El proceso de aprendizaje del finés revela muchos aspectos sobre la vida y el idioma

Para la políglota Irina Pravet, aprender un idioma no es solo cuestión de gramática. Considera que saber finés es una forma de integrarse, pero que los libros de texto no explican cómo hacerlo.

Tomas algo que te resulta completamente ajeno y lo conviertes en algo familiar. Así es como Irina Pravet se plantea el aprendizaje de las nuevas palabras e incluso de los idiomas enteros.

Por ejemplo, tomemos la palabra kaunis, que en finés significa “bello/-a”. «En finés, “bello/-a” empieza por “vaca”», explica. (La sílaba  “kau-” en finés suena muy parecida a la palabra “cow” en inglés).

«Más adelante, según vas avanzando, esa palabra acabará convirtiéndose en lo que realmente significa. En cierta medida, pierdes los sonidos, pero asimilas el significado de forma intuitiva».

Y lo que más le importa a Pravet es el significado, no las palabras en su sentido más técnico. Nadie mejor que ella para saberlo, porque si algo no le falta, son las palabras: es políglota, una persona que habla varios idiomas.

«Uno de esos países nórdicos»

En el paisaje otoñal de un parque, una mujer posa caminando sobre el tronco de un árbol caído.

Irina Pravet asegura que sus clientes han pasado de evitar el finés a buscar activamente formas de hablarlo con más frecuencia.

Cuando Irina Pravet se topó con la palabra kaunis durante un intercambio universitario en Mannheim, Alemania, ya hablaba rumano (su lengua materna e idioma de su país natal), francés (que había aprendido en la guardería, después de emigrar a Canadá con su familia), inglés (gracias a la televisión y al colegio) y español y alemán (que había estudiado desde su adolescencia).

«Creo que antes de mudarme a Alemania nunca había conocido a ningún finlandés, así que el idioma me parecía de lo más exótico», afirma. «Lo único que sabía era que Finlandia era uno de esos países nórdicos que había por ahí arriba, pero seguramente no habría sido capaz de señalarlo en un mapa».

Sin embargo, en Alemania también se topó con algo más: un joven finlandés. Gracias a él, Pravet aprendió otra frase en finés: Sinä olet ihana (“eres encantador /-a”).

Aportar, sentirte parte de, sentirse como en casa

En primer plano, una mano acaricia unas flores de color malva en un parque.

Para Irina Pravet, el idioma es una herramienta, no la meta final.

Como acabó yéndose con aquel joven tan ihana a Finlandia, a Pravet no le quedó otra que aprender un idioma más. Pero, por más cursos que siguiera, por más ejercicios que hiciera y por más material que buscara, nada le servía para lo que más deseaba: integrarse y lograr expresarse en las situaciones que le importaban. Anteriormente había aprendido otros idiomas, más que nada usándolos, pero esta vez las clases y los ejercicios de gramática no le estaban sirviendo para llegar adonde quería.

Acabado el tercer curso, tenía la cabeza repleta de gramática, pero carecía del vocabulario necesario para aplicarla.

«Estuve dándome de cabezazos contra la pared, hasta que descubrí algo que me funcionaba», nos cuenta.

Decidió centrarse en sí misma y no en el idioma. Para ella, no se trataba de aprender finés por aprender, sino de participar, contribuir, sentir pertenencia, sentirse como en casa. Empezó a cuestionar sus creencias sobre cómo debía ser el proceso, así como algunos de los consejos que le habían dado.

«Tuve una serie de epifanías que me hicieron comprender que, entre estudiar un idioma y hablarlo, hay un gran trecho», afirma.

Empezar por lo que más importa

Una mujer mira sonriente a la cámara sobre un fondo de denso follaje verde.

Como “pluriperteneciente”, son varias las culturas a las que Irina Pravet puede considerar que pertenece.

Pravet ha convertido sus frustraciones pasadas en una misión. Su empresa tiene como objetivo ayudar a que las personas que estudian finés realmente lo hablen.

Insiste en que no se trata de un método, sino de una manera de abordar el aprendizaje. Tal como ella hizo hace años, ahora insta a los demás a centrarse en sí mismos y a utilizar su vida cotidiana como si se tratara de un aula.

Otro aspecto importante es entender las circunstancias en las que la persona usa el idioma y cómo esas circunstancias pueden afectar el resultado. Pravet señala que estar cansado o sentirse juzgado o evaluado consume la energía cognitiva que se necesita para hablar y entender, y que comprender esto puede ayudar a las personas a ser más indulgentes consigo mismas.

Sus clientes aseguran que emñpiezan a ver el camino una vez que se centran en lo que consideran más importante y en lo que para ellos marca realmente la diferencia. A veces ella percibe el momento, ese momento en que todo encaja y que es inmensamente gratificante y crea un ciclo ascendente de motivación.

Para ella también es una fuente de estímulo, porque todavía sigue aprendiendo. Por eso quiere ser muy sincera al respecto y nos dice: «En cierto modo, yo fui mi primera clienta».

Irina Pravet puede hacer ahora su vida en finés, desde ir a reuniones de ventas y talleres hasta charlar con otras personas que pasean a sus perros y cultivar amistades. Cree que, con las herramientas adecuadas, todo el mundo puede conseguirlo.

Entonces, ¿considera que ha alcanzado su objetivo? ¿Se siente integrada?

«Soy “pluriperteneciente”, una persona que pertenece a muchos lugares», responde. «Hay diversas lenguas y culturas que puedo considerar mías. Pero Finlandia es sin duda mi hogar».

Por Anne Salomäki, octubre de 2025
Fotos de Emilia Kangasluoma