran compañía de redes de telefonía móvil con base en Oulu, una ciudad universitaria de 190.000 habitantes situada a unos doscientos kilómetros al sur del Círculo Polar Ártico. Kast, que se mudó a Finlandia por motivos laborales, acabó quedándose al encontrar aquí el gran amor de su vida. Después de su familia, las Luces del Norte son su otra gran pasión.
Una cámara, un trípode, baterías de repuesto, una linterna y un termo de té: eso es todo lo que precisa cuando se dispone a adentrarse en la noche, aparte de tres o cuatro capas de vestimenta y de unas botas bien calientes, como es natural.
«Lo peor es que se te queden los dedos fríos», dice Kast. «Es imposible manejar los botoncitos de la cámara con unos guantes térmicos puestos».
Jornadas fascinantes
Antes de salir, este alemán obsesionado con las Luces del Norte estudia con sumo detenimiento los contenidos de varios sitios de Internet, que ofrecen predicciones sobre dónde “atrapar” una Aurora Boreal. Un cúmulo de tablas, gráficos y cifras que requieren se descifrados y correlacionados. Campos magnéticos, velocidad de los vientos, actividad de la corteza solar, son varios de los muchos factores que influyen en su decisión. Y, claro, además se necesita una buena dosis de paciencia y, si es posible, oscuridad absoluta. Incluso las farolas pueden entorpecer la visibilidad.
«Y luego, también el tiempo ha de acompañar», añade. «Últimamente se han pronosticado unas auroras increíblemente fuertes, pero, ¿de qué sirven las predicciones si el cielo de Oulu está encapotado? En esas circunstancias no hay posibilidad alguna de ver las luces».
A veces, Kast tiene que viajar cientos de kilómetros hasta algún lugar del norte de Finlandia solo para poder disfrutar de un cielo despejado, solo para poder capturar con su cámara las fascinantes Luces del Norte. Más de sesenta noches heladas dieron como resultado cientos, tal vez miles de fotografías, con las cuales Kast ha creado un vídeo secuencial titulado, Aurora: Reina de la noche.
Exposición larga
Las Luces del Norte son reacias a dejarse filmar. Se requiere una instantánea con un tiempo de exposición largo para capturarlas y por eso Kast hizo un vídeo secuencial, en lugar de filmarlas. «En estas cuestiones, el ojo humano aventaja de sobra a la tecnología», dice.
Lo que comenzó como una afición, ahora absorbe una cantidad cada vez mayor de espacio en su vida. Escribe sobre ello en su blog, ofrece excursiones turísticas para ver las Auroras Boreales y tiene un calendario publicado con sus fotos.
El Centro Científico Tietomaa de Oulu ha comprado el cortometraje de cuatro minutos de duración de Kast y lo exhibe en una pantalla de ocho metros de largo por cuatro de ancho. «La película es un viejo sueño echo realidad», asegura Sampo Puoskari, coordinador de enlaces del Centro.
«Ya hace varios años que queríamos montar una exposición dedicada a las Luces del Norte en nuestra región. Era algo muy importante para nosotros y el vídeo lo ha hecho por fin posible. Hemos acondicionado un espacio especialmente para él, en la torre de cuarenta y cinco metros de altura del Centro».
Sin habla
Kast se ha situado frente a la enorme pantalla —montada, por otra parte, en un espacio negro como la boca del lobo—y contempla embelesado las secuencias de su vídeo. Sus ojos brillan.
«Resulta asombroso ver las fotos de uno a este tamaño», explica. «Espero haber logrado compartir aunque sea una parte de la fascinación que siento por las Luces del Norte, que esta película despierte el interés de la gente por ir a ver el fenómeno en persona».
Aún le sigue pareciendo mágico contemplar con sus propios ojos la Aurora Boreal bailando en el cielo nocturno. El frío y el agotamiento es algo que se olvida fácilmente. «A veces es tan magnífica, que me quedo sin habla del asombro que siento», dice.
No habrá forma de que se aburra jamás de ella. «Es diferente, cada vez. Es fascinante, cada vez».
Por qué la gente persigue las Luces del Norte
Fotos: Thomas Kast/Salamapaja
Por Tarja Prüss