Como en casa

Activista social y somalí de nacimiento, Abdirahim Hussein, más conocido como Husu, quiere hacer de Finlandia un lugar mejor.

Husu llegó a Finlandia en los 90, cuando era un adolescente somalí. Tras superar los obstáculos de la integración, se ha convertido en el portavoz de la población inmigrante.

Periodista, intérprete, político y pedagogo social: Abdirahim Hussein, “Husu”, es el hombre de los mil roles, aunque solo hay una cosa que lo motiva a levantarse cada mañana:

“Quiero hacer del mundo un lugar mejor”, afirma. “Intento cambiar a las personas una a una, aunque para lograrlo el primero que tiene que cambiar soy yo: de lo que se trata es de ir siendo mejor persona cada día. Si voy por la calle y veo un trozo de cristal en el suelo, lo retiro para que los que vengan detrás no se hagan daño”.

Esto último es algo que simboliza los 22 años que Husu lleva viviendo en Finlandia.

Llegado hace 22 años a Finlandia desde su Mogadiscio natal, el periodista, intérprete, político y pedagogo social Abdirahim Hussein ha ido convirtiéndose con el paso del tiempo en el portavoz de la población inmigrante del país. Foto: James O’Sullivan

Desde que llegó de Mogadiscio siendo adolescente, Abdirahim Hussein ha ido convirtiéndose poco a poco en el portavoz de la población inmigrante. Insatisfecho de ser un recién llegado pasivo, se mantuvo fiel desde un principio a la idea de que independientemente de la edad, país de nacimiento, religión, lengua materna o profesión, en Finlandia todos deberíamos ser tratados como individuos.

Superar los obstáculos

Instalarse en la región de Turku en 1994 resultó un reto considerable para Husu. En aquella época Finlandia estaba saliendo de una depresión económica, con una población muy homogénea y escasamente preparada para la integración de los refugiados que comenzaban a llegar a sus fronteras.

Tampoco resultó de mucha ayuda el que un segmento minoritario de la sociedad canalizase a voz en grito sus erróneas frustraciones, culpando a los recién llegados.

Y sin embargo, frente a toda aquella adversidad, Husu supo ver en su nuevo país la tierra de las oportunidades.

“Mientras fueras parte del sistema, casi todo lo que a uno le hacía falta estaba ahí mismo”, recuerda. “Viniendo de un lugar con tantas carencias, para mí fue una conmoción: poder estudiar y disfrutar de servicios médicos gratis, tener una casa y derechos, ser capaz de decir lo que pensaba, sin ser perseguido ni castigado por ello”.

Según Abdirahim Hussein, en su caso, la clave para hacerse oír y lograr su primer trabajo fue aprender la lengua finlandesa. El camino no fue fácil, pero ha valido la pena.Foto: Emilia Kangasluoma

El joven Abdirahim fue consciente desde un primer momento de que para hacerse oír tenía que hablar el idioma.

“Aprendí más finés hablando y con los amigos, o leyendo libros, que yendo a clase”, recuerda. “Pero fue un proceso muy duro; me sigue resultando muy difícil dominar el idioma”.

Sus habilidades lingüísticas le ayudaron a encontrar su primer trabajo, con un contrato temporal de estudiante, cuidando a ancianos durante el verano. Aquello le abrió los ojos: ver a los miembros de más edad de la sociedad en manos de cuidadores extraños era algo que contrastaba con la cultura en la que había crecido y cuyo foco principal era y es la familia.

Aunque las diferencias culturales puedan parecerles irreconciliables a algunos, Husu tomó la determinación de ser un miembro activo de la sociedad, además de añadir eventualmente a su currículum trabajos como el de pinche de cocina, camarero, limpiador, vendedor y taxista, y de estudiar ciencias sociales en la universidad.

Hora de hablar

Gran parte del éxito de Husu debe atribuirse a su manera obstinada de abordar las cosas. Sin embargo, una mirada a sus compañeros inmigrantes le bastó para darse cuenta de que estos no se estaban integrando tan bien como él, así que le quedó claro que tenía que hacer algo al respecto.

“Si quieres hacer del mundo un lugar mejor, lo primero que necesitas es algún tipo de poder político”, nos explica.

Hussein se lanzó a la arena política en 2005, como miembro del Partido del Centro. Al saltar a la palestra para demostrar que en Finlandia había sitio para todo el mundo, Husu hizo hincapié en que a él, al igual que a sus compañeros llamados “nuevos finlandeses”, tampoco se lo podía clasificar fácilmente. Además de ser africano, era musulmán, padre, heterosexual y carnívoro, y no simplemente un inmigrante.

Poco después halló otra vía significativa para hacer participar al público en su animado diálogo, conduciendo el programa semanal de radio Ali ja Husu (Ali y Husu) junto al cómico Ali Jahangiri. Acercándose a la sociedad finlandesa y a los fenómenos de actualidad desde la perspectiva de los inmigrantes, la pareja llenó las ondas de humor e ingenio durante tres años y medio, hasta que en junio de 2016 se alejaron de los micrófonos.

Felicidad en estado puro

Mientras tanto, Abdirahim Hussein sigue activo en numerosos proyectos comunales, el más notable de los cuales tal vez sea Moniheli, una ONG fundada por él y otros inmigrantes, cuyo fin es el de reunir a las organizaciones multiculturales para promover sus intereses.

Las vías de integración de los inmigrantes en la sociedad finlandesa han cambiado mucho desde que Husu Hussein llegó a Finlandia en los 90. El invierno pasado los niños se familiarizaron con la nieve tomando parte en los cursos de una escuela de esquí de fondo.Foto: Otto Ponto

También ha empezado a ampliar su ámbito de influencia llevando el saber hacer finlandés más allá de las fronteras, colaborando como consultor junior con el Finnish Consulting Group, que exporta productos y servicios a África Oriental.

Ante semejante ajetreo, no es de extrañar que uno se pregunte qué hace Hussein para relajarse

“Lo que más me relaja es la familia”, responde sin dudar. “No puedo permitirme el lujo de llevármela a dar la vuelta al mundo, pero somos felices con lo que tenemos”.

Por James O’Sullivan, junio de 2016

Solicitar asilo es un largo proceso

La cantidad de solicitantes de asilo en Finlandia incrementó enormemente en 2015, pasando de las 3 651 solicitudes de 2014 a 32 476. Entre enero y mayo de 2015, los solicitantes de asilo fueron 2 628, proviniendo en su mayoría de Irak, Afganistán y Somalia.

En Finlandia, el proceso de solicitud de asilo es muy largo. El promedio de espera en 2015 fue de 284 días. En este momento hay más de 21 000 solicitudes en curso, por lo que resulta imposible predecir cuánto tardará su tramitación en el futuro.

Según el Servicio Finlandés de Inmigración, el año pasado se tomaron 7 466 decisiones concernientes a peticiones de asilo, el cual les fue concedido a 1 628 solicitantes. Otros 251 recibieron otro tipo de permiso de residencia, mientras que a 1 094 se les denegó el asilo. Miles de solicitantes han regresado voluntariamente a sus países, la mayor parte de ellos a Irak y Afganistán.

Puede solicitar asilo en Finlandia si existe un temor bien fundado a ser perseguido en su país de origen.

Aquí hallará información sobre el proceso de solicitud de asilo en Finlandia.

Si se le autoriza a permanecer en Finlandia, obtendrá la tarjeta de residencia y se le asignará un municipio. Si por el contrario se le deniega la permanencia, deberá abandonar Finlandia y el espacio Schengen.